Prólogo

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Un sentimiento de furia lo había invadido por completo. Aquel pacto lo había marcado para siempre, asociarse con aquella bruja que servía hacia el mismo Satanás fue su mayor error. Él quería vivir, salir adelante, él quería el bienestar para su familia, él quería que ella viviera. Ahora los que ama pagarán el precio, su amada hija pagará el precio.

—Salve a tu hija —advirtió

Su voz era tan aterradora, oscura, sombría que provocaba que se estremeciera. Cada palabra se hacia eco que sentía que lo rodeaba cada una de sus palabras, escuchándola en todas partes, haciendo que saliera su miedo a flote. A ella le gustaba eso, pues con ese miedo podía alimentarse. Con su vida podía servirle al gran señor, con su sangre podía hacer sentir bien a su dios.

—¿Que puedo hacer para que la saques de todo esto? —susurró con miedo

Aquel susurro fue casi insperpectible para los oídos de aquella bruja despiadada, que pensó el hombre que tendría que repetir otra vez lo que había dicho. Pero esa bruja como si le leyese la mente, contestó:

—Está en nuestro pacto —continuó—, lo sabes muy bien, ella pagará

Un escalofrío recorrió toda su espalda al creer que le leyó la mente, al creer que podía escuchar sus pensamientos. Pero decidió dejar eso a un lado cuando su furia estalló.

—¡Aléjate de ella! —gritó enojado cerrando sus puños y dando un pisotón con su pie derecho

Aquél grito lleno de enojo era capaz de sacar a los cuervos volando, pero no, estos se quedaron en la orilla de la grieta. Alumbrados por la única luz de la luna que entraba de aquella grieta  hacia adentro de la cueva oscura y fría. Evitaba siempre ver aquellos cuervos que lo miraban fijamente, sintiéndose observado por algo o alguien, en un momento sentía que iban a volar hacia él a sacarle los ojos como un cadáver, que se lo iban a comer como un cadáver.

—¡A mi no me gritas! —gritó saliendo de la oscuridad

Una aire frío estremecedor salió haciendo que él cerrara los ojos mientras hacia una mueca de asco y su cabello color castaño oscuro se moviera, olía tan mal. Se iluminó el rostro horroroso de la bruja con la luz de la luna cuando salió de la oscuridad. Un rostro de color gris; granos color cafés casi negros, labios igual de color gris y partidos, la nariz grande, encurvada y puntiaguda, unos ojos color negro hinchados. Él soltó un leve gritó pero en seguida trato de guardar la calma, aún que era evidente que se moría de miedo y sus manos temblaban, pero trataba de ser valiente, al lo cual lo es, meterse con aquella bruja solo era para valientes o para estúpidos. Aquella bruja río por el miedo que mostraba él, mostrando sus dientes chuecos amarillos. La miró con asco a lo cual en seguida la bruja se puso sería y lo miro con molestia para después desaparecer en la oscuridad.

—Preparate para las consecuencias, Nicolás

Él quería gritarle que no, matarla, encajarle su daga en el corazón, sacárselo y mostrarlo como trofeo pero si lo hacía pagaría el precio. Cómo también debería dejar de pensar como matarla pues creía que está leía mentes, no era bueno que pensara en eso. Desde que hizo aquel pacto ya no fue el mismo de antes, desde que lo hizo su vida y la de su hermosa familia depende de un hilo. Tenía el estómago revuelto, con ganas de vomitar, tenía tanta impotencia en su pecho, tal vez unas ganas de llorar y sin duda de gritar. Él no quería irse sin antes conseguir lo que quería o alcanzar un poco la meta por lo menos. Cruzó sus manos y levantó el mentón retandola, con orgullo aún que no debería sentir orgullo con todo lo que ha hecho.

—Vete de aquí —ordenó

—No —trago en seco—. Dime, ¿Que tengo que hacer para que nuestra cuota dure más tiempo? —respiró profundo con miedo a la respuesta

Hubo un pequeño silencio que cada vez lo ponía más alertado. Solo quería volver en el tiempo y haber aceptado la realidad, tal vez su hija vivió pero ahora, no lo va hacer de la forma que él quería.

—Ya sabes lo que quiero—continuó—, yo estaré contenta, mi señor estará satisfecho

—¿En serio? —preguntó cansado, al no recibir una respuesta buena, asintió inconforme—. Lo haré —rió aquella bruja maliciosa

No se podía ver por la oscuridad pero está tenía una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro horroroso. Estaba tan satisfecha.

—Ahora vete —dijo molesta—. ¡Vete! antes que me enoje, que mi señor se enoje y te torturemos aquí mismo —amenazó

Éste saco aire por su nariz enojado para después ir a la salida de aquella cueva.

—Es un gusto negociar con usted —se burló la bruja

Nicolás soltó un grito de enojo  ahogado. No podía decir nada más, no debía meterse con ella. Salió de aquella cueva y mientras iba bajando de la montaña observaba a los cuervos arriba de los árboles secos del bosque, éstos lo miraban con detenimiento. Saco su daga de su cinturón y camino con ella alertado, por su seguridad tenía su daga en su mano izquierda, preparado a cualquier cosa. Esa misma noche se vio en la obligación de raptar a un mendigo que vivía en las calles, un pobre, sucio y desnutrido hombre. Con su sangre podrá salvar a su familia, con mucho esfuerzo le puso un saco en la cabeza, le susurró que no gritará mientras lo amenazaba con su daga. Él mendigo en seguida se callo al sentir la parte puntiaguda de la daga de Nicolás en su espalda. Lo llevó hacia la cueva de la bruja y ahí adentro le encajo su daga en el pecho, derramando la sangre de aquel corderito mientras que la bruja reía maliciosa y Nicolás... él solo decía en su mente «Lo siento Dios mío, yo no quise hacerlo» mientras miraba sus manos llenas de sangre con asco y con vergüenza. Ahora su familia vivirá aún más, él duque Nicolás ha salvado a su familia por esta vez la pregunta sería ¿Quién lo salavará a él?. Que Dios guarde a Nicolás y su familia, que Dios salve aquellos inocentes que ellos amén.

A través del Odio| T. C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora