Capitulo 12

102 7 0
                                    

Enrico

Cuando me convertí en comisario del distrito de Trevi, Silvano me dijo que, a partir de ese momento, mi trabajo consistiría en simplificar las cosas. A priori supuso un consejo demasiado impreciso, pero no necesité de mucho tiempo para entender lo que quiso decirme. Y, desde entonces, mi rendimiento, a la hora de llevar a cabo cualquier tipo de operación, superó las expectativas.

Simplificar.

Obtener resultados en el menor tiempo posible.

No solo era una orden de Angelo, sino también una necesidad básica para nuestros planes. Aunque no sería algo que tuviera que idear en poco tiempo. Esta parte de nuestro objetivo llevaba semanas preparada. Así que no me costó nada organizarlo todo. Debía resolver una investigación que nos llevaría semanas en apenas unos días. Mejor dicho, debía fingir que resolvía una investigación.

Había seleccionado a más de un centenar de inspectores y psicólogos forenses cualificados para un interrogatorio de entre todas las comisarías de la ciudad; su desconocimiento sobre la realidad de todo aquello haría que el proceso fuera incluso más real. Después había distribuido a todos los invitados alojados en el hotel en grupos de horario de llegada al recinto con el fin de minimizar la carga de trabajo y obtener resultados de inmediato.

Habíamos organizado las evidencias para que pareciera que Kathia había desaparecido en torno a las cuatro de la madrugada. Por tanto eso facilitaba en gran medida la distribución de grupos.

En apenas tres horas, mis agentes descartaron a más de doscientos invitados como posibles culpables, demostrando coartadas bastante sólidas, y los desalojamos del hotel.

Sí, lo sabía. El culpable no estaba entre ninguno de ellos, pero debía fingir y eso se me daba extraordinariamente bien. Hasta el momento.

No había nadie en el aparcamiento cuando abrí la puerta de un sencillo Ford que había junto a una columna. De haber sido visto no habría tenido ningún tipo de problema dado que yo era el jefe de la investigación y no tenía por qué dar explicaciones sobre mis movimientos. Pero preferí ser prudente y salir sin ser visto. Mucho más si tenía en cuenta con quien iba a reunirme.

Silvano me había enviado un mensaje encriptado. Señal de que debía ir hasta él de inmediato. Lo que me puso bastante nervioso porque no se había establecido ningún tipo de contacto durante el proceso, en caso de que todo marchara como lo teníamos previsto.

Algo no debía estar funcionando.

Fui menguando la marcha conforme me acercaba a mi destino. Silvano había elegido un pequeño aparcamiento junto a las vías de tren que había tras unos edificios en la Via Prenestina. Era un lugar tranquilo, donde un vehículo tan sencillo como el que llevaba no levantaría sospecha.

Él ya esperaba allí, dentro de un vehículo negro acompañado de Emilio, su jefe de seguridad. Salió del interior y comenzó a caminar hacia mi coche, sabía bien cuál era el procedimiento. Segundos más tarde tomó asiento junto a mí.

No nos miramos, no parecía que ninguno de los dos tuviera intención de hacerlo. Silvano respiraba tranquilo, pero mostraba la tensión en sus manos.

Suspiré y me ajusté las gafas de sol mientras inspeccionaba la zona.

—Que tú le des tantos rodeos a lo que vas a decirme no es buen indicador, Silvano —admití comenzando a ponerme más tenso de lo que ya estaba.

El Gabbana me miró y frunció los labios. Iba a hablar y me preparé para cualquier respuesta.

—Alessio lleva dos días en paradero desconocido —dijo con voz ronca—. Ha deshabilitado su número de teléfono. Es imposible localizarle.

5. MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora