capitulo 18

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Enrico

Esa noche, en el hotel, no hubo cambio alguno. Mis agentes seguían trabajando en la investigación. Los invitados interrogados iban desalojando. Todo seguía su curso, como si nada de lo que hubiera vivido en las últimas horas hubiera sucedido. Nadie me observaba diferente, nadie me pidió explicaciones por mucho que yo las esperase. De alguna manera, creí que al llegar se desencadenaría todo, pero al parecer todavía me quedaba una alternativa.

Así que pude encerrarme en mi habitación y dar rienda suelta a la presión que sentía. La última vez que noté la vulnerabilidad absoluta apenas era un crío y las llamas engullían a mi hermana mayor sin miramientos. Desde ese día, jamás creí que volvería a sentirme tan atrapado. Pero, si ahora caía, ¿qué me quedaba? La mujer que amaba, mi hijo, mi compañero... Me necesitaban más fuerte que nunca. Debía resistir y buscar una solución.

Me serví una copa de licor, me bebí el contenido de golpe y lo mantuve en la boca unos segundos.

<<Tengo que arreglar esto...>>, pensé con los ojos cerrados, notando la desesperación, al tiempo en que Sandro irrumpía de súbito en mi habitación con una expresión vacilante y algo más pálida de lo habitual. Su presencia captó toda mi atención con autoridad.

—¿Qué ha pasado?

—Jefe... —Sandro era demasiado jovial, bromeaba incluso en las situaciones más decisivas. Que se mostrara de esa manera me alertaba—. Hemos registrado una grabación. —Enseguida tragó saliva.

—¿Quién participa?

—Valentino y Giovanna. —Torcí el gesto. Aquella información no era tan extraña, ellos habían sido amantes y la Carusso no podía negarse a estar a solas con él si quería disimular. Pero ahí no quedaba la cosa—. Al parecer el Bianchi la capturó y la llevó a su habitación.

Entrecerré los ojos.

—¿Por qué das tantos rodeos para explicarme lo verdaderamente importante, Sandro? La tensión aumentó con la repentina llegada de Thiago.

—Enrico. —Dijo a modo de saludo.

—Thiago, ¿qué tiene de importante esa grabación? Más allá de lo evidente. —Mi segundo enseguida comprendió que Sandro todavía no me había dado la información trascendental.

Tragó saliva y puso los brazos en jarras.

—Valentino ha amenazado a Giovanna. Se ha ejecutado una llamada desde un terminal público.

—Rogar no me ahorraría escuchar el nombre del interlocutor—. A Cristianno.

Sentí como la sangre dejaba de fluir y como mis ojos, aunque observaban un punto fijo, no eran capaces de ver nada. Toda aquella mierda estaba salpicándome incontrolablemente.

Me mordí el labio con fuerza conforme me acercaba a la cómoda. Notaba una insistencia voraz de destruir algo, de liberar aquella repentina violencia que me consumía. Cogí el primer objeto que tuve al alcance y lo lancé contra la pared.

Que se hiciera añicos casi al instante no me calmó ni un ápice.

—Mierda...

Cristianno y Kathia venían de camino. Podrían aterrizar en un aeropuerto que no fuera romano, pero si habían rastreado el número de Cristianno, por mucho que él se hubiera deshecho del

aparato, Valentino no era tonto y se habría encargado de rastrear el avión. No nos quedaba más remedio que aceptar lo que iba a pasar: nos atacarían a todos al mismo tiempo.

5. MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora