capitulo 37

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Cristianno

Aquella había sido la madrugada más dura que recordaba. Pero dejé de pensar en ello en cuanto una puerta se cerró tras de mí.

Después verifiqué mi entorno por pura costumbre. En aquella sala solo estábamos mi padre, Valerio, Alex y los jefes de la seguridad Gabbana: Emilio, Thiago, Sandro y Benjamin. Que nos hubiéramos reunido a primera hora de la mañana tenía sentido. Íbamos a organizar un dispositivo de rescate ahora que teníamos información suficiente del exterior.

Ettore Macchi me había llamado hacia unos minutos y me había advertido de los movimientos que los Carusso y Bianchi tenían previstos para las siguientes cuarenta y ocho horas. Un itinerario perfectamente confeccionado para aumentar nuestra destrucción a través de la prensa y de paso engrandecer la simpatía de la ciudad. Al parecer el cadáver de Angelo había necesitado de bastante... digamos, arreglos para poder presentarlo en un velatorio. Así que a su esposa y compañía no les había quedado más remedio que posponer el velorio a la madrugada del lunes y proceder al entierro la mañana del martes. Lo que suponía que todo aliado del Carusso, incluido Valentino, asistiría a ese triste evento y no tendríamos que preocuparnos por visitas inoportunas cuando decidiéramos iniciar el rescate de Mauro.

Era una noticia bastante atrayente, que nos facilitaba la organización.

Thiago deslizó un mapa sobre la mesa. Eran los planos del centro psiquiátrico de Riano. Había señalado en rojo las entradas y salidas del recinto y marcado con una cinta negra su extensión dejando fuera del círculo el boscaje. También se había encargado de indicar junto a Sandro (su agente de confianza) los diversos grupos de esbirros que el Bianchi había delimitado en toda la zona. Eran entorno a unos cien tipos entre los que se incluía varios de los hombres que habían formado parte del equipo de Enrico. Traidores muy experimentados.

—El recinto dispone de cuatro accesos —indicó Sandro sobre el mapa—. Hemos descartado dos de ellos tras verificar la presencia de controles informatizados. —Básicamente se trataba de las entradas más normales.

—Lo que proponemos es acceder por el túnel que lleva al sótano—comentó Thiago.

Desde luego no era una mala idea. Esa entrada estaba en mitad del bosque y no parecía que gozara de mucha vigilancia, quizás porque nadie se esperaba que alguien descubriera su paradero. Un error que solo comete el mafioso arrogante en exceso.

Pero había algo que nadie parecía tener en cuenta. Aquel lugar era inmenso y disponía de varias plantas. No estaba dispuesto a recorrer todo el perímetro dado que eso alertaría a nuestros enemigos. E incluso podía suponer la muerte de mi primo; con aquel gesto entenderían que no estábamos dispuestos a hacer el intercambio propuesto por Valentino. Era demasiado arriesgado perder el tiempo de esa manera.

Me incorporé y me acerqué un poco más a la mesa.

—No sabemos la ubicación de Mauro—admití—. Podría estar en cualquier parte.

—Exacto —continuó Alex—, creo que lo más adecuado sería distribuirnos en dos grupos. —Esa idea comenzaba a atraerme.

Valerio carraspeó.

—Además tampoco podemos descartar que Xiang Ying esté allí. —Seguramente él ya sabía que su comentario nos dejaría a todos petrificados.

Aunque debía reconocer que el hecho de que estuviera allí, siendo parte de la acción y queriendo participar en ella, me sorprendía sobremanera. Valerio siempre había sido el más tranquilo y armonioso de todos.

—¿Qué tiene que ver la hija de Wang en todo esto? —Casi gruñí. Y él suspiró y se frotó la frente.

—Sarah estuvo encerrada con ella y la descripción que me ha proporcionado de la celda cuadra bastante con estos planos.

5. MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora