LA LUNA DE OTOÑO

359 42 44
                                    

Podía sentir algunos rayos cálidos posados en mi mejilla, el aire entraba por la ventana mientras que movía algunos papeles que estaban en el escritorio enfrente de la cama.

Poco a poco abría los ojos, aunque me costaba acostumbrarme a la iluminación. Me molestaba la luz, así que volví a cerrarlos y quedarme quieta por un buen rato.

Quise mover alguna parte de mi cuerpo, pero cada que lo intentaba sentía un cosquilleo recorrerme desde los pies hasta la cabeza. Lo que más me dolía era la cabeza y la espalda, y algunas punzadas que de repente sentía en mi estómago.

Estaba bastante cómoda, y hubiera seguido así de no ser porque vi en dónde estaba exactamente: la enfermería del refugio. Al bajar un poco la mirada pude ver que tenía una curita en mi brazo izquierdo, a la altura del codo, mientras que en mi cara había una máscara de oxígeno.

¿Sobreviví...?

Intenté levantarme, o por lo menos sentarme sobre la cama, pero volví a sentir algunos dolores por mi cuerpo. Lo único que pude hacer fue abrir bien los ojos y quitarme la máscara para así poder respirar normalmente.

Sobre la mesita de noche estaba un pequeño libro de cuentos y una taza de café vacía.

Alguien estuvo aquí...

Sí, recuerdo que escuché unas voces antes de despertar, creo que eran Ray y Yuugo. Supongo que fueron a almorzar.

Ah... Qué débil soy...

Cuando al fin pude reunir más fuerzas, logré sentarme y mirar el lugar. Quise hablar pero aún no podía del todo.

Podía escuchar a los niños riendo fuera de la enfermería, supongo que ya empezaron sus tareas diarias.

Bueno, quizá ya pueda levantarme e ir a hacer mis deberes. Intenté moverme de nuevo, pero mis piernas no quisieron responder, ni siquiera podía sentirlas. Así que no tuve más opción que volver a quedarme ahí.

¿Cuánto tiempo estuve así? Lo último que recuerdo fue ver a Ray preocupado y a Norman gritando.

Sólo sabía que ya era de día, y a juzgar por el bullicio probablemente eran las 7 u 8 de la mañana.

Quise buscar alguna forma de llamar a alguien, estar ahí sola y sin poder levantarme era bastante molesto. No había nada, tan sólo las cosas que Ray había dejado sobre la mesita de noche.

Me recosté cerrando mis ojos, aunque no para dormir. Aún me dolía la cabeza, y sentía algo de fiebre. ¿Me habré enfermado?

—¿Estás seguro que no viste mal?

—Lo juro —voces...

La puerta se abrió, y cinco personas aparecieron con rostros de emoción luego de verme. Anna incluso estaba llorando, sólo que luego se limpió las lágrimas y fue a sacar algunas cosas de la estantería.

Yuugo y Lucas no hablaban, sólo me observaban, aún así pude sentir su preocupación y alegría por verme despierta. Por su parte, Norman mostró una notable sonrisa mientras se acerca a mí.

Ray sólo se quedó alejado de nosotros, observando desde la puerta. ¿Acaso no va a saludarme?

—Emma... Estás bien... ¿Te duele algo? ¿Quieres alguna cosa? Podemos traerte lo que sea.

—Déjala respirar, gasparin, ¿qué no ves que apenas esta despertando? —y a pesar de sus palabras, el viejo azabache también se acercó y me dio un vaso con agua.

—Ustedes...

—Con calma, antena. Con algo de suerte pudimos traerte a tiempo, bienvenida de vuelta —escuché algunos pasos más que se acercaban desde afuera.

LA NUEVA MINERVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora