LUZ EN LA OSCURIDAD

935 102 25
                                    

—¿E-Emma? —Ray no se movía ni un poco, no parpadeaba, sólo me miraba con sus ojos llorosos.

—Los dejaré solos para que hablen con total comodidad, vendré por ti en un rato, Emma —asentí a las palabras de Peter, quien luego de despedirse, salió por la puerta de metal y la cerró.

La habitación quedó en total silencio, sólo se escuchaba levemente el llanto de Ray. Él seguía en shook, mientras yo veía todo el lugar en el que él vivía.

—Bonita habitación, la mía es casi igual —volví a mirarlo, yo también quería llorar, desahogarme de lo que sentía, aunque aún no era el momento, no aquí. —Ah, por cierto, traje este pastelito, me lo dieron por ser mi cumpleaños, pero en realidad no tengo ganas de comerlo. ¿Lo quieres tú? —extendí mi mano con el postre hacia el pelinegro, quien después reaccionó y corrió hacia mí.

Me abrazó tan rápido que casi me deja sin respiración. Él seguía llorando, cada vez más dejaba llevarse por su llanto, ocultaba su cara en mi hombro. Era más alto que yo ahora, sin embargo sigue siendo el Ray que yo conozco. Acaricié su cabeza, intentando que se calmara, lo cual no lograba conseguir.

El pelinegro sólo dejó salir su tristeza, eso me daba gusto en realidad. Por largos años, él contuvo sus emociones, ocultó lo que sentía, todo para sobrevivir. En este momento, aunque pueda durar sólo 5 minutos, él está llorando, liberando un poco de su tristeza.

—Me estoy cansando de estar parada, ¿no crees que es mejor sentarnos y charlar? —pregunté riéndome un poco, quería seguir abrazada a él, pero mis piernas ya no soportaban sostenerme.

—Sí —él me dejó de abrazarte, y nos dirigimos hacia la mesa del cuarto. Él secó sus lágrimas con la manga de su camisa, yo sólo lo veía. Tenía tantas dudas, y seguramente Ray también, así que esperaré a que pregunte todo lo que quisiera, después le diré lo que haremos hoy. —¿Cómo es que estás aquí, viva y bien? —empezó el interrogatorio.

—De la misma forma que tú. Peter me esperaba en el portón, ofreciéndome la oportunidad de vivir aquí; yo acepté, y pues eso es todo, ¿algo más?

—¿También te administran las drogas? —Ray parecía desesperado por saber una respuesta, luego me puse a analizar su pregunta. ¿"También"? Espera, ¿Ray tiene esas drogas? No, eso no puede ser, Smee me dijo que no le harían eso, me lo prometió, y le creí. ¿Tiene los mismos ataques que yo? ¿Ray morirá también? —¿Estás bien?

—Yo... No, a mí no me dan eso, Peter ordenó desde el inicio que no me dieran eso por mi bienestar y esas cosas, ¿a ti sí te las dan?

—Sí, desde que llegué empezaron con esa mierda de que eran por mi bien, les creí hasta que tuve mi primer ataque y el doctor Smee me dijo qué era eso. Este lugar apesta, me hacen ir todos los días a entrenar con armas disque para proteger al heredero de la promesa, ni siquiera me explicaron bien eso, pero por lo que entendí es una persona especial que tiene como objetivo proteger algo para que los demonios puedan vivir. Por mí, yo mataría a esa persona, ¿por qué heredaría una promesa tan absurda? ¿Qué demonios gana con eso? —Oh cielos, mucha información que procesar. ¿Qué pasará si Ray se entera que yo soy la elegida de Peter para eso? ¿Me matará si acepto? —Hey, ¿estás bien?

—Eh, sí, sólo que tengo una duda, y ya no aguanto más esconderla: ¿por qué no escapaste? —al fin lo dije, la pregunta que me agobiaba desde que lo vi.

—Bueno —dio un largo suspiro, pensando en lo que diría, definitivamente algo malo pasó en mi ausencia. —Mira, Emma, las cosas en casa se pusieron muy mal.

—Cuéntame todo.

—Bien: Norman esa noche cayó al sueldo llorando, gritándote, casi sale de la casa para traerte de vuelta, sin embargo entre Don y yo lo detuvimos y lo llevamos. Desde ese día él cambió, incluso pensamos en olvidar el plan de escape. Yo me rendí aunque leí tu carta, me sentí más culpable, y renuncié a la idea de incendiarme. Le dejé todo a Norman, supongo que cambió de parecer, bien por él.

LA NUEVA MINERVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora