Capitulo 16

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Mantenía mi mirada fija en cualquier lugar de la habitación negándome mirar a la mirada de Daniela. No me sentía confiada de abrirle mi corazón y que supiera todo lo que guardaba dentro sabiendo cual valioso era aquello.

Negué con mi cabeza cerrando mis ojos; tal vez si los cerraba y deseaba con fuerza salir de aquella habitación, al abrirlos se haría realidad, pero no funciono y tenía a Daniela cruzada de brazos frunciendo el ceño.

- Sé que no quieres pero tenemos que hablarlo Poche.

Los minutos pasaban mientras me debatía entre si soltarlo todo o guardarlo para mi aun cuando sabía que este acabaría echo una fiera.

- Poche no me iré hasta que hables; necesito que me digas algo. Rompe tu maldita muralla joder!- dijo alzando la VOZ.

- Tengo miedo Daniela, tengo miedo de salir dañada.

Esta fijo su mirada en mi cuando hable y se acercó tocando mi mejilla.

- No te dañare pequeña ya lo...

- Igual no queriendo pero tu trabajo lo hará y yo no podre soportarlo maldita sea! No quiero que te vayas y esperar sentada esperando a saber cuándo vuelves o si volverás. No quiero que un día vengan y me digan que han encontrado tu cuerpo sin vida lleno de golpes y balas a cause de una pelea, no quiero eso. Ya me han dañado lo suficiente como para saber que no quiero más. Por favor no quiero salir dañada más.

- No puedo prometerte que a causa del trabajo no te dañe pero no puedo dejarlo, no ahora porque todo está muy movido.

La conversación quedo estancada ahí pero yo ya había dicho lo que tenía que decir y Daniela parecía satisfecha con aquello.

- Te dejare para que descanses. Llamame si necesitas algo, hoy me quedare en casa contigo. Y nada de peros Poche.- dijo cuando fui a hablar.

Cerré mi boca y me volví a tumbar cerrando mis ojos, escuchando como la puerta se cerraba suavemente y el nerviosismo dejaba paso al cansancio y me volví a quedar profundamente dormida.

Desperté cuando Daniela me llamo para bajar a comer y con gran pesadez salí de la cama y baje las escaleras sintiendo todas las dolencias en mis piernas. Cuando llegue a la mesa me senté en la silla acordándome en nunca volver a hacer tanto ejercicio.

La comida llego y ni tenía ganas de comer pero Daniela me obligo a comer algo para después darme una pastilla que redujera mis molestias. Prefería tener resaca antes de tener las dolencias que tenía.

Me pasaba los días limpiando, ordenando, cocinando y viendo la televisión o sino intentando convencer a los chicos que me enseñaran a entrenar o a defenderme de cualquier cosa, pero su respuesta siempre era de quien vas a tener que defenderte dentro de esta casa? Y cuando puedas salir serás intocable para todo el mundo, y eso me sacaba de quicio. Podría ser intocable según ellos, pero siempre hay en este mundo algún estúpido dispuesto a correr con las consecuencias y para entonces quería estar lista.

Durante esos días echaba de menos a la madre de los chicos, porque al menos ella venía a pasar el día conmigo y me hacia compañía y volvíamos locos a los chicos mandándoles a comprar cosas para nuestras recetas que raramente salían bien. Se me daba bien la cocina, pero no tanto la repostería y eso que era una de mis cosas favoritas para comer.

Cuando ella se iba, los chicos se dedicaban a fastidiarme al igual que yo lo hacía durante el día hasta que explotaba y los mandaba a la mierda mientras subía a la habitación echando humo y cerraba de un portazo, entonces una vez Daniela estuviera en casa vendría a la habitación y me haría bajar para que los chicos me pidieran perdón y yo como persona madura que era, cuando ella no veía les sacaba la lengua y les hacía burla, obvio que todo esto era una especie de broma que teníamos y que yo siempre ganaba con un puchero que le ponía a Daniela, por muy dura y muy jefa de una mafia que fuera, el puchero de una chica adorable siempre le ganaba y de eso me valía yo para vengarme de los chicos.

Desde que Dani supo lo de mis clases de defensa personal y tiro, se dedicó a darme la lata hasta que acepte que fuera mi profesora pero que a final nunca acabábamos dando clase sino haciendo el tonto, peleándonos o besándonos como chicas en plena adolescencia.

La relación con Steve era genial pero no se le veía muy cómodo con el comienzo de relación que su hermana y yo teníamos y me lo dejo claro cuando hablo conmigo y me dijo que estaba feliz porque las dos éramos felices pero que esperaba que nada saliera mal porque conviviendo juntas seria como si una guerra empezara en la casa. Yo también había estado pensando en eso, pero al final pensé que era mejor arriesgarse y tener la opción de que saliera mal que no hacerlo y siempre pensar en el que pudo ser.

- Daniela, Steve bajáis o me voy?- grite desde la planta baja cuando los vi aparecer- Dios mío, tardáis más que una mujer!

Los chicos que estaban en la puerta esperándonos, se rieron hasta más no poder y creo que alguno acabo echando alguna lagrimita que otra por la risa. Hoy íbamos a un club nuevo que inaguraban y que una invitación le había llegado a Daniela, asique no nos negamos y fuimos a pasarnola bien.

El club era genial, pero no me hacía mucha gracia que las camareras fueran bien ligeras de ropa mientras que los hombres llevaban una camiseta negra y pantalones cortos, era una discriminación en toda regla y quise poner una reclamación pero claro, los chicos me lo negaron hasta que me senté en una mesa y deje que ellos se comieran a todas con la mirada, ninguno de ellos se percató en las casi cuatro horas que estuvimos ahí en mi presencia en la pequeña sala VIP donde estaba, ellos estaban bailando y bebiendo, pasándoselo bien eh incluso Daniela.

Baje a la barra harta de estar allí y fui a donde uno de los camareros a pedirle algo de beber, estaba dispuesta a mantenerme sobria esta noche para mañana poder joderles el día y cobrarme la revancha de esta noche.

- Que quieres tomar preciosa?- me dijo al oído el camarero.

- Cualquier cosa sin alcohol, tengo que cuidar de aquel grupo.- grite por encima de la música señalando al grupo donde todos los chicos estaban.

-Sígueme por aquí que te preparare algo especial.

Le seguí hasta que llegamos al final de la barra por donde los camareros y camareras salían hacia las mesas y ahí me senté en una silla mientras le veía traer botellas, sin alcohol, al chico.

- Por cierto, cómo te llamas?- le pregunte.

- Jake. Y cómo te llamas tu preciosa?

Antes de contestar vi como su cara se desfiguraba mientras miraba detrás de mí, me gire y vi a Daniela, junto con Steve y el resto de chicos con cara de pocos amigos.

- Esta preciosura de aquí se llama mi esposa, asique aléjate si no quieres problemas.

Jake salió corriendo cuando Daniela le dijo eso y yo salí de allí sin decir palabra. Una vez llegamos a casa, después de pasar toda la vuelta en silencio mientras ellos seguían comentando cual idiota y asustado parecía Jake.

- Te estaba comiendo con la mirada Poche.- dijo uno de los chicos.

- Y ustedes se la pasaron las cuatro malditas horas comiéndose con la mirada a las camareras que más que eso parecían putas baratas y dejándome sola en la mesa, asique no tenéis nada que reprochar. Y ahora si queréis que mañana las cosas estén bien todos a dormir, no los quiero aguantar más.

Todos se fueron a sus respectivas habitaciones mientras que Daniela y Steve se quedaron en la cocina comiendo algo que había preparado antes de salir sabiendo cuales serían las consecuencias.

Sabía que mañana solo sería una anécdota más que contar y de la que reír pero ahora mismo todo me podía llegar a enojar, y por eso preferí dejar las cosas de esta manera, quería seguir estando bien con todos, en especial con Daniela, la cual no dijo ningún comentario al respecto.

Casada con una mafiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora