Inmensamente pequeño

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Y llegó un momento que no podía ni llorar, no podía expresar aquello que no me dejaba respirar, empezaba por dejarme paralizado el pecho y poco a poco iba bajando hasta cubrir todo el cuerpo.
Ojalá nadie se sintiera atrapado en una alma insuficiente, en una alma que se siente tonta por no tenerse presente.
Esos ojos de cristal estaban cansados de no poder llorar, habían dejado cada lágrima en aquel recuerdo de su infancia, estaban cansados de leer esos versos que reflejaban su triste realidad y que leía con la piel de gallina, estaba cansada de no poder dormir sin una música que cubriera esos pensamientos que la estaban destrozando por dentro.
Pero un día apareció algo que lo cambió todo, con una sola mirada ese animal me cambió mi manera de pensar, para él todo era jugar, él se paraba a mirar cada flor cuando íbamos a pasear.
Sin darse cuenta al paso del tiempo, ese pequeño perrito enseño a mi alma a vivir en el presente y a pasar más tiempo con la gente que me quiere, a disfrutar de cada pequeño detalle que nos da la vida y pasamos por delante.
Era la primera vez que podía decir la palabra amar y sentirla de verdad.
Ese pequeño animal me enseñó una forma abstracta para decir lo que siento, una ilusión óptica para un ciego.

- Él me enseñó que para amar no hacen falta palabras y yo escribí 500 cartas.

Un trocito de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora