24| Distancia

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El pelirrojo los saludó con entusiasmo y se reunió con ellos.

Por otro lado, el cuerpo de Langa quedó paralizado y no pudo seguir a Reki. Simplemente se limitó a observar la situación manteniendo una cierta distancia.

Empezó a hablar con aquellos chicos. En total había cinco y la mayoría eran compañeros de su instituto.

—¡Ey! No esperaba verte por aquí —anunció un joven moreno y con gafas—. No te has dejado ver desde que las clases terminaron.

—Lo sé, lo sé. He estado ocupado. Ya sabes, patinado y eso —respondió sonriente.

—¿Has venido con alguien? —preguntó.

—Ah... Por ahora estoy solo —mintió mirando sutilmente a Langa, el cual desvió la mirada de inmediato.

Reki se sorprendió ante la reacción de su amigo. Parecía molesto.

—¿Por qué no te unes a nosotros? Estábamos a punto de ir a comer —declaró y señaló hacia unas mesas.

—Gracias por la invitación, pero estoy esperando a que llegue una persona. Así que...

—¡¿Acaso es una cita?! —comentó otro de ellos bastante emocionado.

—¡¿Qué?! No, no es eso —replicó nervioso. Su cara se había tornado roja debido al comentario.

—No nos habías dicho que tenías novia. Buena suerte con ello —exclamó un chico alto y delgado, a la vez que le daba una palmadita en el hombro.

Segundos después, los jóvenes se despidieron del pelirrojo y se alejaron a paso ligero.

Reki soltó un suspiro de alivio. Se llevaba bien con sus compañeros, de hecho, siempre habían sido agradables con él.

No obstante, a veces podían ser demasiado entrometidos.

Volvió hacia donde estaba su amigo e intentó llamar su atención. A pesar de eso, Langa seguía evitando hacer contacto visual.

Para ser honestos, al de cabello azul le resultó difícil mantener su vista apartada de la del contrario, ya que amaba admirar aquellos ojos que le transmitían tanta calma.

Sin embargo y por algún motivo, algo en su interior estaba perturbándolo.

Había contemplado la escena con total sigilo y sin perder detalle alguno de la conversación. Escuchando cada palabra y cada frase que salía de las bocas de los adolescentes. Se notaba que eran buenas personas y no tenía nada en contra de ellos.

Pero su corazón sentía una inquietud inexplicable. Incluso notó como varios pinchazos lo atormentaban.

Era como si estuvieran clavando pequeños alfileres en este órgano que parecía que pronto se quebraría. Su barriga también dolía y en su garganta se había formado un nudo enorme que lo asfixiaba.

Sabía que Reki era una persona muy extrovertida y no era de extrañar que tuviese una increíble capacidad para relacionarse con la gente. Aunque saberlo no hacía que se sintiera menos inseguro.

Langa temía ser reemplazado y quedar en un segundo plano.

¿Qué pasaba si alguien mejor que él llegaba a la vida del pelirrojo?

Supuso que algún día eso sucedería, y la verdad es que no estaba preparado para enfrentarse a esa realidad. Era consciente de que Reki estaba en su total derecho de tener más amigos que no fuesen él.

Y hay que remarcar que no estaba enfadado con el muchacho. Al contrario, lo estaba con él mismo por pensar y sentirse de esa manera.

Eran unos sentimientos que aún no comprendía.

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