━ ࣪ 𓄹 ⊹ 𝐄𝐕𝐄𝐑𝐘𝐁𝐎𝐃𝐘 𝐃𝐈𝐄𝐒 ᵎᵎ ✧️
🏹〻❨this is a clint barton fanfiction❩
━━ DÓNDE. . . Eeva Von Strucker se promete matar a los asesinos de su padre, pero acaba uniéndose a ellos al conocer la verdad.
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━━ DÓNDE. . . Eeva result...
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𝟎𝟐𝟑.┊JUST LIKE HER ೃ ❛ Guys, it's not her. It's imposible ❜
Sarah suspiró. Tener que trabajar las noches antes de Navidad era algo que había estado intentando evitar todo el año, pero desafortunadamente el bastardo de su jefe no le había podido dar la noche libre porque ya lo había hecho con la mayoría de camareros y cocineros. ¡Incluso él estaba en su casa disfrutando la víspera!
Su compañero le pasó un plato pequeño de plata con una nota y le dijo que debía llevarla a la mesa cinco y no cobrarles porque era alguien especial. Sarah frunció el ceño, no porque no supiera que había alguien especial cenando en el restaurante, sino porque se habían comido cuatro cangrejos enteros, unas galletas de la suerte, dos tiramisús y una tarta de chocolate. Normalmente, cuando alguien pedía tanta comida, la mitad había que desecharla.
Sarah cruzó el comedor, sabiéndose las mesas de memoria, y llegó a la mesa cinco, la cual, irónicamente, era para cuatro. Había tres niños sentados y un adulto dándole la espalda. Sarah sonrió. Podría haberle tocado una mesa muchísimo peor. Una vez tuvo que lidiar con una mujer a la que no le había gustado para nada la comida y se la había comido toda. Al final tuvo que servirle otro plato y no echarla del restaurante como a ella le hubiera gustado.
— Buenas noches, familia. Aquí tienes.
Dejó el plato sobre la mesa, junto al adulto. Él se giró y la sonrisa que momentos antes estaba colocada en sus labios fue decayendo poco a poco. Sus ojos, de un precioso azul grisáceo, se quedaron fijos en el rostro de la camarera, recorriendo cada centímetro con notoria sorpresa. Sarah miró a los niños y se sorprendió al ver que estaba igual, mirándola como si hubieran visto a un alienígena. La niña tenía la boca abierta, el niño más mayor había dejado de partir el pan y estaba igual que su hermana, y el niño más pequeño había dejado de jugar con sus coches de juguete.
Sarah se preocupó. Tal vez habían comido demasiados cangrejos.
— ¿Estáis bien? ¿Necesitáis algo o...?
El adulto negó con la cabeza, cerró los ojos varios segundos y volvió a mirarla con una sonrisa.
— No, no. Estamos perfectamente, aunque creo que nos hemos pasado con los cangrejos — se rió. Miró el precio que supuestamente debía estar escrito en la nota, pero no había ni rastro de ella. — ¿Cuánto es?
— Oh. Según el jefe, la casa invita — respondió ella. Algo golpeó su pierna, miró al suelo y se agachó para coger el cochecito de juguete rojo que el niño más pequeño había tirado. Se lo devolvió con una sonrisa. — Debes estar muy feliz, es un coche muy bonito.
