Capítulo veinticuatro

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Ya han pasado varios meses desde la inauguración de la panadería. Peeta hornea y se ocupa del negocio hasta el mediodía, volviendo a asistir a Delly a la hora de cerrar; yo salgo con el pero me voy a cazar al bosque; y Haymitch cría sus gansos intercalando esa responsabilidad con días de borrachera y melancolía. Peeta vive conmigo. No se ha mudado oficialmente, pero solo va unas veces a la semana a su casa para buscar algo que le hace falta, algo que no haya traído ya. Sigue habiendo momentos en que se agarra al respaldo de una silla y se aferra a ella hasta que acaba el flashback, y yo me despierto a veces gritando por culpa de las pesadillas. Sin embargo, sus brazos están ahí para consolarme y, al cabo de un tiempo, también sus labios. No me había besado desde el día en que partí para volver a el siendo un poco más yo... Siendo un poco más merecedora de su amor. Pero esa noche sucedió.

-Katniss, preciosa... Ya está. Ya pasó. Era una horrenda pesadilla.-Decía mientras me acunaba.

-Peeta. No me sueltes. Abrázame más fuerte y mantenme aquí a tu lado o juro que voy a volverme loca.

Me envolvió tiernamente con sus brazos fuertes y reposé mi cabeza en su pecho. Con los ojos cerrados disfruté de su aroma a vainilla y a pan recién horneado... Mi aroma favorito en este mundo. Cuando abrí los ojos lo vi. Tenía puesto su pantalón azul de pijama y una remera blanca. Estaba totalmente despeinado dándole un toque sexy y despreocupado. Todo el estaba precioso, pero siempre sus ojos son los que me hacen perderme. Me miraba de esa forma intensa que hacía que un bichito me picara en el interior. Pasó en un instante. Como si nuestras almas estuviesen unidas a través de hilos invisibles e indestructibles, me besó. Fue un beso fugaz. Posó su frente sobre la mía y suspiró, para después besarme con la intensidad que solía hacerlo cada vez que unía su boca a la mía.

El tiempo transcurría rápidamente y por primera vez, los dos volvíamos a sonreír. Por supuesto que Peeta era el simpático de los dos, por lo que lo de las sonrisas arrebatadoras se le daban mejor a el que a mi y yo siempre quedaba mirándolo como boba y con el corazón latiendo más rápido que el batir de las alas de un colibrí. Se oían los comentarios de todo el districto acerca de nuestra "relación", pero ni nosotros sabíamos muy bien que éramos. Durante el día éramos buenos amigos. No teníamos más demostraciones de cariño que una tierna caricia o un dulce beso en la mejilla; pero por las noches éramos algo más que no tenía definición. En casa éramos una pareja. Dormíamos juntos y luego de una pesadilla nuestros intercambios amorosos se cargaban de sentimiento y desesperación. En un principio eso era suficiente pero ya estaba comenzando a sabernos a poco. Ambos nos quedábamos queriendo más aunque ninguno de los dos decía nada por temor de arruinar lo que teníamos.

Ese día habíamos pasado una bella jornada en el lago. Habíamos estado más cerca, pero no nos habíamos besado a pesar de estarlo deseando. Cuando llegó la noche estaba tan feliz que hasta yo estaba sorprendida de la gran sonrisa que no podía apartar de mi cara. Me terminé de bañar y me puse uno de los lindos camisones que Cinna había creado para mí. Hacía tiempo que me había vuelto algo más coqueta; es que quería que Peeta me viese siempre linda, pero sin dejar de ver a la Katniss de la que un día se enamoró. Cuando entré al cuarto lo vi sentado en la cama leyendo. Estaba el dormitorio en penumbras, a penas iluminado por la tenue luz de su velador. La visión que tuve fue definitiva. Estaba vestido solo con un pantalón de pijama negro porque el calor estaba azotándonos y la brisa que se colaba por la ventana no hacía mella en el. Se lo veía totalmente concentrado en su libro. Sus rizos rubios húmedos después de la ducha, sus músculos perfectamente torneados por cargar las bolsas de harina y ese pantalón que tan bien le sentaban, fueron como un golpe que me dejó sin respiración. Como percibiéndome, cerró el libro y lo dejó en su mesita de luz girándose para invitarme a recostarme a su lado. Al ver que no me movía se levantó como una pantera a buscarme. Llegó hasta mí y me tomó en sus brazos. En ese momento volví a sentir el hambre que se apoderó de mí en la playa y supe que necesito más de mi diente de león en primavera, del brillante color amarillo que significa renacimiento y no destrucción.

-Preciosa, ¿Qué pasa?-Me dijo en ese tono dulce de voz que solo usaba conmigo.

Estaba sin habla disfrutando del momento. No quería que nada, ni nadie rompiese esa conexión que teníamos. Por fin entendió que era lo que pasaba, porque dijo:

-¿Sientes lo mismo que yo?¿Sientes ese cable invisible que te atrae hacia mi, que hace que no puedas pensar en otra cosa cuando me tienes enfrente?

-Peeta, antes eran solo tus besos los que me dejaban sin habla, pero ahora verte supone un golpe que me deja tonta... Y... Verte asi, como estás ahora-Dije sintiendo que se había ruborizado todo mi cuerpo.-Supone quedarme sin aire y no querer dejar de mirarte nunca...

-Supone sentir que el fuego me quema por dentro y la devoción por ti se apodera de todo mi ser.-Dijo completando la frase.

No le contesté. Estaba profundamente conmovida y necesitaba besarlo hasta que mi mente perdiese el sentido. Me despegué de su pecho y rodee su cuello con mis brazos disponiéndome a besarlo como nunca antes. El me tomo por la cintura y me regaló su vida y su alma con ese beso; y yo le entregue todo de mí, sabiendo que mi corazón sería suyo por siempre. Fue un beso apasionado, lleno de amor, dulzura y devoción. Luego de un largo rato se separó de mí y me miró con sus ojos azules cargados de emoción.

-Me amas. ¿Real o no?

-Real.

Esa única palabra cambió mi vida para siempre. En realidad, ese chico de cabellos rubios y ojos azules como el mar, había cambiado mi destino para siempre el día en que se enamoró de mi. Desde ese día era mi chico del pan, mi vida, mi todo.


Y queridos lectores hemos llegado al fín de ésta historia.

Solo queda el epílogo para cerrarla con broche de oro.

¿Tienen ganas de leerlo?


La búsqueda del diente de leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora