Capítulo cinco

308 28 0
                                    

Cierro la puerta de la casa y veo que ha caído la tarde. Esto de pensar me lleva mucho tiempo porque los días se me escapan rápidamente. Cruzo casi volando, la calle que separa su casa de la mía, y me encuentro golpeando fuertemente la puerta. Luego de un rato veo que no hay luces encendidas y entro en pánico. ¿Y si se fue? ¿Si sigo lastimándolo tanto que ya no quiere ser ni mi amigo? Mientras me encamino hacia el pueblo, le pido al cielo encontrarlo, que esté dando un paseo. Hago además, una nota mental para recordarme ser más comprensiva y abierta con el. Al cabo de algunos minutos me encuentro en lo que era la plaza principal, hoy un lugar lleno de escombros que me recuerdan todo tipo de horrores. Mientras observo los restos de mi districto es cuando lo veo. Está allí sentado entre los restos de lo que era la panadería de su familia. No hay lágrimas en sus ojos pero si parece no estar en este mundo. Verlo así me angustia tanto que no puedo soportarlo. Esta guerra no solo le quitó a su familia, a su hogar, sino que lo cambió drásticamente para siempre. Despacio me acerco y por un fuerte impulso, lo abrazo por detrás apoyando mi mejilla contra la suya, sintiendo su dolor. De repente y sin quererlo, las lágrimas ruedan por mi mejilla... No lloro por mi, ni por lo que perdí; lloro por él, por mi dulce chico del pan.

-Hey, Katniss... ¿Qué sucede?-Dice mientras se da vuelta para mirarme haciendo que lo suelte.

-Es que... Peeta, he sido tan egoísta todo este tiempo. He estado tan sumida en mi propio dolor que no pude ver el de los demás... No he podido ver hasta ahora lo mucho que debes haber sufrido y lo mucho que debes extrañarlos.-Le digo mirándolo fijamente.

-Ven aquí preciosa-Dice extendiéndome sus brazos para que me acurruque junto a el.-No llores por mi. Es verdad que lo que pasó no ha sido fácil, que nunca podré decirles lo que los quería; pero no quiero que te angusties por algo que ya no tiene remedio.

Como siempre está pensando en mi, antes que en el. Siempre relegando sus sentimientos para poner en primer lugar mis necesidades. Es tan reconfortante estar sumida en su abrazo que el tiempo pasa volando. Cuando empieza a caer la tarde, me incorporo arrastrando a Peeta a hacerlo conmigo.

-Ven Peeta, vamos que se está haciendo tarde y pronto se irá el poco sol que queda dejando lugar al frio de la noche. Te acompañaré hasta tu casa y te haré la cena.-Le digo con mucha determinación.

-Vaya... Emmm... No hace falta Katniss.-Me dice mientras emprendemos el camino de vuelta.- Te acompaño a casa y te prometo que después de ver cómo está Haymitch, me iré a la mia.

Lo primero que se me ocurre pensar es que no quiere mi compañía, pero luego comprendo que lo que no quiere es comer mis horribles comidas. El sabe que no soy buena cocinando pero nunca iba a decírmelo.

-Peeta, vayamos juntos a lo de Haymitch y luego te dejo en tu casa si no quieres que te prepare la cena. Pero quiero saber que estás bien, a salvo.

Me mira fijamente y se detiene...

-Una vez me dijiste que ahora que me tenías querías ponerme a salvo para que nadie pudiese hacerme daño y me besaste ¿Real o no real?

-Real.-Digo mientras los miro fijamente a los ojos sopesando si esta es una simple pregunta que hará que rellene sus recuerdos o si lo preguntó para saber si en ese entonces lo dije de verdad. Da igual porque la respuesta es la misma.

Me toma de la mano y continuamos andando a lo de Haymitch. Cuando llegamos lo oímos hablando con Plutarch. Cuando repara en nosotros cuelga rápidamente.

-¿Estabas pidiendo una dotación de alcohol para no sufrir por el desabastecimiento?

-No preciosa, estaba pidiendo unos animales para tener en que ocuparme hasta que llegue el alcohol. Pero... ¿Que hacen ustedes aquí, juntos y de la mano?

Inmediatamente intento soltar la mano de Peeta, pero este no me deja y le responde rápidamente a nuestro mentor que solo queríamos saber cómo se encontraba, si necesitaba algo y si tenía comida. Calculo que por la resaca, Haymitch no está tan rápido como para contestar nada sarcático, así que salimos de la casa enseguida. Nos detenemos bajo el umbral de la casa de Peeta. Cuando estoy a punto de despedirme, me mira y me pide que me quede

-Katniss, cena conmigo. Pero yo cocino, porque por lo que recuerdo, a ti no se te da tan bien como a mi.-Dice sonriendo.

-Esta bien.-le digo riéndome.-Pero que conste que hago lo que puedo.-Termino de decirle mientras me arrastra feliz hasta el interior de su cocina.

La búsqueda del diente de leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora