Epílogo

239 12 0
                                    

Habían pasado varios años desde esa noche que cambió nuestros días para siempre. Pero Peeta insistía en construir un mundo perfecto para nosotros. Esa tarde fui a buscarlo a la panadería, porque le gustaba que hiciéramos algo especial en el aniversario del "Real" como le decíamos nosotros. A su pedido, me había arreglado de pies a cabeza. Si bien no era de las vanidosas, me encantaba ponerme los vestidos que Effie me enviaba porque su mirada se iluminaba aún más cuando me veía con ellos. Para la ocasión había elegido uno sencillo de color verde claro que resaltaba mi pelo oscuro y mi piel aceitunada. Nada muy pomposo ya que el sol seguía brillando en el cielo y el calorcito primaveral ya se había empezado a sentir. Al llegar a la panadería no lo encontré y gracias a la nota que le había dejado a Delly, fui a buscarlo al bosque. Antes de llegar a la casita del lago, lo vi y sentí que el corazón se me salía del pecho. Ahí estaba el, mi diente de león, el hombre más perfecto que había conocido. Caminaba nervioso de aquí para allá. Vestía una ajustada camisa color manteca y unos pantalones de sastre color arena que le caían como si se los hubiesen cocido puestos. Había combinado todo con un cinturón y los zapatos marrones. El sol caía sobre su rubio cabello dándole un halo de luz, transformándolo en una visión de otro mundo. Cuando comenzó a remangarse la camisa y a alborotarse el pelo, decidí acercarme. No podía dejarlo esperándome, aunque me hubiese pasado la vida entera viéndolo. Lo asalté por la espalda abrazándolo y sentí como su cuerpo se relajó inmediatamente.

-Estaba preocupado preciosa. Pensé que te había pasado algo.-Dijo cerrando los ojos y respirando profundamente.

-Es que me demoré un poco. Sabes que no soy ducha con los maquillajes que me envía Effie. Además... me detuve un rato largo viendo a cierto panadero que caminaba por aquí. Se veía tan...- dije girándome para verlo a la cara.- Tan hermoso con ese atuendo bajo los rayos de sol...

-Todavía me parece increíble oírte decir eso.-Dijo antes de darme un profundo beso.-Me desarmas. Estoy totalmente convencido de que no podría vivir sin ti.

Sin darme tiempo a nada, hincó una rodilla en la pradera y sacando un anillo de su bolsillo me dijo...

-No es así como tenía pensado que sería, pero tú siempre desbaratas mis planes en lo que a ti respecta; Porque no puedo pensar con claridad cuando te veo, porque pierdo el sentido cuando estás cerca y siento que vuelo cuando estamos juntos... Katniss Everdeeen, soy tuyo desde ese día que te vi por primera vez... te regalo todo lo que soy y todo lo que seré, te entrego mi vida y mi alma... me entrego a ti por completo. Déjame formalizar mi entrega a ti, a adorarte todo lo que me queda de vida... Cásate conmigo.

Ahí estaba él. Mi sueño más perfecto, mi realidad más increíble. El hombre que desde que tenía uso de razón hacía cualquier cosa por mi, pidiéndome que me de permiso para ser feliz y entregándome todo a cambio. Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas y una sonrisa surcó mi rostro. Me abalancé hacia el, tumbándonos en el pasto y besándolo solo pude decir...-Si.

Nos besamos hasta que mis lágrimas desaparecieron. Y luego me colocó el anillo en la mano derecha. Cuando lo ví, no pude más que besarlo aún más. Era un anillo de oro blanco con nuestra perla engarzada en el centro.

-Peeta, no puede ser más perfecto. Nada puede ser más perfecto que todo tu. Te amo tanto que duele...

-Mmmmm... Es verdad y me alegra que sigas sintiendo lo mismo que yo siento por ti preciosa.- Me decía mientras me besaba por toda la cara.

Habían pasado más de diez años ya desde ese entonces y el seguía siendo tan bello que dolía verlo. Me había quedado dormida en el mismo lugar en el que me había propuesto casamiento, viendo a nuestros hijos correr alrededor del lago junto a el.

-Peeta, ¡Ya! Los niños están mirándonos.-Le dije entre risas ya que me estaba haciendo cosquillas.

-Vengan que mamá necesita una ayudita para levantarse. Dijo con esa sonrisa arrebatadora.

La búsqueda del diente de leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora