UNA GUERRA DECLARADA

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Cocinando Al Amor

Capítulo 1

Albert, el mayor de aquellos niños, apuntaba en su diario personal, aquel nombre qué no olvidaría por nada del mundo.

En una reunión en el Palacio Nacional, para festejar la independencia de México; se encontraba reunidos toda la plana mayor de empresarios tanto mexicanos como extranjeros, Martín White y sus grandes  chefs eran encargados de realizar aquella cena especial, el platillo por excelencia Chiles en Nogada, Pozole Blanco, Mole Oaxaqueño, Codorniz en Mole de Petalos de Rosas, sopa Azteca, y el famoso Pozol y Tejuino como bebidas principales.

Pauna Maria y William Alexander Ardlay, vieron cómo el Presidente felicitaba a Martín White, por aquella extraordinaria selección de platillos, William Alexander Ardlay,  se acercó ante Martin White  y pidió a su mujer acercarse para felicitarlo. Pauna para no hacer quedar mal a su esposo lo saludo por mera cortesía, y vío la sonrisa cínica qué le mostró White. Y ella le lanzó una mirada penetrante, para dejar en claro su postura, pero a Martín  White poco le importó, W. Alexander Ardlay, observó la tensión entre ambos, y que no pasó desapercibida para él Patriarca del Clan Ardlay.

Al retirarse ambos empresarios de la cena gala presidencial, al subir a la camioneta lujosa Lincon Blanca último modelo, al cerrar la puerta donde George Villers la manejaba, sin dudar William Alexander enfrentó a su esposa.

-¿Me quieres explicar qué pasó?, inquirió su esposo.

-Nada, no pasó nada,  respondía de manera molesta Pauna.

Y su esposo le habló, bien, si tú no me dices lo qué ocurrió, yo no podré ayudarte amor.

Y su esposa se hecho a llorar, y al fin confesó entre lágrimas de dolor, sí se sentía humillada de la peor forma le confesó al fin.

Cuándo tú te fuiste de viaje de negocios a Sudamérica, yo tuve la  brillante idea de poner un pequeño restaurant, enfrente del Hotel de la Ciudad de México, sí  se qué fue un atrevimiento de mi parte, ¿sabes?, fue un mes maravilloso, me sentía útil, y un día sin más, ese viejo, mandó policías y destrozaron el lugar y mandó a amenazarme, los niños estaban asustados, pero salimos ilesos afortunadamente,  y a los quince días vendí  el local. -¡lo odio!-, por qué actuó cómo si no hubiera hecho nada. ¿Cómo puede ser tan hipócrita?.

-¿Porqué no me lo habías dicho?, ¿por qué hasta ahora?, cuestionaba su esposo.

-Tenia miedo de qué esto pasará a mayores. Respondía su esposa.

En el volante de aquella Camioneta y atentó a aquella conversación se encontraba George qué esperaba futuras indicaciones de su jefe.

-William Alexander, volvió a cuestionarla, ¿tenías toda la documentación en regla para la operación del lugar?.

-No, respondió Pauna.

-¡Por Dios!, Pauna ¿en qué estabas pensando?, me hubieras pedido ayuda, yo hablaré con él  presidente y ya me escuchará Martín White, aunque....  e hizo un largo silencio. Miró  a George y le ordenó, llama a Luis Damian Castro, Daniel Fernández de Cervantes  y diles qué si estoy interesado en invertir en el ramo hotelero.

-La Guerra estaba declarada.

Continuará

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