Imprevistos

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Cocinando Al Amor, 
Capitulo 25

-Después de que Albert, se vistió  y dejara el baño para qué Candy lo usará se dirigió a la cocina y abrió la nevera, y no había nada, se tocó con las manos su rostro y una gran jaqueca amenazaba con llegar, no sólo no tenía hambre, ya era de noche y no conocía el lugar, rápidamente marcó el teléfono de Isaura, su secretaria, qué al recibir la llamada de William Alexander Ardlay y George Villers, ella con él corazón en un puño le dijó qué vería la forma de hacérsela llegar y que lamentaba qué sus identificaciones no las tuviera a mano para poder hacer más efectiva la ayuda.

Candy al salir de la ducha, se adentro a la cocina y abrió la nevera y no vio nada, su estómago reclamaba alimento, y salió del lugar, lo miró a los ojos y quería decirle palabras de aliento, pero como siempre su mente no coordinaba con la lengua.
-¿Ya hablaste con tú familia?.

Albert contestó, hable con mí asistente, pero cómo no me dejaron nada, no queda más qué esperar qué vengan y me ayuden.

Candy, lo miró y le dijó yo sólo tengo mi identificación y pasaporte dile qué te manden dinero,y sobre todo qué saquen copia de tus documentos oficiales.
Por cierto, ¡tu dormirás en la sala!.

El rubio la miró y le contestó: -¡Oígame bien señorita!, yo tengo el mismo derecho qué usted en acostarme en esa cama.

-La rubia hechizera de ojos verdes, le replicó: -¡Cierto!, es verdad lo qué usted dice, a cerca de qué tendría el mismo derecho se usar la mitad de la cama, pero yo no le tengo confianza después de qué... he hizo un largo silencio y al verlo ir hacía la recámara, le dijó  por fin,  -¡Usted!, me estuvo manoseando todo el camino qué hicimos en el transporte público.

Albert al ver la forma en cómo le reclamaba de esa manera, tan tierna y tan inocente se hecho a reír, y le contestó,: 
-Discúlpe señorita, pero si no se dío cuenta yo le recuerdo, al tomar el autobús ambos veníamos parados, no había asientos disponibles, había muchísima gente en los pasillos, por eso te arrinconé en ese pequeño espacio,  si sentiste algo fuera de lo normal, créeme fue involuntario, de haber sabido, ni me acercó a tí, cómo a partir de ahora no lo haré. Ahora el hecho de qué yo lo reconozca no me hace un depravado, pero para qué veas qué hay buena voluntad de mi parte, estoy dispuesto a dividir la cama, y poner una cortina en medio de los dos.

-Eres un,... un ... depravado, un sucio, decía Candy.

Mientras Albert, movía su rostro de un lado al otro mientras decia: -Ni lo uno ni lo otro, yo solo defiendo mi derecho a dormir decentemente, ustedes luchan por la igualdad y equidad de género, así qué debes indicarme qué mitad  vas a tomar.

-Es cierto lo que dice tu mujer, la Karen esa, qué tú eres un abusivo, decía una muy molesta Candy.

El rubio la miró bastante molestó y le dío una almohada , una cobija abrió la puerta y le dijó  de forma sería,  -¡El sofá te está esperando!.
Y acto seguido se acostó en la cama y cerró los ojos.

-Candy sabía qué había cometido un error y salió de la recámara se acostó en el sofá, trato de dormir pero aquello era imposible, y se dirigió rumbo a la recámara, abrió la puerta y acto seguido se acostó en el otro lado de la cama, se acomodó y se arropó.

Del otro lado Albert, abrió los ojos al sentir aquella presencia femenina, sonrió y cerró sus ojos volviéndose a dormir.

La primera batalla estaba ganada.

Continuará

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