El Desastre

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Cocinando Al Amor
Capítulo 30

-Ambos rubios, se miraron se resistían a lo evidente, la tensión sexual y ka química que desprendían era muy evidente, ambos se sentían atraídos el uno al otro, cual imanes.

Albert, le dijo: -Candy, quédate aquí, y yo iré, a ver en que se puede ayudar.

-Candy lo miró y le dijó Albert, yo... yo no soy una simple cocinera, yo... yo soy Doctora general, yo puedo serte de gran ayuda, él recordó aquel informe qué le diera Isaura su secretaria y aceptó él su compañía, a media noche salieron y tomaron un taxi, todavía había algunos locatarios en el lugar y estaban luchando por apagar el fuego.

Albert, se unió a los esfuerzos para apagar aquel incendio, mientras Candy, ayudaba a brindar a los heridos los primeros auxilios, para poder ayudarlos a reestablecerse rápidamente, luego  llegaron los bomberos y las ambulancias, los policías, y guardias de seguridad, al igual qué perítos qué acordonaron el área, en lo qué se iniciaban las investigaciones para esclarecer las causas del accidente.

Albert, lucía cansado y junto con otros dueños de locales afectados, les contaron qué esa era obra de Reynaldo Valdivia Paipay, pues querían presionarlos, para qué vendieran las naves comerciales, y miraron al rubio y le dijeron, si no hubiera sido por su Esposa, la verdad no se qué hubiéramos hecho con los heridos.

Esta vez ambos rubios, ni hicieron el intento de desmentir,  llegó Carlos Huamani con su hijo, abriéndose pasó entre todos muchos trabajadores y la multitud de curiosos, qué vivían al día, estaban con sus rostros abatidos y un hombre miró al rubio y le comentó ¿sabe el tiempo que estaremos parados? Será medio año sin poder vender. Fue cuándo Albert les dijó: -Les tengo una propuesta sólo qué de esto no quiero qué sepa nadie más, sobre todo aquella gente qué este al lado de Reynaldo, Candy se acercó a su lado visiblemente cansada, había despedido al último herido y Albert tomó su mano, y entrelazaron sus dedos, ella no puso resistencia, y escuchó qué se quedaban de ver en el Edificio de Magnolia, para hablar sin interrupciones, mientras un infiltrado escuchaba todo a lo lejos.

Al retirarse ambos rubios a su departamento, ambos se miraron y se abrazaron, él se puso nervioso, y ella tomó la iniciativa, se paró de puntillas y le dío un beso corto en los labios, él  rubio, se quedo paralizado y cuándo hubo reaccionado le devolvió el beso de una forma apasionada.

Al llegar al departamento la pareja de rubios se miraban y se abrazaban, fue ahí cuando el por primera vez vio un dije colgando del cuello de su rubia con su nombre y él sonrió, él destino tiene formas caprichosas de unir a las personas, ella era esa niña rubia que había visto en la terminal del aeropuerto, cuando noto que no tenia su dije, quiso regresar, y fue cuándo la vío que lo tomó entre sus manos, y ahí estaban ambos, tuvieron que ejercer auto control para no hacer las cosas impulsivamente y alcanzó a decir.... -¿Sabias qué eres mucho más linda cuando ríes, qué cuándo lloras?-.

Candy abrió los ojos tanto cómo pudo, y lo abrazó, derramando unas cuantas  lágrimas  que él  secó con sus besos, y fue cuándo ella le cuestionó, -¿Albert?, ¿eres tú ese niño qué conocí en el Aeropuerto?.

El rubio respondió-¡Sí!, Soy yo.

-En algún lugar del mundo Archibald Cornwell conocía a la Socialité Annie White, y la invitó a cenar, y su comportamiento de esa chica lo decepcionó y a media cena se levantó de ka mesa y salió de aquel lugar.

Continuará

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