Capitulo 22

55 7 4
                                    

- Hey Aioros. - Llamando al mayor Seiya se adentro al templo de Sagitario, donde la mayor estada, encontrándolo en una pequeña pared de piedra, donde un enorme agujero perfectamente circular estada frente al santo de oro. - Aioria me pidió que te digiera que iba estar en una pequeña misión con Shaka y Milo, tuvo que salir de última hora.

- Ah... Gracias por decírmelo. - Apartando su vista del lugar Aioros le hizo saber. La mano del dorado estada acariciando la piedra quebrada y seca que formada ese hueco, dejando intrigado al Pegaso.

- ¿Cómo se hizo esto? - pregunto, caminando para quedar frente al Sagitario. Ese hueco era de un inmenso tamaño, fácilmente 2 o 3 personas podían esconderse a hablar ahí dentro.

- Fue en uno de los viejos entrenamientos que tuve con Aioria, ambos tendríamos la edad de tuya y tus amigos en sus entrenamientos cuando esto paso. Se me olvido que esto estada aquí. - Sonriendo con nostalgia hizo saber, suspirando ante ese hermoso recuerdo que tenía, uno de los últimos con su hermano antes de que todo pasara. Seiya noto que algo le afectada. - Creo que hare lo mismo que Aioria, quisiera ver a alguien.

- ¿Ah? ¿Tienes un amigo fuera del santuario?

- Si... - Simplemente dijo, encogiendo de hombros como si nada grave pasara. - Es... Una gran amiga, no la conozco mucho pero es... Misteriosa, pero encantadora, me agrada.

- ¿Enserio? - Sus ojos se abrieron a más no poder al escuchar que se refería a una mujer. Pero un pequeño "click" en su mente hizo que toda intención de molestarle con esa nueva presencia femenina en su vida se fuera. - Ah... No sé como preguntarte esto. Pero quisiera saber cómo te has sentido con respecto al Santuario. Todos te hemos notado callado, y... ¿Es por eso? - Las cejas de Aioros se torcieron ante las insinuaciones de Seiya, sin lograr entender a que se refería. - ¿Por eso sales cada tanto del santuario? ¿Te sientes incomodo aquí pero feliz con ella?

- Ahhhh... - Capto, pasando su mano por su nuca bastante incomodo al no tener una respuesta clara. Era buena pregunta, pues era un planteamiento que ni el mismo se ha confirmado con totalidad. Si, en principia ella era su respiro de aire fresco, pero actualmente, ¿Qué podía decir de Mei? - Creo...

- Aioria me ha hablado mucho de ti, me es raro conocerte ahora, pues él me decía que eras un hombre alegre, amable y honrado, lo sentía cuando tu armadura me ayudada, te sentía en ella guiándome. Ahora has estado tan callado que no pareces como lo que me dicen de ti.

- Vaya... No te puedo dar una respuesta para eso. - Apenado le toco decirle eso. Agradecía su honestidad pero era mucho para él.

- No te estoy criticando, te puedo entender de cierta forma. - Pasando su mano por su brazo los recuerdos de la fundación Grand vinieron a su mente.

¿Podían culparlo? Ser maltratos por un maldito caldo y luego estar obligados a volver, quedándose a pelear porque resulta que el dueño del orfanato bono esperma como loco. Seiya, Shun, Hyoga, Ikki y Shiryu, Jabu, Mei, todos los malditos niños que estaban allí eran sus hijos que desprecio hasta que se vio cuenta que los podía usar como armas de guerra. Solo se quedaron con Saori, porque aunque no fue un pan de dios de niña, ella no tiene la culpa de nada, ella era otra víctima de ese viejo, pues aunque lo hizo por ella, tampoco hizo nada correcto para ayudar a Saori a enfrentar lo que se venía encima, todo se le dijo porque se liba morir, dejando a una niña indefensa con una carga de diosa y empresaria desde los 8 años. Solo agradecían, que ni Shoko, ni ninguna de las chicas que fueron elegidas para irse a la academia para el cargo Saintia eran también hijas de ese viejo, ya sería el colmo de lo extremo.

- No te voy a juzgar si quieres hacer tu propia vida en otro entorno. - Promesa que hicieron entre ellos y con las chicas. NUNCA decirle a Aioros sobre Kido, hecho que en este momento agradecía. - Yo por lo menos, nunca tuve lazos por esas personas, mi hermana nunca formo parte de nada de eso. Yo solo la quería a ella conmigo. Fue fácil dejarlo pasar para mí, tú no creo que tengas esa facilidad.

Doncellas de Athena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora