Capitulo 25

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En las últimas 2 semanas, Aioros la pasaba muy seguido con Mei, siendo su mayor preocupación priorizar no estorbar en su horaria y su trabajo, conociendo de ella de una forma más cercana, ella era artista, tenia gran talento en el dibujo a pincen, todo en su casa estada hermosamente decorado, teniendo una habitación solo para el dibujo, de ciertas conversaciones sabia que tenia 2 hermanos, y al estar tanto tiempo con ella también aprendió que ella odiada la comida grasosa, entre ellas la más marcada; La carne. Ya que Aioros se había ofrecido a cocinar para los 2 cuando el tiempo se le iba.

En ese momento, Mei le había pedido poder pintarlo. Aioros tenía una belleza única que al pasar tanto tiempo con ella en su casa , le daba el deseo de aprovechar y retratarlo, a lo que Aioros con una sonrisa acepto.

Quedarse quieto, en el sentido de no mover siquiera un pelo, era algo que le costada un poco. Optando el perderse en sus propios pensamientos para no morir de ansiedad, esperando en un enorme silencio a que Mei terminara.

La falta de su presencia en el Santuario tampoco debía de pasar desapercibida por más que Seiya se esforzara en ocultarlo, de igual forma Aioria muy seguramente no tardaría en volver de su misión junto a Milo, muy seguramente terminaría enterándose de que su querido hermano ha estado ausente del Santuario haciendo que se preocupe, pero... Cambiando de semblante estada empezando a considerar decirle ese secreto de sus salidas con Mei, era imposible que no sospeche, lo estaría preocupando más de la cuenta al enterarse.

- Ya voy por la mitad. - Mei le hizo saber, haciendo que levanta la vista recuperando su expresión normal, y en consecuente quede concentrada en ella. - Va quedando bien. Aunque, ahora que lo pienso me gustaría verte en la armadura. -Parecía que no había notado su cambio de actitud, cosa que agradecía mentalmente, asintiendo a sus palabras.

- "Armadura" - Que la fémina mencionara eso termino formando una pregunta que antes no se había planteado. Tal vez era buen momento.

- Ahh... Mei, ¿Puedo preguntar algo? - Ella acepto. - Me va curiosidad pero ¿Cómo conoces de los Santos y el cosmos de forma certera? Cuando nos conocimos me dijiste que luego me lo explicarías.

Dejando el pincel a un lado, Mei paso sus manos por su cabello, levantándose para quedar a un lado de Aioros en su asiento sin decir nada. Cosa que asusto a Aioros.

- ¿Pasa algo? - Su rostro estada tan serio que se empezó a incomodar, ¿Qué habrá pasado con ella para que de repente tuviera ese dipolar cambio de actitud? - ¿Dije algo...?

- Descuida, no te lo dije en un principio porque pensé que te podrías asustar. Ya que... No soy del todo humana. - Aioros parpadeo repetidas veces cuando a sus oídos llego esa declaración. - Te voy a pedir tu completa atención, porque es un tema complicado. Mi padre es un humano de origen chino, mi madre es una demonio de origen japonés, ella nos entreno a mis hermanos y a mí como maestros Shinobi, o mejor dicho, maestros ninjas. Entre eso, nos enseño todo sobre el cosmos y como manipularlo para curar nuestras heridas, manipular el eterno y los animales para el uso de espionaje. Nosotros vivimos en China hasta cierto momento donde decimos irnos a Japón, pero, por diferencias con mi madre, yo preferí alejarme, por eso ahora vivo aquí en Grecia.

- Vaya... - No encontró palabras, pasando su mano por sobre la palma de Mei, clavando sus ojos azules en dirección directamente a los Mei, sonriendo pasando su mano por su brazo hasta su cara, acariciando dulcemente con su pulgar. - Eres muy bonita para ser mitad demonio. - Ese comentario hizo reír a la contraria.

- Mi madre era una mujer hermosa, pero muy complicada. - Pasando sus dedos por su abdomen le dijo. Casi seductora.

- Bueno, debo agradecer a ella que en este momento, ahora cuento con una agradable compañía. Gracias por escucharme en este momento. - Sonriendo galante le hizo saber, sin apartar ningún su mano del cuerpo del otro. Tornándose una tensión cálida en el ambiente donde era claro lo que iba a pasar, Mei sujeto a Aioros del cuello de la camisa y lo atrajo para besarlo.

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Las palabras de la bruja Hecate lo habían afectado más de lo debido. Ryuthos no quería cometer los mismos errores que él cometió, pero a la par lo dejaban muy confundido sobre cómo actuar. No quería perder la amistad de Erda, y por más que ella le dijera que estada bien, se sentía arrepentido de cómo dio a conocer las cosas que pasaban por su corazón, por impulso ante el shock que aun tenia encima.

- Tal vez deba... - Verla, eso quería. Él solo había vuelto al santuario de Artemisa por petición de Zeus antes de la batalla que se avecinada en los terrenos de todo el Olimpo.

- ¿Hablando solo? - Calisto, la segunda al mando de Artemisa se le había acercado por la espalda al joven, sacándole un gran susto, parándose de forma rápida, mirando firme a la segunda señora del templo de la luna.

- ¡¿Señora Calisto?! ¿Qué le puedo ofrecer? - Nervioso se apresuro a decir, buscando disimilar como siempre hacia cuando estada frente a Calisto y Artemisa, con las conejas nunca se llevo, eran muy secas con su presencia, probablemente porque era un hombre bajo el cuidado especifico de Artemisa. Touma estada con ella como prisionero y el resto de los ángeles eran más guardianes de Zeus que de Artemisa, los cuales ella solo tratada con respeto por estar bajo el mando de sus hermanos y padre.

- Nada, solo que tanto la Señora Artemisa como yo te hemos notado actuando... Sospechoso.

- Ahh... - Empezó a tartamudear, rompiendo su postura al retroceder con incomodidad.

- Te has encariñado mucho con las Saintias al mando de Athena por lo que veo. Estar entre humanos no te hizo bien. - Pasando a un lado de él pronuncio, sujetando su bastón y con el empujando al guardián hasta el suelo. - Se supone que al crecer deberías tener un cosmos superior al de un Santo de Oro, pero te has dejado ablandar. Debes saber, que si no te hago lo mismo que con la Saintia de Corona, es porque Artemisa te tiene gratitud por ayudar a su hermanita.

El rubio no se tomo ese comentario para bien, suspirando con pesadez este se levanto con fuerza de un golpe, empujando a la señora para alejarse de ella usando el poder de las botas de Hermes sin mirar atrás. Una parte de él quería voltearse para terminar demostrando que estada equivocada, esforzándose para que se trague sus palabras.

- Podre, esas chicas son de las peores que ha tenido Athena, a duras penas cumplen los requisitos para estar al lado de los dioses, y Ryuthos ya se dejo influenciar por ellas. Que lamentable. - Dijo para sí misma, ladeando la cabeza e prefiriendo ignorar la imprudencia del joven, optando por ir a avisarle a Artemisa sobre lo que sucedía con él.

Sorprendiéndole la actitud que tomo.

- ¿Paso algo mi señora? - Sin prestarle la mayor importancia el joven rubio entro al templo donde la diosa de la Luna estada sentada en su trono. Al igual que Calisto este se sorprendió por las palabras que la diosa le dijo.

- Noto que has estado pensando mucho debido a tu tiempo con mi hermana en la tierra. Te has apegado a ella. - Mirando de forma fija al querubín se levanto, bajando por las escaleras mirándolo a la cara. - ¿Tanto te has encariñado haya? ¿Estás deseando ir al templo de Athena no es así?

- Si señora... Yo, le tengo mi respeto y cariño a Athena y sus Saintias.

- Ve con ellas entonces. No te detendré si tu honor se lo gano Athena.

- Si señora... - Y dicho esto, suspiro de forma profunda, exhalando de igual forma, obedeciendo la palabra de Artemisa, aun con dubas en la mente, pero aceptando a la final, ya que, no podía negarse que tenia razón. Esperada esta vez, tener las cosas más fáciles con Erda al lado.

Sin llegar a escuchar cuando Artemisa le pidió a una satélite vigilarlo. 

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Estamos cerca de entrar al clímax ~ 

Doncellas de Athena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora