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— ¡Es muy pronto, idiota! ¡No podemos matar a los mocosos todavía!

Más tarde, el Príncipe Jimin estaría agradecido de haber decidido responder al llamado de la naturaleza detrás de ese arbusto y no ninguno de los otros.

Pero eso sería más tarde.

Ahora el niño estaba congelado, sin atreverse a respirar mientras sus propios guardaespaldas discutían sobre el mejor momento para matar a Jimin y su hermano pequeño.

Uno de los guardaespaldas insistía en que deberían hacerlo ahora mientras estaban cerca de las montañas King y los comunicadores no funcionaban.

Otro argumentó que esperar hasta el anochecer sería mejor.

Pero fue cuando el tercero habló que la sangre de Jimin se heló.

—Cuanto antes lo hagamos, antes nos pagará Su Excelencia.

Su Excelencia.

Había varias personas a las que podía referirse el título, pero no era difícil adivinar de quién estaba hablando el guardaespaldas: su tía Chung Ha.

Jimin no quería creerlo, pero...

Pero su tía no tiene más que ganar si algo llegara a sucederle a Woo y a él: su propio hijo heredaría el trono.

Intentando reprimir su conmoción, ira y traición, ahora no era el momento, Jimin se alejó cuidadosamente de los arbustos, hacia la nave averiada donde había dejado a su hermanito.

A distancia, se preguntó si la nave realmente estaba averiada. Era bastante conveniente que el transporte se rompiera en el medio de la nada, obligando a sus guardaespaldas a hacer un aterrizaje de emergencia en el Bosque Aurora. Pero incluso si la nave estuviera funcionando, no le sería de ninguna utilidad. Solo puede ser utilizada por un piloto certificado; su sistema anti-robo jamás permitiría que un niño de diez años la manejara, Príncipe de la corona o no.

—Vamos a jugar un juego, Woo —susurró Jimin, sacando a su hermano de cuatro años de la nave—. Tendrás que estar muy callado, ¿de acuerdo? Vamos a correr, y no queremos que nos atrapen.

Woo sonrió, sus ojos color violeta muy abiertos por la emoción, y permitió que Jimin lo tomara en sus brazos sin hacer un escándalo. Gracias a Dios por las pequeñas misericordias.

Mirando hacia atrás con cautela hacia los arbustos, Jimin abrazó a su hermanito cerca de su pecho y corrió.

Nunca había corrido tan rápido en su vida.

No sabía cuánto tiempo corrió. Ni siquiera se dio cuenta cuando el suelo del bosque comenzó a inclinarse hacia arriba mientras se acercaba a la montaña. Le dolían los pulmones, le dolían las costillas y el niño en sus brazos parecía cada vez más pesado.

Ramas afiladas le arañaban la cara y los brazos, rasgaban la piel y dejaban hematomas, las raíces nudosas de los árboles lo hacían tropezar, y sus ojos picaban de sudor y lágrimas de ira, pero Jimin siguió corriendo.

A veces pensaba que podía escuchar sonidos de persecución cerca. Las hojas crujieron y las ramitas se partieron, pero eso podría ser animales que se dedican a sus asuntos. Jimin solo podía esperar que así fuera.

Pero en poco tiempo, Woo comenzó a quejarse, y luego estaba llorando.

—Shhh. Por favor, por favor, no llores — Jimin susurró roncamente, la desesperación arañando su pecho como una bestia atrapada. Los sonidos de sus perseguidores parecían más cercanos ahora, pero él ni siquiera podía esconderse, porque Woo no dejaba de llorar.

Fue entonces cuando lo escuchó: un sonido proveniente de otra dirección. Sonaba como... ¿un auto aéreo?

Jimin corrió hacia el sonido.

Y allí estaba, un pequeño automóvil que pasaba por encima del claro.

Jimin saludó frenéticamente, intentando atraer la atención del piloto. Por un momento, pensó que todo fue en vano, pero luego el auto se volvió y comenzó a aterrizar en el claro.

Fue el momento más largo de la vida de Jimin.

La parte agridulce era que él sabía que incluso si el automóvil aterrizara antes de que sus guardaespaldas los alcanzaran, no lo salvaría. Ese modelo de automóvil era para una persona; no habría lugar para un niño alto de diez años. Incluso si se las arregló para convencer al piloto que le preste el auto aéreo, no sería capaz de volar: no tenía una licencia y el coche no le permitiría a pilotar sin una.

Pero el piloto podría llevar a Woo. Al menos su hermano escaparía. Estaría vivo. Jimin odiaba la idea de confiar a su hermano a un extraño, pero era su única oportunidad. Su única oportunidad. Sin el niño llorando en sus brazos, Jimin tendría una mejor oportunidad de perder a sus perseguidores en el bosque, y luego podría regresar por Woo.

Él corrió hacia el coche aéreo antes de que incluso aterrizara del todo. Cuando se abrió la puerta, Jimin besó en la frente al niño que lloraba , susurrando,—Volveré por ti —antes de empujar a Woo a los brazos del piloto, un joven—. Este es el Príncipe Jung de la Quinta Casa Real. Hay personas tras su vida. Tómalo y escóndelo hasta que regrese.

El pequeño Woo se quedó callado en los brazos del extraño, mirándolo con curiosidad e interés.

—Espera —dijo el extraño, pero en ese momento, se escuchó el sonido de las ramas rompiéndose, terriblemente cerca.

—¡Ve! — Jimin espetó, cerrando la puerta del coche—.¡Están armados!

Afortunadamente, el piloto pareció tomarlo en serio, y el auto despegó. Jimin no esperó a que desapareciera de la vista.

Volvió al bosque justo cuando sus perseguidores irrumpieron en el claro.

Disparos de bláster llovieron a su alrededor. Jimin corrió, con los ojos ardiendo y el pecho apretado de ira y pérdida.

Solo ahora se había dado cuenta de que no tenía idea de a quién le había dado a Woo. Todo lo que podía recordar del extraño eran cejas oscuras y ojos azules. No tenía idea de dónde encontrar a su hermano.

Volveré por ti, lo juró.

Te encontraré.

Eso si sobrevivía.

....Where stories live. Discover now