El tiempo pasaba muy rápido y Dhay había tomado decisiones que nunca habría contemplado.
—¿A dónde vas ahora?
Tener a su esposo en casa y al hombre que sí parecía quererla esperándola a unas calles de allí para salir a cenar.
—A cenar, hay un restaurante nuevo que promete bastante.
—¿Con quién?— la observó de pies a cabeza— ¿Y ese vestido?
—Lo compré— regalo de Namjoon— supongo que vas a salir, como siempre.
—No, planeaba quedarme en casa.
Asintió, tomando su abrigo. Se dio una última mirada y llegó a la conclusión de que se veía bien.
—Muy bien, si te da hambre, el número de tu restaurante favorito está en la nevera, pide a domicilio.
—¿Domicilio?
Afirmó con obviedad, se colgó el bolso y comenzó a caminar hacia la salida, el hombre siguiéndola.
—Evidentemente, no voy a cocinar— dijo— no cocino aquí en casa hace semanas, nunca comes lo que preparo, así que no tiene caso que gaste dinero en alimento que no puedo consumir yo sola.
—Dhay— le llamó con dureza— ¿Me estás reclamando?
—Sí lo quieres tomar así, tal vez. No me esperes, no llegaré hasta mañana, aunque, bueno— rió— nunca me esperas.
—Choi Dhay.
Eso era nuevo, él llamándola por su apellido de casada cuando nunca fue digna de usarlo.
—¿Sí?
—¿Otra vez te vas?
—Eso parece— se encogió de hombros—cambié mi horario en el gimnasio, ahora entreno por las noches.
Namjoon había tenido que mover todos sus compromisos de las mañanas a la noche, debido a urgencias familiares, muchos asuntos que resolver y luego ayudar a su hermana a mudarse con su novio.
Así que ahora hacía ejercicio de noche y esa vez tocaba pilates.
—No me está gustando mucho tu actitud de estos últimos días.
—¿Qué actitud?
—Esa.
—No te entiendo— se encogió de hombros— ¿Es porque estoy saliendo muy seguido? Pues, hace poco fue mi cumpleaños, hace una semana y media, para ser exactos. Entonces, mis padres me llamaron a felicitarme, Namjoon vino él mismo y me felicitó, entonces lo mismo hicieron otras amistades los días siguientes y me han estado invitando a pasar el rato, creo que merezco salir de estas cuatro paredes.
—Y Namjoon es el entrenador.
—Ajá— no mentiría, estaba resentida—hasta él se acordó.
Le escuchó y vio bufar.
—¿Desde cuándo es una fecha importante? Tampoco celebramos mi cumpleaños.
—El año pasado te preparé un pastel, te compré un regalo y te avisé que no hicieras planes porque me había esforzado. Te fuiste con tus amigos del trabajo, o eso dijiste, así que habla por tí.
—Cuida el tono.
Namjoon hizo una mueca y luego besó su mejilla, ayudándola a desempacar lo que había comprado pues insistió en cocinar esa noche en lugar de irse a algún restaurante.—Comienza a sentir tu ausencia— mordisqueó la barra integral— dijiste que no estabas muy segura pero...
—Él sale con alguien. Es muy obvio.
—Pero ha estado en casa más tiempo que nunca, tal vez tuvo problemas con su conquista.
—Bueno— suspiró, eso solía dolerle tanto y ahora...— espero y lo haya dejado porque se dio cuenta de que no vale la pena esperar algo de un hombre casado.
Dejó el dulce integral a un lado y la observó.
—Noona. Yo te dije que no estoy dispuesto a ser el amante de nadie.
Detuvo sus acciones, le devolvió la mirada y afirmó con la cabeza.
—Si, Nam, lo sé.
—Te quiero, me gustas mucho y puedo dártelo todo, absolutamente todo lo que me pidas y necesites— relamió sus labios— así que no lo necesitas a él, entonces... por favor sé franca conmigo, dime, sinceramente—pasó saliva— ¿Vas a dejarlo o no? Y no hablo sobre terminar con él y es todo, me refiero al divorcio.
—Si lo haré, pero necesito tiempo, no sé cómo se lo tomará y no quiero que cree un drama que solo nos brinde más problemas o en el peor de los casos; que no quiera darme el divorcio.
—Es que no importa si se lo toma bien o mal— se acercó— ¿Qué pasa si yo me quiero casar contigo y no puedo porque estás con él?
—El matrimonio es-
—Algo muy serio y de mucho compromiso, lo sé, yo estoy comprometido a quererte, por eso quiero saber si tú también lo estás.
Colocó ambas manos tras su espalda, levantó la mirada y conectó sus ojos con los de él.
—¿Quieres tener hijos, Namjoon?
—Claro.
—Tengo cuarenta y tres años— le recordó— ¿Qué pasa si no puedo darte un hijo como tanto deseas? Es muy difícil quedar en embarazo a mi edad, tal vez hayan complicaciones o simplemente no pueda suceder nunca.
Tomó su rostro.
—Podemos tener hijos de otra manera si eso te pone en riesgo, hay muchas salidas, solo... solo debemos hacer las cosas de forma correcta y en orden, lo primero es que lo dejes a él y me ames a mí, noona. Porque yo no voy a ser la segunda opción.— arqueó una ceja, sonriendo de medio lado después— Y tu salud es fantástica, tu cuerpo es fuerte, no creas que no puedo poner un bebé ahí dentro.
—¡Namjoon!