—Tu padre es asombroso, noona.
—¿Eso crees? Me alegra, usualmente dirían que es muy serio y gruñón.
Negó.
—Para nada, es muy educado y amable, conversador— sonrió — dijo que esperaba verme de nuevo.
Habían dejado a ambos padres en su casa, Namjoon no tuvo problema en llevarles y ahora, Dhay veía como tomaban un camino totalmente diferente al que conducía a su casa.
—Nam.
—¿Si, noona?
—¿A dónde me estás llevando?
—Mmm, a mi casa— iba a debatirle, pero no la dejó— tu cumpleaños todavía no se acaba y quiere presentarte a mis plantas.
Arrugó la nariz.
—¿A tus plantas? ¿Tienes plantas?
—Muchas, mi meta es que mi casa sea lo más parecido a un bosque— ella negó— vamos, noona, sé un poco rebelde, no llegues a tu casa esta noche, vamos a enloquecer.
—Ya enloquecimos en Disney.
—Claro que no, te dejaré salirte de la dieta, vamos a beber, a comer pastel y a pasarla bien un rato contando nuestras preocupaciones o lo que sea para que la noche rinda— aseguró, dando un giro en u—hay que comprar el pastel, dile al señor que vive contigo que no llegarás porque estás con tus padres celebrando el cumpleaños que él olvidó.
Dhay estaba fascinada con la fachada del hogar de Namjoon, todo era una combinación bonita de verde y blanco, un poco de gris y detalles en negro.—¿Y tu hermana?
—Probablemente con su novio, un tipo medianamente agradable. No volverá hasta mañana— le ofreció un vaso con refresco para acompañar el pastel que habían elegido— si vamos a alcoholizarnos, será después de tener el estómago lleno o nos irá mal.
—Bueno, es verdad, no tolero mucho el alcohol y mi cuerpo no es el mismo que era a los veinte.
—Tu cuerpo está perfecto— aduló, la miró fijo— estoy seguro de que tiene un aguante increíble.
Abrió lo caja, los dos se emocionaron, no comían pastel hace mucho tiempo, cada uno por motivos distintos, pero no importaba, disfrutarían ese momento sin culpa alguna.
—Mmm...— Dhay blanqueó los ojos, comiendo el durazno que iba sobre la crema— que delicia, prueba.
Le dio el pedazo que había mordido, Namjoon lo comió y sonrió de acuerdo, estaba delicioso.
—Debíamos comprar el más grande.
—¡¿Cómo podríamos comer un pastel de ese tamaño entre dos?!— se carcajeó— Incluso el mediano es mucho, acéptalo.
Gruñó una negación, tomó un poco de la crema en sus dedos y embarró la nariz de Dhay con esta, viéndola fulminarlo, sonrió.
—Igual, tendremos que quemar calorías como dementes luego de esto.
—Ya lo sé, se te ha salido de las manos ser rebelde.
Él se dio la vuelta, buscando en qué servir. Dhay se quedó viendo su espalda, Namjoon era dueño de un cuerpo asombroso que probablemente despertaba muchas hormonas, afortunado.
—Tienes más músculo en los brazos.
—¿Si? Yo no lo noto, honestamente.
—Lo juro, están más gruesos, se ven más fuertes— le enseñó, hizo puño una de sus manos y alardeó sus músculos, ambos rieron— tienes armas peligrosas ahí.
Sacó dos buenas rebanadas, comenzando a comer conforme la charla fluía, hasta se habían olvidado de que iban a beber, pues la risa no paraba, las anécdotas se extendían y las horas pasaban de la manera más agradable y divertida posible.
—Eras, eres y seguirás siendo hermosa, noona, tienes un visual encantador, que suerte.
—Debo agradecer tus cumplidos, parece que tienes uno para cada día.
—Pues es que cada día me das razones para darte un cumplido— la observó entera— hoy, por ejemplo, debo decir que nunca te había visto con jeans tan ajustados y me encanta como te ves, por supuesto, no supera a Kang Dhay usando leggins.
—Los leggins me causan inseguridad.
—A mí me causan muchas cosas, todas buenas, nada de inseguridades. Acéptalo, todo te queda bien— tomó un pedacito de su rebanada, la parte con más crema y lo acercó a su boca— esto es lo más sabroso, come y nos vamos al sillón a seguir.