Se acercó, suspirando.
—Haré como que no escuché nada de lo que dijiste, me iré a casa y nos veremos en el gimnasio en dos días.
—¿De verdad? ¿Pretendes ignorar mis sentimientos y solo irte?
—Nam... esto no está bien, no quiero arruinar nuestra amistad, estoy casada, me comprometí con una persona en un altar para el resto de mi vida y no puedo traicionarlo-
—¿Incluso a sabiendas de que a él no le importa traicionarte a tí? ¿Ese es el valor que te das?— miró al suelo— Noona. Por favor.
Si bien era cierto que no podía defender a su esposo en ningún aspecto, ella hablaba más por sus principios que de otra cosa, Namjoon era lindo, un sueño hecho hombre, pero no era para ella, era para otra mujer más joven y dispuesta.
—No tengo nada que decir, sólo, déjame ir a casa— su rostro fue acunado—Nam.
—Ni siquiera te apartas de mi toque, te gusta tenerme cerca. No hay nada de malo en querer a otra persona.
—Si lo hay, es pecado.
—Pecar es bueno, quién los tachó como algo malo solo era alguien que no quería ver al resto disfrutar de ser libre. Pecar es malo si el contexto que lo envuelve es malo— relamió sus labios, acercándose más— ¿Sería tan horripilante ceder conmigo al menos una vez? ¿Mm?
—Siempre hablas en doble sentido.
Sonrió.
—Es que solo pensarlo no basta. Tengo que comunicarte mis deseos para saber si podrías compartir los mismos conmigo.
Colocó una de sus manos bajo su muslo derecho y la restante en su cintura para atraerla a su regazo, Dhay intentó apartarse, se había embelesado por un segundo y Namjoon tomó esa oportunidad.
—No está bien— él escondió su rostro en el espacio entre su cuello y hombro, respirando todo su aroma, abrazando su cuerpo y estrechandolo al suyo— Nam.
Hizo caso omiso. Llenó su cuello con besos suaves y algo húmedos, llegando a su mentón, vio sus ojos cerrados y como iba perdiendo tensión. Sonrió por eso y la locura los abrumó cuando se decidió a probar sus labios, el primer contacto lo hizo tragarse sus propios jadeos ansiosos.
Él estaba besando a Kang Dhay y lo estaba disfrutando como nunca.
Dhay se sostenía de sus brazos, enterrando las uñas en ellos y entre más se dejó llevar, menos escuchaba la vocesita en su cabeza queriendo culparla por sus acciones.
—Noona...—la acarició por encima del suéter, conteniendose para no llevar su atrevimiento más allá de lo permitido, pero, lo deseaba tanto que era difícil, no imposible, solo, difícil— por favor, déjame.
—S-Solo una vez.
Negó, volvía a atacar su boca como quien no ha venido agua en años e intentaba no crear una fricción para no asustarla, pero necesitaba aliviarse mientras que en la cabeza de Dhay no cabía la idea de ella logrando provocar una reacción de deseo físico en un hombre. Es decir, su esposo ni siquiera volteaba en su dirección, al menos no para decir algo bueno.
—Nunca será suficiente contigo, siempre voy a querer más. Voy a querer todo— deshizo el botón de sus propios jeans, Dhay vio el elástico del boxer y no pudo evitar apartar la mirada, avergonzada por lo que estaba haciendo— déjame demostrarlo.
Se quitó la camiseta, permitiéndole apreciar su torso trabajado y fuerte, tomó su mano y la posó en el mismo, Dhay vio el contraste entre la piel acaramelada de Namjoon y la suya que era más pálida para darse cuenta de lo bien que se veían ambos tonos juntos.
Tal vez estaba dándole tiempo para tomar una decisión, totalmente ajeno al hecho de que Dhay ya había decidido hace minutos atrás, de manera ingenua, que solo sería una vez.
Pero no existe manera de querer estar solo una vez con Kim Namjoon.