Lo primero que preguntó el padre de Dhay al verla fue:
—¿Y tú supuesto marido?
—No empieces, esposo— su madre sonrió cordial— presentanos, Dhay.
En ese momento, Dhay era todo sonrisas, se sentía muy contenta por haber podido salir, todo gracias a Namjoon.
—Si, mamá, papá— tomó el brazo de su acompañante, acercándolo— él es Kim Namjoon, mi amigo y entrenador.
—Un placer, señor y señora Kang.
—Eres muy alto— comentó el mayor, viéndolo de cuerpo completo como si sus ojos fuesen un escáner— sabíamos que Dhay estaba ejercitándose, es bueno, ayuda a la salud.
Comenzaron a caminar, el padre de Dhay lo invitó a ir a su lado mientras ambas mujeres caminaban y conversaban detrás.
—Noona es muy persistente y buena siguiendo indicaciones.
—Me complace escuchar eso— asintió —desde que está casada, no sale mucho, me sorprendió saber que decidió empezar en el gimnasio, esa noticia me hizo tener recuerdos.
—¿Recuerdos?
—Dhay solía ser muy activa cuando era más joven y vivía con nosotros— le contó— siempre buscaba cursos de lo que fuese para aprender, gastronomía, tejido, decoración, un sinfín de manualidades— giró un poco la cabeza— se ve feliz.
—Tiene un cariño especial por ella.
Lo vio sonreír, asintiendo.
—Es mi única hija, no tuvimos más hijos, fue decisión de mi esposa y yo apoyé eso porque, fue difícil que quedase embarazada y tuvo complicaciones— le confesó— nuestras amistades nos insistieron para seguir intentandolo y tener un varón. Así que desechamos las amistades.
Namjoon también se rió, eso fue muy sensato y cómico de escuchar.
—No entiendo la obsesión actual por tener hijos varones que extiendan el apellido, siento que hacen ver menos importantes a las mujeres.
—¿Verdad que sí? Estoy de acuerdo, yo no soy un hombre demasiado empalagoso, pero puedo decir que amo a mi esposa y a mi hija sin avergonzarme por ello, también puedo decir que me siento afortunado por estar rodeado de buenas mujeres— se detuvieron, Dhay y su madre se habían acercado a un puesto para comprar cosas que llamaran su atención— ¿No estás casado?
—No, señor.
Dhay se colocaba cuánta diadema o gorro con orejas o moños veía en el mostrador y se miraba al espejo para elegir solo uno, Namjoon sonrió, conocía a Dhay, era tan indecisa, que le tomaría tiempo.
—Creo entender por qué.
Volvió a mirar al señor Kang.
—¿Uh?
—¿Conoces al esposo de Dhay?— asintió—Un bueno para nada, tuve que asegurarme de poner la casa a nombre de Dhay o no estaría tranquilo, ese idiota no podría darle un techo a mi hija.
—¿La casa es de Dhay?
—Claro, fue mi regalo de bodas para ella porque yo sabía que su marido no tenía nada— decir que no se esperaba eso, era quedarse corto— pero, Dhay lo amaba y yo no tenía el corazón para prohibir esa unión, solo me encargué de que, si algún día, por alguna razón, ellos se divorcian, ella sea quien lo saque de su casa sin problemas, porque la casa es pequeña, pero suya, cuando él ya no esté, podrá disponer de ella como desee y nadie podrá impedirlo.
Namjoon suspiró con pesar.
—¿Y cree que ella lo deje?— negó— Porque no creo que lo haga.
—Usualmente, creería que es escandaloso e inapropiado que un chico en sus veintes se fije en alguien de cuarenta años— sintió su rostro caliente, él sabía que era obvio con su sentir, pero no creyó que tanto— pero también creo en las miradas. Espero que tengamos que volver a vernos, Kim Namjoon.
No supo que decir, Dhay regresó a su lado con su madre y colocó en su cabeza un gorro, continuaron con su recorrido por toda la feria, comieron e intentaron subir a algunos juegos, Namjoon la pasó muy bien, conversó un montón con ambos padres y Dhay sonreía tanto, que no podían tener quejas de ese día en específico.
Un buen cumpleaños para Dhay.