Después de esparcir mis lágrimas sobre sus hombros, me aleje de su pecho y extrañaba ese olor, lo mire a los ojos y no hubieron palabras para aquello que sentíamos ambos.
Sus ojos eran de un azul oscuro, que me recordaba al cielo azul que se puede contemplar por la noche.
No me podía hacer la menor idea de que ya no lo iba a volver a ver, sentía mi corazón aún un poco acelerado y la respiración volviendo a su estado natural.
Él era y siempre será mi bote salvavidas, y él lo sabía más que nadie.
De repente me sujeto la cara con sus suaves manos y me dijo:
-Rubita, te prometo que siempre te voy a cuidar y a proteger- hizo una sonrisa y se rio-y antes de que digas nada, se que debo demostrártelo, porque algo que me has enseñado tú, te lo debo demostrar con hechos, no sólo con palabras.-
Después de esas palabras me beso la frente muy dulcemente, se levanto y me ofreció su mano para que yo lo imitara.
- Ven, lávate la cara y te llevare a un lugar muy bonito.
-¿Dónde?
Me sujeto la barbilla y me miro a los ojos.
-¿Confías en mi?
-Sí.
No pronuncio ninguna palabra más, porqué no hacía ninguna falta, ya que me lo decía todo con la mirada.
Llegamos a un lugar que parecía de esos que salen en las películas de Disney.
Me encontraba en un prado verde, dónde el sol se posaba sobre la hierba baja y dónde se reflejaba en el agua cristalina de ese lago.
Se podía respirar un aire más puro y limpio.
Marcus me cogió de la mano, nuestras manos entrecruzadas, hicieron que mi corazón palpitara con fuerza.
En ese momento en mi mente apareció un pensamiento que me decía que eso se iba a terminar, que no lo volvería a ver.
Sentía miedo, pero, cuando entrecruzamos miradas, sabía perfectamente, con quién quería estar.
Ese día lo disfrutaría demasiado y yo estaría a salvo, con él.
- Me encanta, pero... no tengo nada...para bañarme en el lago...
- Tranquila, he pensado en eso- en su cara se formó una sonrisa-
-¿Qué?, no.
-Pero... si no te he dicho nada.
-Sabes perfectamente que quieres que me bañe desnuda- mi cara se puso roja cómo un tomate-
- Rubita-me señalo que en su mano sujetaba un bikini y un bañador de su hermana-
- Ah, vale...
- Aunque si quieres...
- No, déjalo ahora me lo pondré.
Me puse detrás de unos arboles y opte por ponerme el bikini.
Después de ponerme el bikini, no sabía por qué, pero me sentía cómoda, él no me juzgaría, llevase lo que llevase.
Me dirigí a bañarme y me lo encontré sentado, mojando sus pies en el borde del puente de madera, se giro y me contemplo, mis mejillas se pusieron coloradas.
Se levanto, me toco la mejilla y me dijo:
-Te ves hermosa, cómo siempre.
-Gracias, y...tonto el último-corrí y salte al agua.
Salí a la superficie y... ya no lo veía, note que algo me agarraba y... era Marcus, me había cogido por sus hombros.
Me soltó y... nos sumergimos. El agua era tan clara que se podía ver por debajo lo que había.
Me acerque a su cara y lo bese, salimos a la superficie y seguimos besándonos.
Besos cálidos, extrañados y acogedores, separamos nuestros rostros y lo volví a observar.
Le toque la cara, observe una vez más sus ojos, ahora a la luz del sol.
- Rubita, te quiero.
- Yo también, pero... tengo miedo de que me alejen de ti.
- Yo haré todo lo posible para que eso no pase.
Apoye mi cabeza sobre su pecho y podía escuchar su corazón y la naturaleza.
Cuando estaba anocheciendo, nos dirigimos a su bicicleta, y allí se encontraba mi bolsa, al parecer tenía muchas llamadas de mi madre.
Tenía miedo, ya que ella me había advertido de que me iría con mi padre.
Marcus, se dio cuenta de mi cara.
-Rubita, es tu madre, ¿verdad?
- Sí, cómo se entere de que...
No me dio tiempo de terminar la frase, porque enseguida poso sus manos en mis mejillas y me beso. Era un beso apasionado, lleno de mucha electricidad acumulada entre ambos, cómo si en ese simple beso, se hubiera parado el tiempo.
Cómo si tan solo existiéramos él y yo.
Holiss, nenis, aquí esta el capitulo 24, espero que os haya encantado, bye. <3
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Mía
RomantizmElla es tan distinta a él, ambos se odian pero algo cambiará cuando él se da cuenta que la necesita a ella más que nunca, ese día lo cambiara todo. Esta es la historia de Ana Morgan y Marcus White, ellos dos enfrentaran tristeza, engaños y mucho am...