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El día fue bastante largo para Aryana dado que tomaron la decisión de quedarse en la mansión Riddle un par de días más. El señor Russo llegó junto a su mujer, Aryana rápidamente se lo llevó a una sala vacía y la insonorizó, dejando a su madre con su futuro suegro.
—¿Cuándo pensabas contarme todo esto?— Le preguntó posando sus manos sobre la mesa a la par que su padre se sentaba en la silla del escritorio.
—Cuando llegase el momento, Aryana, ahora que has comenzado una relación con Mattheo y todo va a ser mucho más fluido es momento de que te enteres del porqué de tu boda con Mattheo y cada secreto que te hemos ocultado— la dijo su padre, su voz fría y calculadora, prácticamente parecida a la de su jefe.— Tu tienes un poder en tu interior completamente diferente al de resto de magos y brujas, el día que tus verdaderos poderes comiencen a hacerse presente tendrás que entrenar para poderlo controlar y así poder hacer uso de ello— la explicó, ella frunció el ceño aturdida.
—¿Pretendes dejar que Voldemort me utilice como arma de destrucción?— Le preguntó, comenzando a cansarse de la actitud de su padre.
—No, no es que te vaya a utilizar como arma de destrucción, sino que serás una gran ayuda para el día de la guerra mágica— contestó el hombre. Su tranquilidad era lo que más la frustraba.
—El día que me convierta en la señora Riddle olvídate de mí, lo siento mucho por mamá, pero no quiero que sigas gozando en gracia a mi causa— escupió ella con puro veneno para salir de aquella habitación e ir en busca de Mattheo.— Necesito hablar un momento— le pidió en un susurro, sorprendiéndose por la cantidad de gente que había llegado a la mansión, incluyendo a los Malfoy.
—¿Qué ha pasado? ¿Está todo bien?— Preguntó el Riddle con preocupación. Ella asintió mientras tomaba un poco de agua, mirando hacia todos lados buscando un rincón en el que no hubiera un pequeño grupo de personas hablando.
—Supuestamente tengo un poder excepcional y es por eso que me voy a casar contigo, por eso quieren unir nuestras sangres en una— le explicó, él asintió pensativo mientras los demás invitados miraban a la pareja con preocupación.— No quiero casarme por algo así, no quiero ni que yo ni nadie de mi familia sea una ayuda para la destrucción del mundo mágico.
—Lo sé, Ary— asintió Mattheo intentando hacer que ella ponga una buena cara, los invitados comenzaban a cuchichear—, pero no hay ninguna otra manera, mi padre ha tomado una decisión, y por lo que veo no es una actual— murmuró con su mirada en las manos temblorosas de la chica.
—Es todo demasiado complicado, aún somos jóvenes para casarnos, yo ni si quiera sé si voy a soportarte por el resto de mi vida, no te lo tomes a mal, pero hemos empezado a llevarnos mejor ahora— suspiró con desesperación.
—Lo sé, de verdad que quisiera cambiar las cosas para liberarte de mí, pero no todo es tan fácil como puede parecer en tu cabeza— la aseguró, ella asintió.
—No hay otras maneras, así que supongo que tendré que acostumbrarme a sonreír y responder las preguntas de todos acerca de todo esto— exhaló ella haciendo que el chico la miré con orgullo por sus palabras.
—Debemos de volver con los invitados de nuevo, van a creer que estamos mal entre nosotros— la dijo, ella le miró confundida.
—No podemos estar mal porque no somos nada— susurró ella frustrada.
—Ante nuestros ojos no, pero los de los invitados sí, y deben de seguir pensando que somos algo— la susurró comenzando a caminar junto a ella hacia el resto de invitados
La chica no deseaba ser la pareja del hijo de un asesino en gran potencia, y mucho menos de aquel chico que lleva años molestándola, pero del odio al amor hay un solo paso.
—Me siento incómoda con todo el mundo mirándonos y cuchicheando—le siseó al oído, teniendo que tirar del brazo del chico para que se agache un poco.
—Pronto te irás acostumbrando a ello, no te preocupes— la contestó, comprendiendo la situación en la que ella se encontraba.
—¿Crees qué algo de esto va a ir bien?— Le preguntó en un tono más alto, aprovechando que el resto no se centraban en ellos.
—Creo que— suspiró mirándola de arriba a abajo—, lo que se venga de aquí en adelante no te va a gustar para nada, pero nos va a tocar vivir así durante un tiempo, aceptando y obedeciendo órdenes que no queremos— la avisó intentando sonar suave.
Tom se percató de que los invitados comenzaban a murmurar negativamente ante la situación de la pareja. Se acercó a ellos, chocando con algunos invitados que se interponían en su camino.— ¿Podéis cambiar vuestras caras? Están comenzando a creer que estáis discutiendo— les susurró de mala manera, Mattheo bufó alejando unos centímetros a su hermano de la chica.
—Estamos hablando sobre lo que nos espera de aquí en un tiempo, a Ary le disgusta todo esto— le explicó, intentando resumirlo todo.
—Pues tienes que entender que las cosas con mi padre funcionan así, da igual si te gusta o no, si él te ha mandado a hacerlo tienes que hacerlo— la dijo, ella agachó su mirada unos segundos, pensativa.
—Bien, llevaré la situación lo mejor posible, por el bien de todos, sobre todo el mío— asintió finalmente la chica. A Mattheo le disgustó el simple hecho de que ella se había convencido con las palabras de su hermano y no las suyas.
Por Hogwarts todo seguía igual, Cedric seguía enfadado con la chica por haberse ido con los hermanos Riddle, aquellos por los que tanto había llorado en un pasado buscando alguna explicación por todas aquellas molestias que la producían, pero ella ahora la tenía.
—Cedric, cariño, deja de pensar en la zorra de tu ex— ronroneó Pansy, paseando sus dedos juguetonamente por el pecho del chico. Él hizo una mueca de molestia por la irritante voz de ella.
—Cállate— escupió apartándola de él—, no quiero que la vuelvas a insultar de ninguna manera, aquí la única zorra eres tú— advirtió antes de comenzar a caminar a la puerta, pero la voz de la Slytherin lo interrumpió.
—No quieres aceptarlo, pero tu amor por Russo sigue igual de vivo que desde el principio— le aseguró, tocando un tema que le dolía.
—No eres absolutamente nadie para meterte en temas que no son tuyos, no quiero que tengas a Aryana en tu boca, ni a ella ni lo que un día tuvimos ni lo que yo ahora mismo sienta por ella, así que por tu bien empieza a tener la boca más cerrada, y cuidado cuando la abres— la amenazó, mostrándola su lado más oscuro.
—No me asusta un simple Hufflepuff, no te comparas conmigo, no eres nadie para decirme sobre qué puedo hablar y sobre lo que no, empieza a tener más cuidado tú con quién hablas, y sobre todo, la manera en la que hablas— lo amenazó ella a él.
Cedric sabía que los Slytherin eran mucho más peligrosos que los de su casa, por eso principalmente comenzó a llevarse con Aryana, para asegurarse una buena protección, aunque todo eso cambió cuando comenzó a sentir cosas por la chica y su amor afloró de un momento a otro, haciéndole ver que ella no era su escudo, sino el amor de su vida.