Llegó el momento en el que Mattheo y Tom volverían de nuevo a Hogwarts, dejando a la italiana en manos de Lord Voldemort. Pese a que no querían dejarla ahí sola y encargarse ellos mismos de entrenarla, Voldemort insistió en hacerlo él mismo.
—Lo que sea, si se pasa o lo que sea, envíame una lechuza y vendré— la pidió una vez más el rizoso, ella asintió con una cálida sonrisa.
—Debéis de iros ya, sino os perderéis las primeras clases— suspiró ella, intentando aceptar el simple, y terrorífico, hecho de que estaría a solas con Tom.
—Por favor, Ary— volvió a pedir con más seriedad, ella volvió a asentir.
Voldemort se asomó por la puerta para ver a sus hijos subir a la carroza que les llevaría a la cabaña donde se encontraba la chimenea de la mansión Riddle, por seguridad no la tenían dentro de casa.
—Aryana, querida, ven— la llamó el mago oscuro, ella sintió su cuerpo tensarse por completo por la voz áspera del hombre. Se dio media vuelta, luego de mirar con una sonrisa a Mattheo, para dirigirse hacia el mago.— Había pensado en comenzar hoy con tu entrenamiento— la dijo entrando en casa, haciendo que ella camine a su lado—, pero he pensado que mejor será que comiences a ver cómo funciona todo esto— concluyó, ella frunció el ceño.
—¿Cómo funciona el qué?— Cuestionó ella mientras entraban a una sala repleta de librerías, no era una biblioteca, más bien parecía un despacho.
—Nosotros colocamos imágenes de nuestras víctimas aquí, familia y amigos, más bien toda la información posible. Seleccionamos una fecha, ahí haríamos la primera aparición. Luego de eso elegimos si introducirlo a mi ejército o matarlo— la comenzó a explicar. Ella hizo una mueca ante lo último, sabiendo bien que eso sucedió con su padre.
—¿No te parece un poco egoísta obligar a alguien a formar parte de esto? Solo es una simple opinión de alguien que aquí no tiene ni voz ni voto, pero creo que deberíais de tener en cuenta que muchos magos tienen su vida formada— intentó explicarse ella, ocasionando disgusto en Voldemort.
—A mí no me interesan sus familias, ni si quiera ellos, pero sí su fuerza mágica— contestó con simpleza.— Al final acaban queriendo quedarse aquí por su propia cuenta— suspiró.
—No lo sé, Voldemort— suspiró ella de vuelta, atreviéndose a llamarlo por su nombre. Ella no tenía porqué temerlo, había demostrado ser más fuerte que él y que sin problema lo derrotaría.
—Veo que eres valiente en mencionar mi nombre— comentó el mago, mirándola con disgusto.
—Creo que si decidiste llamarte de esa manera fue para que el resto lo usáramos— contestó ella con indiferencia. Quería mostrar que no le temía y que ella no era débil, aunque realmente quisiera salir corriendo bien lejos.
—Me gusta tu valentía, me gusta que Mattheo te haya escogido a ti, las muchachas de hoy en día me disgustan a sobremanera— la elogió.
—Sí, supongo que en tu época todo era mucho más diferente— suspiró ella haciendo que el mago la mirase con interés.
—¿Qué quieres decir con eso?— Inquirió el mayor queriendo saber del tema.
—Que ahora las cosas no funcionan de la manera en la que tú piensas, todo ha cambiado, y ese es el problema— respondió ella simple.
—Creo que tu relación con mi hijo ha tenido malos momentos, y creo que por tu culpa él se está volviendo débil— exhaló de mala manera, fulminando con la mirada a la italiana.
—Creo que no puedes culparme de hacerle ver el bien que le hace sentir, merece ser feliz y tratándolo como tú lo has hecho todo éste tiempo nunca lo va a ser— rugió ella poniéndose a la defensiva.
Ella durante su pequeña charla nocturna aquella noche con Mattheo, vio la desolación a través de su mirada, eso la rompió por dentro. El simple y doloroso hecho de que él hubiera crecido entre caos y destrucción le ha pasado factura, y ella pensaba cambiar todo eso.
—No eres nadie para cambiar a mi hijo, no quiero que le hagas ver un mundo repleto de debilidades, y mucho menos que tú seas una de ella— gruñó de mala manera, estaba hartándose.
—Creo que tu hijo ya ha elegido su posición y creo que ya es lo suficientemente mayor como para escoger lo que quiere o no para su vida— suspiró ella tratando de buscar paciencia de alguna parte.
—Yo sé lo que necesita, no lo que quiere, y a pesar de que esté de acuerdo con que os caséis, no quiero que lo hagas cambiar— la susurró de mala manera, ella rió entre dientes.
—Que cambie o no, no es cuestión mía, el puede hacerlo si él mismo quiere, a mí no me reproches nada cuando él mismo ha tomado una decisión y es lo que importa— Escupió ella, dando por finalizada la conversación cuando se fue lejos del mago.
Voldemort la miró con disgusto, no esperaba que ella fuera a sacar las garras con él, creyó que iba a tener miedo de hablar con él y que le respetaría, pero no, se dio cuenta de que esa mujer merecía la pena para, en un futuro, llevar las riendas de la familia.
En Hogwarts ahora todo era muy aburrido, sin la chica por ahí todo se complicaba. Tom y Mattheo no querían admitirlo, pero se habían acostumbrado a molestar a la chica para mantenerla cerca de ellos, aunque esa era una simple excusa para poder estar cerca de ella o hablarla.
Mattheo lucía apagado debido a la ausencia de su futura esposa, él temía que su padre la tratase mal de alguna manera, tenía miedo de que ella sufriera tanto como su hermano y él lo habían hecho a causa de los múltiples entrenamientos de su padre para ellos, para entrenarlos para cuando el mago obscuro decida dejarles al mando de todo.
—Oye, Mattheo, ¿dónde está Aryana? Tengo ganas de vela— suspiró pesadamente Blaise, dejándose caer en el sillón al lado del chico.
—Aryana se ha quedado en la mansión con mi padre, no quiero hablar del tema, dejémoslo ahí— suspiró a su lado Mattheo.
Tom elevó su mirada, aparentemente preocupado por su hermano.— Mattheo, puedes volver a la mansión cuando quieras, estoy seguro de que a la niñata le va a encantar— le recomendó sonriente.
—Quizás vaya ésta tarde a verla, quiero verla— exhaló acomodándose en el sillón.
—¿Puedo ir? Por favor— suplicó Blaise, batiendo sus pestañas hacia el rizoso.
—Pues como comprenderás no, quiero ir a ver a mi novia— negó rápidamente Mattheo, haciendo que Blaise ponga sus ojos en blanco.
—No vayas hoy, vete la semana que viene, deja que padre comience con ella— negó Tom.
—Ese es el principal problema, no quiero que comience con ella— bufó Mattheo levantándose para evitar hablar del tema.
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𝐓𝐨𝐱𝐢𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞- 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐡𝐞𝐨 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞.
Fanfiction"Todo esto comenzó siendo una mentira, y ahora es una realidad."