𝟎𝟏𝟑. 𝐌𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐧𝐚𝐝𝐚.

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  Tal y como Mattheo le prometió a la chica, desayunaron y se fueron a aquella cabaña que ella le contó para poder ir a disfrutar unos días solos

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  Tal y como Mattheo le prometió a la chica, desayunaron y se fueron a aquella cabaña que ella le contó para poder ir a disfrutar unos días solos. La cabaña no lucía muy antigua, de hecho era bastante moderna y preciosa. Mattheo se asombró ante la belleza y la paz del lugar, él la hizo reír en todo momento para que olvidara lo sucedido.

  —Y aquí jugaba con mi padre— señaló un pequeño parque al lado de la cabaña.

  —De seguro que te caíste un montón de veces ahí— carcajeó el chico señalando un charco de barro que nunca se secaba.

  —Idiota— rió ella, golpeando levemente el hombro del chico.

  Ellos volvieron a entrar a la cabaña de nuevo cuando notaron que alguien los observaba, Mattheo se sentía inseguro de estar ahí pues sabía que probablemente su padre estaría buscando a la chica por todas partes para volver a aprisionar de nuevo.

  —No salgamos afuera al menos hasta mañana, he notado que alguien se removía entre las plantas— murmuró Mattheo mirando entre las cortinas.

  —No podemos ni ser felices unos pocos días al margen de la sociedad— bufó ella apoyando su frente en la espalda del chico.

  —Es lo que tiene salir con el hijo de Lord Voldemort— sonrió él intentando hacerla sonreír de nuevo a la par que se daba la vuelta para mirarla, ella sonrió.

  —Sí, supongo que me gusta mucho el riesgo— asintió ella de manera vacilante.

  —Eso es lo que siempre me ha atraído de ti, que nunca has sentido miedo por absolutamente nada y nunca nada te ha hecho echarte hacia atrás— la reconoció con una gran sonrisa, tomando la mano de la chica para llevarla al sofá y sentarse juntos.

  —¿Siempre has sentido algo por mí?— Le preguntó con cierta curiosidad, él asintió.

  —Siempre he sentido cosas por ti, ahora sé que es algo bonito, bueno de antes también, pero ahora sé plenamente que te quiero a mi lado por el resto de mi vida, que vas a ser tú la madre de mis hijos, y sé que nunca podré imaginarme una vida sin ti— la susurró pegando su frente con la de la chica.

  —Mattheo, te amo tanto, pero tanto, que estoy dispuesta a dar mi vida por ti, siempre— le dijo antes de volver a besarlo para evitar que él se niegue a ello.

&

  Llevaban en la cabaña alrededor de tres días, no habían vuelto a notar nada extraño, pero siguieron tomando precauciones, aunque sería en lo único en lo que estaban tomando precauciones. Cada noche gemidos y gruñidos resonaban en toda la cabaña y alrededores, ambos disfrutaban de su sexualidad ahora que estaban completamente solos.

  Nada era como planeaban pues cada día una nueva avería aparecía en la casa, pero ella disfrutaba de ver a su chico arreglarlo sin uso de magia. A Mattheo le gustaba ver cómo la chica se deleitaba con la simple imagen de él haciendo algo que ella no podía.

  —¡Mattheo!— Lo llamó cuando la puerta se abrió de golpe y varios hombres entraron al interior de la casa. El chico salió corriendo de la habitación para ir donde ella y colocarse frente a ella, protegiéndola.

  —¿Quiénes cojones sois?— Escupió al ver que no reconocía a ninguno de ellos, y ni si quiera llevaban la marca de su padre.

  —Venimos a por Mattheo Riddle, tenemos que acabar con ella antes de que cree una catástrofe— respondió uno de ellos mirando a la chica fijamente.

  —Aryana, vete— la ordenó Mattheo, ella negó con la cabeza colocándose al lado del chico para evitar que le ocurra algo malo a él.

  —Sea lo que sea que hayáis escuchado de él, es mentira, no tiene nada que pueda peligrar a nadie— escupió ella de mala manera.

  Uno de los hombres empuñó con más fuerza su varita antes de removerla en círculos y lanzar un hechizo desconocido por parte de ambos, haciendo que ella caiga al suelo repentinamente debido a que se coloco frente al chico para librarlo de la muerte, quedando inconsciente por completo. Mattheo se arrodilló para tomar a la chica y comprobar su pulso, el cual no resonaba ni se sentía. El Riddle miró con dolor a aquellos hombres antes de que ellos desaparecieran de poco en poco para dejarlos solos.

  —Aryana, mi amor, por favor— suspiró él, suplicando que ella despertase de nuevo, pero nada.

  Las horas iban pasando, el cuerpo de la chica estaba sobre el sofá, comenzaba a enfriarse por completo, dando aún más señales de su muerte. El chico estaba destrozado por completo, no quería aceptarlo, y mucho menos sabía cómo iba a decirle esto a sus amigos o a su padre.

  Su mirada no se apartaba del rostro de la chica, la admiraba antes de que el momento de enterrarla llegase, retrasando el momento de decirla adiós por completo, se negaba a hacerlo.

  —Aryana, por favor— suplicó una vez más, dejando que lágrimas cayeran por sus mejillas.

  Era la primera vez que sentía algo así, tanta agonía y desesperación le estaba ahogando. Ella no tenía ningún signo de volver a despertar de nuevo, y él tampoco mostraba ningún signo de querer admitir la muerte del amor de su vida.

  Se lamentaba de que ella hubiera sido la dañada por culpa de aquellos hombres, ellos venían a por él, no por ella, nunca podría volver a dormir con tranquilidad, no con esa imagen en su mente, no sabiendo que ella había muerto por su culpa.

No era capaz de salir de entre esas cuatro paredes en las que todo ocurrió, su mente le condenaba a revivir ese momento una y otra vez sin piedad. Sus manos se iban hacia su cabeza para agarrar con fuerza su pelo y tirar del mismo con frustración. Él quería irse de ahí, no volver a Hogwarts, pero sí que irse de esa cabaña en la que todo había sucedido.

  —Perdóname, mi amor, perdóname— la pidió en un sollozo. Notó que el vientre de ella se removió levemente, haciendo que su mirada se dirija al mismo, frunció el ceño apoyando una mano sobre el mismo, notando los movimientos de algo en el interior de la chica.— ¿Qué es esto?— Murmuró confundido, algo le decía que ella estaba viva, de no ser así nada podría cobrar vida en la chica.

FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA

𝐓𝐨𝐱𝐢𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞- 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐡𝐞𝐨 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora