¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Vamos, Aryana, hazlo— la incitó una vez más el hombre, agarrando por el pelo a la chica mientras ella lloraba desesperadamente.
—Por favor— sollozó ella nuevamente, queriendo que todo eso acabase de una buena vez.— Déjame en paz, no quiero hacerlo— escupió, mirando con odio al mago a su lado.
—Tienes que hacerlo, Aryana, solo si quieres que todo vaya bien de ahora en adelante— la amenazó.
Ella volvió a mirar al hombre arrodillado y completamente lleno de sangre, él la miraba suplicante, sin querer que ella lo haga. La chica tragó en seco mientras cerraba sus ojos con fuerza.
—Inruptus— murmuró, ocasionando que cada vena del cuerpo de aquel hombre se disecara con lentitud ocasionando un gran dolor y un gran chillido de dolor por parte del hombre.
Las venas del dañado comenzaron a notarse por su piel, haciendo que líneas grisáceas se marquen por su piel, como tatuajes. El mago soltó a la chica y la dejó caer al suelo, ella no había parado de llorar en ningún momento.
—¿Lo ves? No ha sido para tanto, piensa en lo que hemos conseguido, ahora sabes un nuevo hechizo, ya casi estás lista como para luchar contra mis mortífagos— la felicitó, tomando con fuerza el mentón de ella a la par que la italiana le fulminaba con la mirada.
—Ojalá te pudras en el mismísimo infierno— le maldijo con veneno en sus palabras.
El hombre rió entre dientes mientras la soltaba bruscamente y se iba de la sala, dejando a solas al recién fallecido y a la nueva asesina. Ella miraba al hombre con dolor, deseando saber un hechizo para traer de vuelta a los muertos y poder salvar a cada víctima a espaldas de Lord Voldemort.
—Mattheo, por favor— sollozó ella en un siseo, agarrando con fuerza su vientre por el dolor que sentía. Necesitaba que el chico estuviera ahí, le necesitaba y necesitaba que él estuviera ahí para decirle que todo iba a estar bien.
&
Aryana se despertó, su cuerpo sudoroso y sus ojos llorosos, su corazón latiendo a gran velocidad y por su mente recorriendo los recuerdos de todo ese mes junto a Lord Voldemort.
No era la primera vez que tenía una pesadilla a causa de lo sucedido en ese tiempo, pero no le tomó importancia, supo que seguiría así hasta que se acostumbrase a su nueva vida.
Mattheo notó que la chica se removía mientras estaba dormida y se puso a observarla, cuando la vio despertar la miró con preocupación, él sabía lo que la sucedía pues a él también le había ocurrido.
—Trata de dormir de nuevo, sé lo que es soñar con esas cosas, tranquila— la susurró pacientemente, ella lo abrazó con su cuerpo tembloroso. Él la apretó con fuerza contra su cuerpo, haciéndola saber que él estaría a su lado.— Va a ser muy difícil que dejes de tenerlas sino dejas salir al exterior todo lo que ves, yo también las tuve y dejaron de suceder cuando lo hablé con Tom, no es sencillo hablarlo, tómate tu tiempo, cariño— concluyó, ella lo escuchaba con atención, no decía absolutamente nada, mantenía su silencio intacto queriendo calmarse con la voz ronca y adormilada del chico.
El cuerpo de ella dejó de temblar al cabo de un rato, ninguno de los dos dormía, pero ninguno de los dos hablaba. Aryana sabía que las palabras del chico eran sinceras y que, quizás, debería de hablar con el chico para poder librarse de todo eso.
—Voldemort— suspiró pesadamente—, él ha usado mi poder de mala manera, él me obligaba a matar a sus presos, advirtiéndome de que si no aprendía a controlarme yo acabaría junto a todos ellos y que acabaría muriendo— le comenzó a contar.— No quise eso en ningún momento, el miedo se apoderó de mí en cada ocasión haciendo que realice lo que él quería, llegando al punto de asesinarlos y acabar con todo lo que a él le costaba cargar.— Prosiguió, su voz comenzando a quebrarse—. No quería hacerlo, te lo prometo, pero tampoco quería acabar encerrada en una celda por el resto de mi vida— sollozó con dolor.
No tenía dolor físico, sino psíquico y sentimental, ella simplemente quería olvidarlo absolutamente todo y volver a empezar de nuevo, comenzar una nueva vida junto a Mattheo, olvidándose por completo del resto de sus amigos antes de que las cosas la obliguen a hacerlo dejándolos de lado por completo para continuar con el legado Riddle.
—Pronto vas a comenzar a dejarlo pasar, vas a empezar a sentirlo de otra manera hasta el punto que olvides por completo la primera vez que lo hiciste, quedándote con la última una y otra vez— la aseguró abrazándola con, aún, más fuerza.
—Mattheo, quiero que mañana vayamos a la vieja cabaña en la que veraneaba de pequeña, no hay buen tiempo, pero la cabaña es cálida, necesito irme allí para recuperar mi paz mental de nuevo y poder ser feliz otra vez, ser feliz a tu lado— le pidió en un susurro sintiéndose más calmada de nuevo.
—Bien, mañana por la mañana nos levantaremos bien pronto y comenzaremos a preparar la maleta, desayunaremos aquí y nos iremos, ¿bien?— La dijo, ella asintió sonriente para volver a besarlo.
—Te quiero, Mattheo— le susurró apoyando su frente en el pecho del chico. Él sonrió acariciando con suavidad la cabeza de la chica.
Le había costado mucho llegar a ese punto, le había costado mucho tener cerca a la chica de una mejor manera, como la tenía de antes le hacía odiarse a sí mismo y repugnarse, pero ahora que la tenía a su lado en la cama, abrazada a él, aseguraba que era el hombre más feliz del mundo.
—Yo también te quiero— la susurró de vuelta, su voz suave y ronca.
Volvieron a dormir de nuevo abrazados el uno al otro, ahora la mente de la chica estaba en blanco por completo, librándola de esas pesadillas.
Estaba deseosa de volver de nuevo a aquel lugar para volver a su tranquilidad de siempre, ésta año se había complicado en cuestión de un simple día, unas simples horas y una simple mentira.
En la mansión Riddle, Voldemort comenzaba a impacientarse por la ausencia de la chica, mandó a mortífagos en busca de la chica a Hogwarts, pero sus amigos se las ingeniaron para crear una tapadera de manera que nadie supiera que ella había estado allí.
—¡Tenemos que encontrarla! Esa chica es mi única solución para lo que estoy planeando— bramó el mago, haciendo que unas estanterías caigan del lado izquierdo del salón principal. Bellatrix parpadeó con fuerza ante el estruendo.
—Mi señor, la buscaremos por todas partes, estamos haciendo todo lo que podemos para encontrarla, pero ni si quiera en Hogwarts— murmuró ella temerosa.
Voldemort se giró para mirarla, ella tragó en seco.— Quiero que la busquéis por todo el mundo mágico, en casas, escuelas lejanas, mundo muggle, donde sea— ordenó.— Largó— la echó de la sala.
Estaba completamente frustrado, necesitaba a la chica para culminar todo lo que tenía en mente, ella era su plan A, y no existía ningún plan más. Estaba completamente seguro de que la chica se casaría con su hijo pues sabía que lo amaba, pero seguramente que huirían lejos de allí, aunque no llegarían muy lejos pues él se encargaría de matar a uno de los dos para hacer que el otro estuviera solo por el resto de su vida, maldiciéndolo para evitar que encuentre a alguien más y que en su mente solamente se recrearía le escena de su muerte, haciendo que sufra para el resto de su vida, para que sufra.