Capítulo 2

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Me tranquilizo un poco, intentando regular mi respiración, mi garganta duele del esfuerzo que hago al llorar, siento que hay algo en mis manos, las abro dejando caer el césped que arranqué en algún momento mientras lloraba, mis ojos ahora están un...

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Me tranquilizo un poco, intentando regular mi respiración, mi garganta duele del esfuerzo que hago al llorar, siento que hay algo en mis manos, las abro dejando caer el césped que arranqué en algún momento mientras lloraba, mis ojos ahora están un poco secos, los froto delicadamente para mejorar mi visión y me pongo en pie, mis temblorosas piernas dan pasos pequeños e inseguros.
Veo por última vez las tumbas de mis padres y mi hermano, esto es por mucho lo más difícil por lo que he pasado en toda mi vida, respiro profundamente antes de cerrar la reja del mausoleo para luego limpiar las lágrimas en mis ojos.
Camino hacia la recepción, parece que no hay nadie, solamente está el mostrador con algunas flores sobre él, me inclino para ver si hay alguien en la oficina junto al escritorio, pero no hay nadie, así que dejo las llaves sobre el escritorio y salgo de allí, no sé qué hacer, me duele la cabeza de tanto pensar hacia donde puedo ir, me aterra pensar en ir a mi casa, pero debo hacerlo; tengo que sacar algunas cosas de allí antes de que se den cuenta que escapé del hospital y la policía comience a buscarme, no quiero volver a ese depresivo lugar.
Detengo al primer taxi que veo pasar por la calle, le doy mi dirección, este se pone en marcha de inmediato, el hombre conduce muy rápido, rebasa a todos los autos que se le ponen en frente, unos minutos más tarde estamos junto a la reja de mi casa.

— ¿Podría esperarme? Necesito ir a otro sitio, no tardo. — Digo abriendo la puerta del taxi.

— El contador está corriendo. — Dice el taxista sacando una revista de la guantera.

Con mis heladas manos abro la puerta del taxi para poder bajar, mientras camino hacia la reja comienzo a recordar lo que ocurrió en mi hogar.

— Corre Jonathan.

— Halley ayúdame.

— Por favor, no le hagan daño.

Mi respiración se agita y mi pulso se acelera, casi puedo ver la escena en mi cabeza, las heridas comienzan a doler nuevamente, siento un nudo en la garganta, mis manos tiemblan y mis piernas se sienten pesadas, no puedo sacar esos pensamientos de mi mente.
Vacilo por un segundo, pero finalmente abro la reja, camino a través del hermoso jardín de mi madre hasta la puerta, intento abrirla, pero está con llave, rodeo mi casa para llegar al patio trasero, saco la llave de repuesto de la maseta que está a la par de la puerta de servicio y la abro. Al entrar veo la cocina detenidamente, todo está igual que la última vez que estuve aquí, me dirijo a la sala, al abrir la puerta veo las manchas de sangre en la alfombra; por un segundo los recuerdo tendidos en el suelo, varias lágrimas recorren mis mejillas, llevo mis manos hacía mi estómago, siento náuseas, respiro profundamente antes de continuar, subo las escaleras, entro a la habitación de mis padres, como siempre su cama está perfectamente arreglada, las flores que mi padre trae cada semana para mi madre están marchitas con poca agua en el florero, busco las joyas de mi madre en su joyero y dinero en las billeteras de mis padres, en una de las gavetas del closet de mis padres hay un celular viejo, quizás en algún momento pueda servirme así que, lo tomo. Voy a mi habitación para contar el dinero, en total tengo $420, tomo una mochila, guardo el dinero y las joyas en una de las bolsa, observo en una esquina de mi habitación la maleta de ropa que traje de la universidad, aún está empacada así que, solo meto un poco más de ropa en la mochila, me quedo sentada en el borde de mi cama por un segundo mirando hacia la nada, sacudo mi cabeza para volver a la realidad, tengo que apresurarme, no puedo estar por mucho tiempo aquí.
Entro al baño de mi habitación para darme  una ducha; cada vez que cierro los ojos veo a mi hermano tendido en el suelo y a los hombres con pasamontañas frente a mí, me siento en el suelo de la ducha dejando al agua correr mientras lloro en silencio, me recuerdo a mí misma que debo ser fuerte y que debo darme prisa, así que salgo de la ducha y me visto. Voy por toda la casa en busca de las fotografías familiares que tenemos, las guardo en la maleta, la cierro y la saco al pasillo junto a mi mochila.

Confía o muere. (1/2) En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora