Veía las infinidades de estrellas y toda la aurora boreal reflejarse en la oscuridad de la noche. Me hacía recordar a todas las vidas que se han perdido y de alguna forma u otra encontraron su camino en el cielo, proceso que aún no he cumplido porqu...
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Pasó exactamente una hora, y el sueño ya estaba entrando en mi sistema, me encontraba en mi sillón observando las fotos de mi padre, una lagrima se deslizo por mi mejilla. Mi padre falleció, un capitulo doloroso de mi vida, una cicatriz que nunca iba a sanar.
Cuando tan solo yo tenía trece años, el cáncer de él estaba muy avanzado los doctores dijeron que ya no había nada que hacer. Aun recuerdo esa noche fría, estaba lloviendo.
Me encontraba llorando en el regazo de mi madre, los sollozos se escuchaban en el pasillo, los sollozos de mi madre y los míos.
―Tu padre ya no sufrirá más, mi pequeña.
Decía mi abuela poniendo su mano en mi hombro un gesto para tratar de consolarme, pero no daba resultado. Sus palabras me pusieron más triste, mi papito no iba a estar más conmigo, el hombre que siempre estuvo para mí y me complacía en lo que podía.
Papito, no te vayas.
Mi madre me había mentido al principio del qué tan grave estaba mi padre, estaba muy enfermo. pero yo lo descubrí por mi cuenta, papá siempre pasaba todo el día en cama y se me hacía muy raro toda esa situación, se cansaba muy rápido y él no era una persona de estar todo el día acostado.
Con él nunca nos faltó nada porque siempre se paraba muy temprano por la mañana a trabajar porque él era de esas personas trabajadoras, el casi nunca dormía para mantenernos a mí y a mi madre, siempre llegaba de noche. Mi madre siempre me mentía diciendo que el jefe de mi padre le había dado vacaciones por su arduo esfuerzo en el trabajo, ella creía que yo me tragaba ese cuento, sabía que ningún jefe en un ente público por más buena gente que sea no daban esas consideraciones. El punto es que descubrí un papel e forma de carta.
Como toda mi vida fui curiosa y más a esa edad, indagué en el contenido de esa carta, estaba encima de la cama de mis padres, cuando la abrí me percaté de un detalle, eran exámenes médicos cuyo valor no pude entender, vi hacia otra hoja, pude ver una letra innetendible, era la típica letra cursiva de los doctores, traté de descifrarla lo más claro que pude y no me agradó el resultado. Allí indicaba que ya no hacía falta que él asistiera a las quimioterapias, su cáncer había alcanzado la mayoría de su cuerpo, tenía metástasis.
Ese día lloré demasiado, que sentí que me seque por dentro. Lo habían desahuciado.
Lo peor es que mi mamá ni siquiera notó que yo estaba deprimida.
―¿Por qué no me dijiste que mi padre estaba muriendo? ¿por qué hasta ahora?―En la mirada de mi madre había tristeza y pena. Me pare rápidamente del regazo de mi madre―¡Díganme!―Dije eso cuándo pasaron algunos segundos y veía que ninguna de las dos respondía.
Alguien se aproximó a nosotras. No era cualquier persona, era el doctor de mi padre.
―Lo siento por su querido esposo, padre e hijo―Esas fueron las palabras que me destruyeron ―No resistió la noche. Lamentablemente, el señor Mrcury acaba de fallecer.