8 ✣ Ansia ✣

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AURORA MONTEVIUR

Había dejado a la humana Nicolle protagonista de la noche, en la puerta de su casa. No era sorpresa que había tenido sexo con Noah, la delataba la sangre que desprendía entre sus piernas, olía a sangre virginal y la camiseta que traía puesta era nada más y nada menos que la de mi hermano.

Noah había sido un inoportuno nuevamente. Esa chiquilla era su perdición.

Ya veía los regaños de Nathaniel, nuestro hermano mayor. Él era el más correcto de los cuatro, su carácter era fuerte como el de un padre con sus hijos, le tocó ese cargo con nosotros antes de tiempo, no quería que cometiéramos errores y no quería que dejáramos rastros y mucho menos escándalos, volvimos a Waterville por una razón y queríamos quedarnos el tiempo suficiente.

De niños sufrimos una niñez muy dura, nuestros padres habían muerto en manos de un vampiro muy poderoso.

Nuestra sangre estaba maldita desde el principio de nuestro nacimiento, el precio que tuvimos que pagar era las sangre de mis padres a cambio de ser inmortales.

Yo hubiera preferido morir mil veces más a vivir ésta vida tan vacía, en realidad no era vida. Yo era un cuerpo muerto dependiendo de la sangre humana, pretendiendo ser de día una persona normal y de noche una depredadora sedienta de ese líquido de color carmesí.

Sufrí mucho el adaptarme y pretender ser una humana, pero era difícil con el hambre azotándome día y noche. Me alimentaba de sangre del hospital de Waterville, hacíamos numerosas donaciones para recibir un poco de sangre, un acuerdo muy justo. Era ilegal pero Nathaniel podía ser muy persuasivo cuando podía.

Y regresé al ahora.

Estacioné el auto nuevamente en frente de la casa con la fiesta desequilibrada.

Salí del auto y puse el seguro.

Me adentré a la casa y habían menos personas. No vine a quedarme, estaba buscando a mi hermano para llevármelo de aquí a rastras y no recibir otro castigo de Nathaniel. Odiaba ser su tapadera.

Subí las escaleras, habían cuerpos de humanos alcoholizados tirados en el suelo. Vaya, sí que fue una fiesta alocada.

Abrí la primera puerta que vi y la habitación estaba algo desordenada. La cama lo estaba, la alfombra también, los muebles no estaban en su lugar y había un sofá, ¿eso era sangre?

No lo quería suponer, de sólo pensarlo mis dientes estaban al acecho.

Necesitaba alimentarme.

Escuché un ruido, agudicé mi oído. Era el quejido de una mujer, me alerté. El ruido venía detrás de la puerta de lo que yo suponía era el baño.

Me acerqué sigilosamente, palpando el perímetro.

Abrí la puerta lentamente y no me asombré la imagen que estaba viendo.

Puse mi mejor cara de irritación, estaba harta.

―¿Es en serio? Solamente te aviso que no limpiaré tu desastre.

Lo vi, a él succionandole la vida a la anfitriona de la fiesta, desconocía su nombre, no me interesaba. Solo quería largarme de aquí con él y evitar problemas pero él siempre me lo hacía difícil.

Linaje Real ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora