13. Despedida

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El sol se ocultaba en el ocaso, dandole a la bienvenida a la luna, el día se encontraba frío como ya era costumbre. Sobre mis aposentos descansaba entre las sábanas de seda una fémina de tentadora figura. Su pecho subía y bajaba acorde a sus numerosas inhalaciones, sus mejillas ligeramente sonrojadas eran la viva imágen de una muñeca de porcelana, aunque su apariencia no le hacía honor a su comportamiento. Su larga melena negra cubría gran parte de la almohada.

Me encantaba observarla, observarla bajo las sombras había sido mi pequeña obsesión secreta, lo había sido por más de díez años. Y ahora la tenía bajo mi merced, bajo mis sábanas. Sólo ellas fueron testigo de el acto sucedido hace algunas horas.

Yo era un cazador y ella era mi dulce corderito al que tanto amaría cazar.

Estaba en mi sillón preferido tomando un vaso de whisky. Disfrutando de la vista. Había extrañado tenerla entre mis brazos desde aquella noche alocada en esa fiesta de adolescentes.

Me levanté del sillón.

Me acerque hacía la cama en dónde ella estaba sumamente dormida. Mi mano delineó la comisura de sus tentativos labios. Mi mirada no pudo ignorar como sus pechos estaban a la vista, acaricié uno de sus pezones y me emocionó sentir como este se ponía rígido con solamente mi toque. Dejé de lado el atrevimiento y arrope su tentador cuerpo con las sábanas de seda.

Fui directamente a la salida de la habitación para seguidamente abandonarla y poner seguro a la puerta para evitar a que ella escapara.

Salí de la posada que había adquirido hace algunos años, el lugar era secreto. Solamente yo sabía la localización y quería que así permaneciera.

Caminé hacia mi auto, abrí la puerta para adentrarme en él y empezar a conducir a la Mansión Monteviur. Encendí la pantalla de mi móvil y lo primero que ví fueron las numerosas llamadas de Nathaniel.

Di un largo suspiro.

Con pesadez arrojé el teléfono hacia los asientos traseros, conduje de manera rápida. La costumbre de siempre era ver el pueblo de Waterville desolado y sin tantas personas que estén circulando sus calles. Pero ese no fue el caso, al contrario.

Podía ver tumultos de personas esparcidas, adultos y adolescentes en su mayoría. No era un día festivo, no eran elecciones, nadie había muerto que yo supiera y tampoco yo había asesinado a alguien en los últimos días.

Pasé cerca de varios Postes de luz que alumbraban la noche, habían anuncios de búsqueda pegados en él, una chica llevaba tres días desaparecida y el sujeto caritativo que la consiguiera sana y salva tendría su merecida recompensa. Una chica a la que yo tenía cautiva.

—Joder.

No había pensado en todas las consecuencias que tendría llevármela por varios días, el tiempo se me había pasado con rapidez, follar todos esos días con Nicolle hicieron que me olvidara de la noción del tiempo y me enfocará solamente en ella y en hipnotizarla.

Aunque, el mantenerla hipnotizada por mucho tiempo tenía su grado de dificultad ya que Nicolle es de linaje sangre pura y no es tan fácil mantener la hipnosis en personas humanas con esa descendencia, tenía que alimentarme con frecuencia para mantenerla en ese estado. Hubieron muchos momentos en el que surtía el efecto de la hipnosis y empezaba a asustarse y a insultarme en el punto también de golpearme.

Linaje Real ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora