Entre puertas

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— ¡¿Dos habitaciones?! ¡Es insultante! — Gritaba sin muchos escrúpulos la fémina, emanando una presencia muy diferente a la poseída 

— ¿Qué pasa Din'? — Preguntó Ter de parte de todos 

— Sólo hay... más bien, ¡sólo nos darán! dos habitaciones para nosotros, para los ¡tres! amigos del próximo Más Alto — Enfatizaba con rudeza, empañando unos lentes gruesos que siempre traía consigo, costumbre debido a su profesión, que pocas veces limpiaba debido a mantener esta misma familiaridad consigo. 

— Señorita entienda que están llegando más personas sumamente importantes y debemos hospedarlas — Explicó una mucama, era una pareja de sirvientes, en vista de que era más gente

— ¡Tendremos que compartir! — Refutó dando la espalda a la servidumbre, con manos en la cinura hacia Ter, como si él fuera el encargado de eso o pudiera dar una solución, Púrpura yacía acostado mientras observaba la escena, Min exploraba la gran suite. — ¡Yo ni en misiones lejanas he tenido que compartir!

— ¡Dina ya deja de acongojarte! — Extendió con pereza el de todos azulados, parando en su andar — ¡Yo ni siquiera me quedaré aquí! Al menos no todos los días — Rascó su nuca, tratando de crearse el horario en que estaría afuera — Usa mi habitación 

— Gracias Min —Exclamó cálida, conmovida mas no domada, dedicando hacia la criada una mirada denigrante y fúrica, quien la recibió confundida, nunca entendía porqué la gente solía salir de sus casillas por imprevistos triviales, finalmente salieron, dejándolos solos

— Pero los días en que venga sólo me meteré a una habitación de la que nos den, no sé de quién vaya a ser — Avisó sin preocupación, Dina bajó la defensa y exhaló

— Ah... la mía será la que esté cerrada con llave. — Se giró y fue a la dirección de los demás a relajarse — Lo siento Min, pero estoy segura que me darán una cama del tamaño de una pulga salvaje, con Ter al menos será una cama grande.

— Dina, ¿sí entiendes que no necesitamos dormir?

— A menos que nos cansemos horriblemente — Habló por fin Púrpura, ocultando su sonrojado rostro al pensar en los seguros placeres de los que, aún sin ser gobernante, podía gozar

— ¿Tienes algo en mente? — Interrogó maliciosa la chica, acercándose a su Alteza, acariciando sus antenas amistosamente

— ¿Yo? Siempre Din', quiero una fiesta. — Fantaseó con una sonrisa amplia

— Una a lo grande no me molestaría — Respondió el segundo mas alto

— Lo sé, ¡Min! — Esté paró las antenas y le prestó atención — ¡Busca por todos los lugares una fiesta! ¡De preferencia en mi nombre! Mañana comenzarán los, ¡pesados trámites y absurdas negociaciones! ¡Debemos disfrutar hoy!, si es que queremos gozar por el resto de nuestras vidas — El llamado sonrió y salió en busca de tal invitación, prometiendo no tardar ni dos horas en encontrar su entretenimiento.

Mientras, el trío se encargó de hacer todo un chiquero la elegante habitación, entre alcoholes dulces y juegos nada cuidadosos, el ruido llegó hasta la percepción de Rojo, quien apenas desempacaba las pocas cosas que había llevado, entre ellas un UCI, a quien le ordenó documentar todo lo sucedido, molesto por las interrumpciones de su rival.

¿Cómo podía reír así de alto?

¿Y por qué él no lo había hecho primero?

Nuestro buen matrimonio improvisadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora