Habían sido ya tres días desde el controversial decreto de espera, Púrpura había sido trasladado hacía el lado contrario del planeta para agilizar los movimientos legales necesarios, apenas se iban acomodando los respectivos séquitos de cada candidato; abogados, consejeros, entre otros.
Y la presencia más cercana del opuesto no pudo mas que enfurecer a Rojo, por alguna razón.
No era para menos cuando ni había sido avisado, sólo observaba desde la torre cómo alrededor de una nave se había juntado una gran aglomeración de irkens, creando escándalo y celebrando, ni siquiera pudo ver a su actual rival, pero sí que le dedicó su más despreciable mirada. La parvada de personas se movía según él caminaba, enloqueció al notar que se dirigía hacía la torre, hacía su torre.
Bajó rápidamente y con el primero que se topó fue con su mayordomo, previniendo el estado de ánimo del más alto él había llegado antes para contenerlo y evitar una escena innecesaria entre irkens, trabando su paso a como su altura se lo permitió.
Púrpura pasó literalmente por en frente de a quien igual le juraba aborrecimiento, pero ni siquiera se dio cuenta, estaba cegado por su vanidad y fanáticos, su rostro era tapada por robots guardaespaldas que volaban a la altura, el escarlata apenas y pudo apreciar las antenas largas y unos rastros del morado de sus prendas, Rojo estaba hecho una furia, se sentía ofendido e ignorado, tenía tantas ganas de lanzarse y estropear su imagen, causar un escándalo y por fin reclamar su trono como Alto, pero esta misma meta le contenía de todo esto, él no era impulsivo, sí fantasioso, pero jamás se atrevía por discreción.
Una palmada en su espalda lo hizo devolverse a la realidad, a la cual recibió con un puño apretado y un rechinar de ambas hileras de dientes, odiaba tener que contenerse así; Jez se reía a su lado.
— ¿Y bien? ¿Ya lo conociste? ¿Ya le diste unas elocuentes palabras? — Dramatizó la última cuestión, haciendo alusión a los rídiculamente educados insultos que solía proporcionar para sentirse mejor consigo mismo
— Te aseguro que con él no lo haré
— ¿Rojo se dejará llevar? — Preguntó risueño
— No me interesaría nada con él, ni siquiera sentirme más con mis ofensas, todo lo que ocupo es hacerlo a él menos
— Pues con este desfile te aseguro que será difícil bajarlo de la nube, de por sí estar en la cima de esta torre te eleva más allá — Se dio la vuelta hacia la habitación propia, proponiendo a Rojo a que le invitara a la recamára más grande a pasar el rato, no tenía mucho que hacer cuando era su amigo la razón de su hospedaje.
— Yo haré que caiga y me aseguraré que sea una caída dolorosa — Exclamó en cierto susurro, dramático, pero con un enojo genuino.
— Bien, señor venganza, tampoco es su culpa ser igual de alto, pero supono que eso no te importa, ¿o sí?
— ¡Sea como sea es un creído!
— ¡Que tu no vivas a rienda suelta es tu problema! — Finalizó adentrándose a su pieza, haciendo dar un salto de enfado a Rojo, quien sólo exhaló y permaneció recargado en la pared, observando el pasillo por donde su antagonista acababa de pasar, de cierta forma estaba pensativo con una amarga sensación, tal vez era la envidia, él se permitió disfrutar de esto, ¿por qué estaba tan seguro?
Él también confiaba en sí, sabía que era un gran candidato, no sólo por su altura, pero sabía bien que en estos casos la suerte (cuya roca es complicada de labrar) da rienda tortuosa por todo el recorrido, por lo que no se disponía a insolencias de las cuales aún no tenía total control, ¿cómo es que este sujeto ya parecía querer hacer una fiesta en su primer día en aquel hemisferio? No entendía tal despreocupación.
Pero anhelaba saber cómo era ser tan relajado en varias decisiones.

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Nuestro buen matrimonio improvisado
FanfictionEl mandato de Irk está dividido, el Más Alto murió y ahora resaltan dos candidatos con la misma estatura. Existen varias formas para solucionar este contratiempo, pero lo que no esperaban los abogados y burócratas, era que ambos llegaran un día e in...