Hablemos

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— ¡Jez! ¿Dónde estás inútil? — Alzó ante su salida, Púrpura lo miró y con repulsión se dirigió al lado contrario, buscando asimismo a sus amigos.

No se preocupaba por Min, posiblemente había ido por carne agridulce a la ciudad, pero los otros dos no parecían aparecer.

Claro, hasta que encontró primero a Jez, conversando con su mejor amiga muy animado, era el mismo irken que había salido de su habitación en la mañana.

Dina estaba sentada a lado de él, cuya coquetería hacía la mujer se notaba a leguas.

Púrpura le hizo una seña a la fémina, quien muy nerviosa le respondió con un ademán, el más alto se alejó con una sonrisa mañosa, provocando una mayor coloración en su amiga

— Es un irken alto — Observó sin mucha importancia su acompañante.

— Ya me tengo que ir — Habló jugando con sus antenas — Fue una gran fiesta la de anoche, me dio mucho gusto verte aquí

— ¿Podrías mañana en la tarde? A las afueras de la torre — Dina correspondió su invitación y se despidió con un caluroso abrazo.

Más tarde alcanzó a Púrpura, quien ya estaba conversando con Ter sobre lo que con Dina acontecía

— ¡Púrpura! ¿cómo te fue?

— No mejor que a ti, por lo que veo — Bromeó, haciendo del rostro verdoso de la fémina uno totalmente rosado, tanto de furia como de vergüenza

— Lo conocí ayer en la fiesta

— No me cuentes aquí, salgamos — Ordenó el violáceo sonriente, con rumbo del primer piso y más tarde a una heladería.

— Lo conocí ayer, se llama Jez y... ¡ah, me encanta! — Exclamó con euforia, tensando las antenas y mirando hacia el cielo, cubierto de naves y grandes edificios

— Y su altura no es un obstáculo, entiendo Dina — Mencionó a modo de chiste Ter, haciendo obvio énfasis en la diferencia de altura

— Para mí no, mientras más alto mejor

— ¿Eso me debería asustar? — Dijo Púrpura, tomando asiento

— Tú no me gustas, quién sabe, si tu oponente es más carismático... — Sugirió chistosa

— ¡Ah, ni lo menciones!

— ¿Tan nefasto fue? — Preguntó Ter después de dar un sorbo a una malteada.

— ¡Nefastísimo! ¡No lo soporto y apenas estuve una hora con él!

— ¿De verdad es tan malo? Según me enteré es rojo, ¿no?

— ¿Qué tiene que ver el color de sus ojos?

— Que a mí me gustan de esos — Sonrió de manera perturbadora a vista de sus acompañantes, ni siquiera pensaban que ella tuviera gustos...

O posibilidad de tener pareja

— Quédatelo si quieres, ¡pero tiene una mirada de superioridad!

— Es uno de los dos más altos, ¿cómo no quieres que tenga el ego del tamaño de la torre? — Mencionó en un tono de obviedad, la chica le dio la razón

— Y luego tú llegando tarde, ¡claro que se sintió como la gran cosa! ¡El más adecuado para el puesto, el responsable, el sabiondo! — Enunciaba cada vez más alto y dramática, pareciendo más rabiosa que el mismo Púrpura con el orgullo que ya le estaban asignando a Rojo

— Sí... honestamente sí me preocupé

— ¡Pero nadie nos quitará esa fiesta de anoche! — Ter elevó su tercera malteada en forma de brindis, ganándose las miradas sorprendidas de ambos por un segundo, pero que al final le correspondieron y brindaron por la noche anterior

Nuestro buen matrimonio improvisadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora