Púrpura

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— ¡¿Cómo que hay alguien que mide lo mismo que yo?! ¡Yo soy el más alto de Irk! ¡Esto no es posible, debió ser una equivocación! ¡Que lo vuelvan a medir y refuten está insolencia! — Exclamó ofendido, clamando con una autoridad de la que aún no podía presumir de tener.

— Señor ya lo midieron tres veces, igual que a usted, diferentes Irkens, ¡diferentes medidas de medición incluso! ¡Son iguales! ¡De la punta de lo pies a la punta de las antenas! — Tal expresión hizo enfurecer al ya disgustado de por sí, quien se giró para no ver a quien, según él, le estaba viendo la cara de idiota. 

— Esto debe ser una conspiración...— Murmuró incrédulo.

Suspiró y se acarició las antenas y la sien, tratando de calmarse, sin embargo el ceño nadie podría hacerlo relajar, estaba enojado, tantos años siendo alto, y cuando tenía la oportunidad resulta que alguien más había hecho lo mismo que él, ¡era insultante! Pero la curiosidad le carcomía una pequeña parte de su ser...

— ¿Y quién es? ¡¿Cómo se llama?! ¡Para dedicarle una carta de odio! ¡Que cómo se atreve a medir lo mismo que yo! ¡Es indignante! — Continuó con más insultos de ese tipo hasta que el más pequeño Irken con quién lo habían dejado habló nervioso, lo tuvo que repetir varias veces puesto que él no le hacía más caso que a su molestia

— Se llama Púrpura

Nuestro buen matrimonio improvisadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora