CAPÍTULO 8

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KALE

Eso de las relaciones es una mierda.

Hace unos días Halley nos contó lo ocurrido con el idiota ese. Ya lo sabía, pero no desaproveché la oportunidad para insultarlo de nuevo. A pesar de todo la veo más animada cada día, ya sonríe como siempre, se la pasa comiendo como nunca y sigue luciendo radiante y hermosa.

El entrenamiento de hoy había finalizado, los chicos y yo salimos del vestuario directo a la cafetería.

– Una última.

– He dicho que no, siempre te acabas las mías.

– Prometo comprarte otra mañana y llevarte al cine.

– Eso dijiste hace dos días y no has cumplido nada.

Otra vez Justin y Sofía peleando por una maldita bolsa de papas. El pelirrojo suele ser quisquilloso con la comida, excepto cuando es de la morena.

– Excusas y más excusas, si de verdad quisieras invitarme solo lo harías y ya – Sofia se cruzó de brazos y le arrebató las papas a mi amigo.

– Sabes que últimamente he estado ocupado con los entrenamientos – se defendió – Dile Kale.

Me giré hacia ellos con cara de pocos amigos y lentamente regresé la vista al frente. Ignorándolos. Hoy amanecí con una migraña insoportable que siento como si varios elefantes estuvieran haciendo su propia fiesta en mi cerebro.

– Además creí que habías salido con un chico ayer – le reclamó endureciendo la mandíbula mientras yo tenía ganas de arrancarme el cabello para que dejaran de hablar tan fuerte.

La cabeza me iba a explotar en cualquier instante.

– Eso no es asunto tuyo – replicó Sofía irguiendo su cuerpo – Yo no te digo nada cuando sales con otras chicas y te las follas al minuto siguiente.

– Y no deberías, a menos claro que quisieras ser una de esas chicas – una sonrisa ladina jaló de sus labios.

Siempre es lo mismo con esos dos. Porque no solo se besan y terminan con este circo.

– Pueden cerrar la boca de una maldita vez – gruñí, hastiado con sus actitudes infantiles.

– Toma – ni siquiera me di cuenta cuando Halley se sentó a mi lado. Me extendió una caja. Abrí los ojos ante la sopresa antes de inspeccionarla. 

–¿Es una pastilla del día siguiente? – bromeé, pero incluso reír me martilleaba la cabeza.

–Cuando estás a punto de resfriarte te suele dar migraña un día antes. Más te vale tomarlo o juro que yo misma te lo meteré por la garganta Blackwell.

Que mi morena recordara algo tan simple como cuando estoy por enfermar me calienta el corazón y hace que ese sentimiento hacia ella crezca de forma inconmensurable. Tanto que me llega a aterrar, pero es Halley y se siente bien saber que se preocupa por mí.

– No me importaría tenerte como mi enfermera personal – bromeé y noté como sus mejillas se sonrojaron.

Nunca me había dado cuenta de eso hasta ahora, se ve tan linda cuando se sonroja y más si es por mi causa.

– Probablemente te termine intoxicando o ponga veneno en tu comida.

– No me importaría morir en tus manos.

Mi cerebro reaccionó demasiado tarde. Las palabras ya fueron dichas, no puedo creer que eso haya salido de mis labios.

Halley también pareció sorprendida porque desvió la mirada a su almuerzo, tímida.

Mi universo en la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora