CAPÍTULO 13

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KALE

Una sensación extraña y desconocida se alojó en mi pecho al ver a Halley bajar del auto de ese tipo. Ese día había ido a jugar play con Alan y tal vez por otra razón que me negaba a aceptar.

Sin embargo, me sentí aliviado cuando la pobre chica empezó a dar explicaciones y dijo que solo era un amigo. Bueno yo también lo soy, pero por supuesto que hay niveles.

Mentiría si dijera que no quería verla en el partido de hoy, no era la primera vez que asistía, pero últimamente deseaba estar más cerca de ella y no sabía la razón.

—¿Puedes creerlo? —la voz del pelirrojo me sacó de mis pensamientos

—¿De qué hablas?

—Del clima —suspiró —De traseros y tetas Kale, de que más hablaría.

—Eres un promiscuo Justin ¿lo sabías? —le reprochó Alan.

—Solo disfruto mi soltería camaradas, deberían intentarlo.

—Recuérdame porque estas soltero —hice un gesto como si pensara —Ah sí, porque ninguna chica quiere que le contagies el herpes.

Alan y yo reímos mientras nuestro amigo se ponía rojo de la vergüenza. Justin nunca tuvo herpes, pero solemos burlarnos de él porque un día llegó a la escuela con restos de frijol en la boca.

—Y porque todos sabemos que solo hay una persona que te interesa —dijo Alan recordando a nuestra amiga castaña.

El pelirrojo abrió y cerró la boca sin saber que decir así que Alan siguió hablando.

—Ya quiero verlos correr cuando una chica les truene los dedos —hizo el gesto para darle dramatismo.

—Eso no pasará —espeté firme —Aún no nace la mujer que pueda doblegarme a ella, y si existiera ten por seguro que yo dominaría en la relación.

—Ese es mi macho —elogió Justin dándome una nalgada —Ninguna mujer podrá controlarnos —dijo orgulloso alzando la cabeza.

No he conocido a ninguna mujer que me haga interesarme en ella, en su vida y ni hablar de que pueda someterme a sus encantos.

A excepción de Halley, pero debo estar confundiendo las cosas, ella es la hermana de mi mejor amigo y casi mía también.

Una hermana que deseo inclinar sobre cualquier superficie plana, besarla y hacerle el amor un sinfín de veces.

¡Qué carajos te pasas Blackwell!, me reprochó mi conciencia.

—¡Escuchen señoritas! —la voz del entrenador me sacó de mis cavilaciones —Hoy es el primer partido de la temporada, debemos dar lo mejor y empezar con el pie derecho —sonó el silbato — ¡Ahora salgan a patear traseros antes que yo patee el de ustedes!

Salimos eufóricos a la cancha, el sol estaba en un punto bajo, no tardaría en caer la noche. Miré hacia las gradas que se encontraban abarrotadas de personas animando a su escuela.

Busqué entre la multitud a la causante del problema en mis pantalones, pero no la encontré. Debería estar entre la infinidad de cuerpos aclamando ansiosamente el juego.

El árbitro central sonó el silbato indicando el inicio del partido, empezó el juego y corrí por el balón para pasárselo a mis compañeros, realmente disfrutaba esto. Algo tan simple como patear una pelota podía hacerme explotar de satisfacción.

El reloj comenzó a correr al mismo tiempo que nuestros cuerpos se movían de un lado a otro por el campo. Alan fue el primero en hacer rodar el balón pasándosela a Justin quien se encontraba en el otro extremo. Los tres como delanteros teníamos la obligación de correr y crear jugadas en conjunto para anotar.

Mi universo en la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora