CAPÍTULO 26

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HALLEY

Es increíble todas las cosas que pasaron hace un par de semanas. El viaje a la casa de campo de Justin, su noviazgo con Sofía. Alan y Rose en una especie de relación sin compromiso, pero con exclusividad y la casi muerte de Kale que para su suerte logró sobrevivir a mí.

Estuve a nada de convertirme en asesina. 

Ese mismo día hablé con mi mejor amiga y me contó lo que pasó entre ellos dos. Por supuesto que no la juzgué. Solo pude felicitarla por abrirse con alguien más que no fuera ella. Alan se veía más feliz que nunca.

Por otro lado estaba Alex. Mi pobre amigo se había dado por vencido en intentar invitar a salir a una chica. Por eso decidió acercarse a nosotras como un fiel amigo más.

Y sobre mi demonio moja bragas. Aún no logro asimilar que finalmente seamos novios. Todo lo que pasamos de pequeños, el dolor y el rechazo de su parte quedaron atrás.

Kale fue el primer hombre en romperme el corazón cuando éramos niños. Recuerdo que con él tuve mi primer beso a los 12 años, y con eso creí que ya era su novia. Lo sé. Fui una tonta.

En ese entonces las cosas empeoraron para mí. Decidí alejarme y olvidar. Traté de verlo de otra forma, como un hermano más y funcionó. Al menos por un tiempo.

Ambos crecimos y seguimos nuestras vidas. Veía como él cambiaba de chica a cada hora y a mí no podía importarme menos porque me enfocaba en otras cosas. La escuela, el voleibol, mis amigos y por supuesto, otros chicos.

Pero ahora todo es diferente. Él me quiere, de verdad lo hace. Justo como yo lo quiero.

Sí. Kale fue el primero en romperme el corazón, pero también es el primero en regalarme uno nuevo.

Han pasado dos semanas desde que volvimos de la casa de vacaciones de Justin. Aún no le cuento a mi hermano mi noviazgo con Kale porque no sé cómo vaya a reaccionar y él anda muy ocupado con sus citas nocturnas con la rubia.

Nosotros también hemos salido todos los días. Me llevó al cine, a un parque de diversiones donde lo obligué a subir al carrusel y a la rueda de la fortuna. Me ha llevado a cenar y a ver sus carreras.

A veces íbamos a su casa para tener un poco de privacidad. Me dijo que soy la única mujer que ha entrado y claro que le creo.

Si hay algo que mi novio valora mucho, es su espacio personal, su Aston Martin y yo. Aunque no en ese orden.

—Es el momento —dijo mirando la puerta de mi casa.

Acabamos de regresar de su departamento. Me invitó a cenar y luego nos aplastamos en el sofá donde lo forcé a ver Orgullo y Prejuicio.

Amo esa película, al principio estaba renuente a verlo, pero después se la pasó criticando a mi querido Sr. Darcy.

—Tiene que saber que estás saliendo conmigo.

Asentí y armándome de valor, entrelacé nuestras para entrar a la casa. Alan tenía que saber que soy novia de Kale.

Llegamos hasta la sala donde se encontraba viendo la tv. Apenas notó nuestra presencia se removió en el sofá mirándonos de reojo para luego devolver la vista a su serie.

—Por fin entran, creí que se quedarían toda la noche allá afuera.

—Alan ... —quise dar el primer paso.

—Creí que eras más inteligente Halley —comenzó —Pero te he subestimado.

Mi hermano se levantó tranquilamente y observó nuestras manos aún entrelazadas. Ni se inmutó. Solo se acercó a Kale y por un instante creí que lo golpearía o peor. Que yo sería la culpable de arruinar su amistad.

—Alguien que pueda poner en su lugar a este idiota se merece todo mi respeto.

Me dedicó una pequeña sonrisa antes de seguir hablando.

—Te estabas tardando en pedir su mano.

Ambos rieron mientras yo sacaba al aire que había retenido.

¿Espera qué?

—No necesito tu permiso para estar con ella —bromeó mi novio.

Yo seguía anonada, sin saber que decir.

—Cómo es que tú... —logré articular mirando a Alan.

—No soy estúpido hermanita, desde hace tiempo sé que ustedes se traían ganas —sonrió con descaro —Me alegro de que estés con alguien como él. Puede ser un idiota, pero es serio cuando se lo propone.

Giré hacia Kale quien solo tenía una enorme sonrisa en los labios. Estos dos siempre lo supieron y me hicieron creer que estaba cometiendo un delito.

Maldito moja bragas.

—Entonces ya lo sabías —me crucé de brazos, enfurruñada.

— Ese sinvergüenza me lo contó hace semanas —fulminé a mi novio con la mirada mientras Alan no paraba de reír.

—No es para tanto —se encogió de hombros.

—Claro que lo es —lo interrumpió —Verás hermanita. El muy imbécil estando ebrio nos confesó hace un par de meses que había una chica que no podía sacar de su cabeza.

—Cállate Alan —gruñó Kale —No te atrevas

—Y después —lo ignoré para dirigirme a mi hermano que seguía sonriendo.

—No quiso decirnos su nombre, pero es obvio que se trataba de ti.

Me giré para ver a mi novio intentando ocultar una sonrisa.

—¿Ya terminaron? —bramó

—En realidad no —siguió Alan —Le dije al imbécil que intentara darle celos a la chica ¿Sabes que me dijo? —negó sonriendo

—Alan. Es mi última advertencia —masculló

—¿Qué te dijo? —pregunté curiosa. Ignorando las palabras de Kale.

Los dos chicos compartieron una mirada cómplice. Retándose.

—Sería estúpido querer darle celos a la chica de la cual estoy enamorado. Eso sería darle el poder a alguien de sentirse superior a ella y jamás me perdonaría hacerla sentir inferior.

Nos quedamos en silencio unos segundos. Seguí admirando al hombre perfecto que tenía enfrente. Una sonrisa ladina jaló de sus labios haciendo más grande la mía.

—Ni siquiera yo hubiera dicho esa cursilería — soltó una carcajada ganándose un golpe de mi parte.

—¿Qué opinaría Rose de esto? — fingí curiosidad llevando una mano a mi barbilla haciéndolo tensar.

Un carraspeo fue todo lo que recibí de su parte.

—Los dejaré para que conversen —dijo mi hermano antes de subir a su habitación —¡Usen condón! —gritó desde las escaleras.

Me acerqué a mi novio poniéndome de puntillas para unir nuestros labios en un beso suave y tierno.

—Así que llevas tiempo enamorado de mí.

—El mismo tiempo que tú de mí —sonrió maliciosamente.

—No estaría tan seguro si fuera tú —me encogí de hombros con indiferencia.

—Sé que te mueres por mí burbujita y no te culpo. Yo también lo haría —me guiñó antes de sentarse en el sofá.

Lo imité, riendo por lo ridículos que nos veíamos diciendo esas cosas. Me sentía más tranquila al saber que Alan estaba de acuerdo y más feliz por lo que me dijo. Nos quedamos hasta tarde platicando, acurrucados en el gran sillón.

Me contó que ya había hablado antes con él y mi hermano nos dio su «bendición» sin yo estar enterada.

Admito que la adrenalina que sentía cuando salía con mi novio sin decirle a Alan era una sensación impresionante.

Pero nada se compara con tener a mi chico junto a mí y a las personas que quiero.

Antes de irse me dijo que pasaría por mí el día de mi cumpleaños, al parecer me preparó una sorpresa, pero no quiso entrar en detalles. 

Mi universo en la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora