HALLEY
Silencio.
Eso fue todo lo que recibí. Silencio.
Lentamente fue abriendo los párpados, lo primero que noté fueron las paredes color crema, con una enorme ventana a un lado acostumbrándome a luz del sol que atravesaba las delgadas cortinas, iluminando la gran habitación. Una que no era mía. La cabeza me pesaba y sentí una punzada dolorosa al intentar moverme. Decidí recostarme nuevamente.
El lugar olía a alcohol y antisépticos. El molesto ruido de un aparato que tomaba mis signos vitales me advirtió donde me hallaba.
Inspeccioné rápidamente toda la habitación hasta posar mi vista en el chico que antes dormía en el pequeño e incómodo sofá junto a la cama. Sus ojos se abrieron apenas notaron que estaba despierta.
—¿Cómo te sientes? — llegó hasta mi lado sin quitarme la mirada de encima. La preocupación y cansancio estaban escritas en sus facciones.
—¿Qué pasó? — dije en un murmullo apenas perceptible. La garganta la sentía seca y rasposa.
Me alcanzó un vaso con agua que no tardé en beberlo como si llevara siglos sin tomar una gota.
—Te desmayaste — soltó en un suspiro — ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame al doctor? — estaba por salir a buscarlo cuando lo detuve sosteniendo su mano.
—Alan, espera — quise levantarme, pero un dolor en la cabeza me lo volvió a impedir.
—Tranquila. No hagas mucho esfuerzo — me ayudó a sentarme colocando una almohada en mi espalda — ¿Cómo te sientes?
—Mal — me llevé una mano a la cabeza intentando recordar la noche anterior.
De pronto, miles de imágenes se apropiaron de mi mente. Una tras otra. Todas relacionadas con él. Desde la visita al parque, los juegos mecánicos, la pelirroja y... la discusión.
Como si mi mente y mi cuerpo se hubieran puesto de acuerdo, sentí la terrible necesidad de verlo, hablar con él. Lo quería junto a mí.
—¿Dónde está Kale? — pregunté temerosa. Deseaba arreglar las cosas cuanto antes.
—Deberías dormir un poco más. El doctor te recomendó reposo. Dijo que te desmayaste porque has estado expuesta a demasiado estrés — me ignoró completamente.
— No quiero descansar. Necesito hablar con él — intenté levantarme, pero la cabeza me volvió a girar obligándome a permanecer estática.
—Puedes hacerlo después — me riñó — Ahora necesito que te recuperes. No sabes lo preocupados que estábamos por ti.
—No soy una cría Alan — rodé los ojos cruzándome de brazos.
—Para mí siempre serás mi hermana pequeña — admitió con ternura — No le dije a nuestros padres, en especial a mamá. Ya sabes como es — suspiró cansado, rodé los ojos.
Vaya que lo sabía. Era capaz de aterrizar un avión aquí mismo para llegar cuanto antes. Sonreí internamente al imaginarla corriendo y empujando a las enfermeras hasta encontrarme.
—Justin y Sofía estuvieron desde temprano porque tenían una cita con su ginecóloga y Rose no tarda en llegar. Fue por algo para comer — explicó acercando una silla junto a la cama.
Me puso contenta saber que no había nada malo conmigo y los chicos se preocuparon por mí. Sin embargo, la ausencia de una persona me hizo reaccionar que no todo estaba bien.
Algo estaba mal, jodido y no podía seguir así.
— ¿Dónde está Kale Alan? — volví a preguntar, esta vez con mayor convicción en mi voz. No me daría por vencidad hasta obtener mi respuesta. Lo escuché resoplar.
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Mi universo en la tierra
Novela JuvenilDicen que una estrella fugaz puede volver tus sueños realidad, sin embargo, muy pocos son los afortunados para presenciar tal acto cósmico. Cada persona es libre de buscar su propia motivación, de aferrarse a aquello que le permite seguir adelante...