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A la mañana siguiente 23 y 19 se dirigieron a la sala de mando, donde Alpha-00 estaba esperándolas pacientemente, con una figura imponente a su lado. Un hombre fuerte, de cabello negro y corto, y ojos verdes como una esmeralda, las recibió. El hombre era de apariencia madura, y tenía algo en su mirada que reflejaba la experiencia, tal vez fueran sus cicatrices, o su dura expresión lo que realmente denotaba autoridad. 23 miro a su alrededor y pudo ver a otro chico de aproximadamente su misma edad, con un ondulado pelo negro que caía hasta sus hombros, fornido, y de mirada severa, cruzado de brazos. Las estaba observando, como si de alguna manera estuviera analizando a sus nuevas compañeras.

-Buenos días, reclutas.-empezó a sonar de forma autoritaria.-He estado observando vuestro progreso durante un largo periodo de tiempo. Yo soy Beta-02 y el chaval calladito que está en la esquina es Beta-28. Me imagino que ya sabéis un poco el por qué estáis aquí. Habéis sido asignadas a mi escuadrón, el escuadrón Delta. Es un placer teneros bajo mi mando, pero tenéis que saber que estáis a partir de ahora bajo mis normas.

Esto último que dijo Beta-02 sonó más severo, e incluso intimidó un poco a Alpha-23.

-Bajo mi mando, nuestra misión será simple: necesitaremos recoger baterías de los restos de las ruinas de la superficie. Bajo NINGÚN concepto toleraré en mi escuadrón ningún indicio de deserción, cobardía o duda. Fuisteis elegidas precisamente por vuestras habilidades de adaptación e improvisación, y es un orgullo para mí mencionaros que este es el escuadrón más selecto de todo Génesis.-esto último lo dijo con un tono de orgullo que parecía disfrutar personalmente de este hecho.

Alpha-00 dio un paso al frente y continuó hablando. Dirigió una mirada de orgullo hacia Alpha-23, y ésta solo pudo sentirse parcialmente feliz por un instante.

-Alpha-23. Tus calificaciones y aptitudes han sido las mejores de nuestro programa de entrenamiento. Desde que fuiste una niña hemos estado muy orgullosos de ti y de tus progresos. En la prueba demostraste una gran audacia junto a tu compañera.-dirigió otra de sus orgullosas miradas hacia 19, y ésta también sintió una felicidad y reconocimiento cuya intensidad nunca antes había podido sentir.-Por ello, voy a entregarte tu reconocimiento académico.

Alpha-00 se dirigió a una mesa para hurgar entre una misteriosa caja de metal. De este contenedor sacó una medalla con una brújula dorada plasmada en su superficie. Era la insignia de reconocimiento por excelencia. Solo un Alpha y un Beta podían tener dicha insignia por casta.

-Alpha-23, por tu excelencia académica, te condecoro con la insignia del Guardián.

Alpha-23 agachó la cabeza mientras Alpha-00 se la colocaba. Sintió un orgullo personal al saber que todos sus esfuerzos por fin habían alcanzado sus frutos. Pensó en todas las tardes de entrenamiento en programas de simulación que había dedicado, y todas las carreras que había hecho en el centro de entrenamiento de los Guardianes. Pensó en que todo había valido la pena, pero sobre todo, sabía que valía.

-Y en cuanto a tí, Alpha-19, has obtenido la segunda mayor calificación de todo el programa de entrenamiento, incluso entre los Betas. La normativa recoge que la insignia sólo pertenece a un Alpha y un Beta de cada casta, pero esta vez la excepción ha sido aprobada por el Consejo. Por tu audacia en la prueba, a tí también te confiero la insignia del Guardián.

Beta-28 escuchó estas últimas palabras y miró con recelo a Alpha-19. Era evidente que había ansiado esa insignia y que había trabajado muy duro para intentar conseguirla. Y sin embargo, no lo consiguió. Que le entregara la insignia del Guardián a 19 le sentó como una patada en el culo.

Alpha-19 no podía creerlo. Para ella, era todo un orgullo. Miró a 23, y ésta le dedicó una cálida sonrisa, a lo que no pudo evitar sonreír también. Miró al frente y agachó su cabeza para que Alpha-00 colocara la insignia en su cuello.

-Bueno, basta de celebraciones.-interrumpió 02 de forma brusca, dando un paso al frente- Como podéis ver, este es nuestro escuadrón. ¿Os sorprende que seamos pocos?

-Ciertamente, señor, había oído hablar acerca del mínimo de integrantes de un escuadrón. Creía que el mínimo eran cinco.-Se adelantó a mencionar 23.

-Tu respuesta no está mal, chiquilla. Pero, si somos tan pocos, es por un motivo, porque sois los mejores del programa, y creo que es evidente. El chaval de la esquina con cara de pocos amigos es muy bueno corriendo. Las carreras a larga distancia son su punto fuerte, lo que hace que sea un buen explorador. El vuestro es la adaptación, y eso me representa mucho.-se cruzó de brazos y les dirigió una sonrisa de aprobación.

-Señor.-19 dió un paso al frente.

-¿Sí, recluta?

-¿Cuándo partiremos a la superficie?

-Mañana mismo. Os voy a explicar con detalle nuestra misión de mañana.-sacó de su mochila un mapa y lo extendió en una mesa. Con un gesto, hizo que todos se acercaran a prestar atención a sus instrucciones. Aquel mapa era muy detallado, con puntos azules y rojos marcados. Era tan grande que ocupaba casi el ancho de la mesa, que era aproximadamente de un metro por metro.-Estos puntos azules son los sitios explorados y saqueado. Los rojos son puntos que aún no hemos saqueado y desconocemos su situación. Nuestra misión es adentrarnos en estas zonas inexploradas, reportar con un diario de campo todo lo que vemos y recolectar todas las baterías y dispositivos electrónicos que podamos. ¿Entendido? Nos reuniremos mañana por la mañana en esta misma sala y subiremos a la superficie. Podéis retiraros.

Todos asintieron. 23 sintió con emoción la adrenalina de que por fin saldría de aquella ciudad por primera vez en su vida para ver con detalle lo que aguardaba fuera. El viejo mundo, como así conocían a la superficie, era un tema tabú y al mismo tiempo de sumo interés en Génesis. Sin embargo, nada valía más la pena para los Guardianes que el descubrimiento de la verdad. Y por eso, 23 pertenecía a los Guardianes, por su eterna y fascinante curiosidad por el descubrimiento.

Aquella noche 23 no pudo dormir con plenitud, por la emoción que le invadía poder por fin salir a la superficie. Soñó con ella misma, años atrás, y se vio a sí misma con una apariencia infantil, observando un mural pintado en aquel centro de observación. Era un retrato del concepto del sol y la luna, en lo que parecía la superficie. Según sus cuidadores, eran solo una leyenda para entretener. Y ella no podía estar más intrigada en salir y descubrir si aquello era verdad o mentira.

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