VI

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A la mañana siguiente todos estaban reunidos en la sala de mando. Beta-02 llevó a su escuadrón a una sala con un basto equipamiento especial. Alpha-23 reconocía al detalle cada artilugio que veía y conocía a la perfección su funcionamiento. Desde las gafas de visión nocturna e infrarrojas hasta los láseres de alta fricción. Cogió su diario de campo, que era una tableta electrónica con una pantalla digital. Su funcionamiento era muy intuitivo, y no eran necesarias las explicaciones acerca de ésto. En su mochila de exploradora habían víveres para pocos días, un cuchillo de combate, gafas de visión nocturna e infrarrojos, y, por supuesto, unos comunicadores. Los comunicadores eran pinganillos que debía implantarse en la oreja derecha para establecer comunicación en todo momento con el escuadrón, en caso de que tuvieran que separarse algunos de sus miembros.

Cuando todos estuvieron preparados, se dirigieron a un tranvía. En su interior, 23 notó como la mirada fría de 28 maldecía con un recelo inaudito a 19. Parecía desprender una mirada de asco hacia ella. Se acercó a 28 para intentar relacionarse con él, ya que el chico de la melena ondulada todavía seguía siendo misterioso para ella, y pensó que tal vez establecer un primer contacto con él haría más fácil el futuro trabajo en equipo.

-Hola, 28. Soy 23, estoy encantada de poder formar parte del mismo equipo contigo.-le extendió la mano, a la espera de que él se la extrechara. Él, volteó su mirada al notar su presencia, y le dirigió una mirada de indiferencia. Vio la mano de 23 y decidió no estrechársela.

-No te creas que porque estemos en el mismo equipo vamos a ser cercanos, 23. No me interesa desde luego relacionarme contigo, y para mí me importáis lo mismo que nada.-contestó con soberbia su intento de acercamiento.

23 apartó la mano, y le dirigió una mirada tan fría como el hielo.

-Creo que ahora mismo me siento encantada de poder estar en el mismo bando para poder seguir dándote indiferencia, 28.-respondió con su misma moneda mientras se apartaba a sentarse al lado de 19.

-¿Estás lista, 19?

-Creo que nunca lo había estado antes, 23. Aún no puedo creerme esto, pero estoy preparada para cualquier cosa que se nos cruce por delante.

-Oye, 19. Hazme un favor.

-Dime.

-No te separes de mí. Y si te separas de mí, que sea una orden directa de 02.

19 asintió con una mirada de complicidad y le dió una cálida caricia en su hombro a 23.

02 estaba sentado a lo lejos de su escuadrón. Pensó en que sus reclutas por fin darían la talla para esta misión. Al mismo tiempo sintió un dolor profundo en su pecho, y ese dolor le llevó a cuestionarse al mismo instante si realmente estaría en lo cierto de lo que en sus adentros estaba pensando. Recordó por qué tenía aquellas cicatrices en su rostro e intentó acallar su dolor al recordar a sus reclutas fallecidos.

El tranvía recorrió cuevas naturales y serpenteó estrechos pasajes rocosos, que eran tan oscuros como la boca de un lobo. En su ascensión, traqueteaba y en algunas ocasiones, 23 sintió un miedo de que pudiera descarrilarse. Algunos baches hacían mover el tranvía hacia los lados y los asía en su interior. Pero en cuestión de unos minutos, que parecían horas para ellas, ya habían llegado al Perímetro.

El tranvía se detuvo hasta una estación fortificada con Guardianes montados en robots de combate XT-45. Estos titanes de acero humanoides, de aproximadamente 3 metros estaban provistos de dos ametralladoras, una en cada uno de sus apéndices mecánicos, capaces de disparar 120 proyectiles pesados por minuto. Los que estaban en su interior los controlaban con palancas y botones muy complejos, ayudados por un ordenador interno que mostraba posicionamiento y coordenadas del enemigo. Habrían alrededor de unos 20 paseando alrededor de aquella estación, y sus pisadas hacían estremecer el suelo de titanio de aquel lugar. El sonido de cada uno de aquellos pasos era mecánico y repetitivo. A 23 le resultaba molesto, pero sabía perfectamente que eran el método de defensa por excelencia y que sólo los mejores tiradores de los Guardianes estaban formados para pilotarlos. Eran la defensa de Génesis.

Beta-02 dirigió a su escuadrón hacia el interior de un edificio centralizado, donde dos XT-45 montaban guardia en un ascensor. Cuando se acercaron, 02 se identificó, y las puertas del ascensor se abrieron de par en par. Todos se subieron y esperaron pacientemente a que el ascensor subiera a la superficie.

-Muy bien. Cuando estemos fuera, no os separéis. Nuestro objetivo está a 5 km de aquí. Pase lo que pase, recordar vuestro entrenamiento. ¿Entendido?

Todos asintieron. 23 sentía una presión en el pecho. Ya casi estaba a punto de cumplir su sueño. Estaba a punto de descubrir. De ser una exploradora. Miró a 19, y ella parecía estar completamente feliz de estar en el escuadrón, en aquel ascensor cuyo sonido era muy agudo y de cuando en cuando sus barras de metal que hacían de aislante  chocaban contra la piedra. Era un mecanismo muy simple, accionado por un motor extremadamente potente que levantaba la polea que sostenía al ascensor. Estaba muy feliz por estar junto a ella.

Sintió la mirada fría y distante de 28 y sintió como era la única incomodidad que prevalecía en ese momento. No tenía ni idea del por qué 28 se mostraba tan hostil hacia ellas, y eso le causaba cierta curiosidad. La curiosidad de descubrir qué motivaba a 28 a sentir indiferencia hacia ellas. Pensó en que tal vez fueran las calificaciones, o el hecho de que fueran dos Alphas las que ganaron el máximo reconocimiento académico.

Una sacudida brusca interrumpió sus pensamientos. El ascensor había por fin llegado a su destino. Sus puertas se abrieron de par en par, y un frío aterrador azotó y estremeció sus cuerpos.

Al salir del ascensor, ninguno de los reclutas podían creer lo que estaban viendo sus ojos.

-Reclutas, bienvenidos al viejo mundo.

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