XI

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Susan y Sue pasearon por las calles pedregosas de Babel, y Susan no podía estar más ilusionada y confundida al mismo tiempo. Se sentía muy feliz de que todo lo que para ella tenía sentido ahora fuera realidad y no una falsa ilusión. Sintió como se adentraba poco a poco en una madriguera donde en su interior solo le esperaba otra madriguera más, y cada vez que se adentraba en una, había otra. Y no paraba. Cada pequeño descubrimiento hacía que empezara a cuestionarse seriamente si su vida había sido una mentira hasta ahora. Además, quería descubrir ese sentimiento que se llamaba diversión.

Sue la llevó al centro de la ciudad, donde una gran estatua se erguía. Estaba hecha de retazos de metal de distintas aleaciones y formas, y parecía conformar una torre sin acabar.

-Es la Torre de Babel. La tenemos expuesta para recordar cómo en su día nosotros mismos acabamos por sucumbir a la ignorancia y acabamos por autodestruirnos.-mencionó Sue, mientras cogía de la mano a Susan.

-¿Cómo hemos acabado así?-preguntó Susan.

-Sinceramente, poco sé acerca de la historia del viejo mundo. Solo los miembros del sumo concilio sabrían responder a esa pregunta. Afortunadamente, mis padres son miembros del concilio. Tal vez ellos sepan la verdadera respuesta.-le dijo a Susan, ya acostumbrada a su curiosidad innata.

Los ojos de Susan brillaban con las palabras de Sue y empezó a analizar todo. Recomponer su cabeza y organizar todo lo que le habían enseñado en Génesis con lo que estaba descubriendo en aquel momento le suponía un agobio. Aceptar la verdad no era tan fácil, pues, estaba empezando a dudar de las verdaderas intenciones de su lugar de origen.

Mientras tanto, 02 estaba perdido entre los páramos del viejo mundo, a escasos kilómetros del centro comercial donde ocurrieron los hechos. 28 estaba montando guardia mientras su superior estaba analizando huellas de un vehículo motorizado que apuntaba hacia el norte. Sintió una preocupación personal. No volvería a permitir que nadie de sus filas volviera a caer presa del cruel destino. Por ello, había desobedecido directamente órdenes de Alpha-00 para salir en la búsqueda de sus ex reclutas. Ya no le importaba cualquier castigo a manos del consejo, pues la carga de los remordimientos era una tortura más agonizante que la reeducación. 28 le siguió, no por ellas, no, sino por lealtad a su superior, quien lo adiestró desde que era un joven aspirante.

-¿Cree que estamos cerca?-preguntó 28, con una mirada fija en el horizonte polvoriento de aquellos yermos.

-Desde luego, quienes las rescataron parecen no ser mutantes. Me temo que lo que siempre habíamos creído probablemente ya no sea una verdad absoluta.-sugirió 02.

-¿A dónde nos dirigiremos ahora?-preguntó 28.

-Hacia el norte. Y cuando estemos ahí, veremos si encontramos alguna respuesta.

Mientras tanto, Sue trajo a Susan a la casa de los Foxter. Liliana, una chica de la edad de Susan, de piel pálida, ojos claros, y melena naturalmente pelirroja las recibió encantada, y acompañó a las chicas hacia la habitación de 19. Estaba despierta, y cuando Susan y ella cruzaron sus miradas, ambas corrieron a abrazarse mutuamente. No sabían por qué, pero unas lágrimas salieron de sus cuencas y acariciaron sus mejillas sonrosadas. Ninguna se atrevió a romper el silencio, hasta que la pequeña Liliana se adentró en aquella habitación pequeña y se hizo pronunciar.

-No paraba de hablar sobre tí y de lo mucho que te echaba de menos, chica.-le dijo refiriéndose a Susan.-Alex está muy orgullosa de tí.

¿Alex? Ese nombre resonó en la cabeza de Susan. Sus labios no pudieron aguantar y sucumbieron ante aquella tentación de preguntarle si era su nuevo nombre. Su verdadero nombre.

-¿Alex?-le susurró al oído tímidamente, sin separarse de ella.

-Yo también fui engañada.-le susurró de vuelta.

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