III

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Oscuridad. Fue lo primero que percibieron cuando se adentraron en la boca del lobo. Tan pronto como adentraron, vacilantes en un principio, encendieron sus linternas. La iluminación tenue de las linternas eran capaces de discernir un complejo derruido, con escombros de antaño estructuras metálicas con armazones recubiertos de complejos chips electrónicos. Caminaban y avanzaban agazapadas, alerta de cualquier rastro que pudiera alertarles de la presencia de algún infectado. 23 vigilaba el flanco izquierdo, apuntando en todas las direcciones posibles, buscando el trofeo y aguardando el avistamiento de algún infectado. El sonido del ambiente era tan vacío que solo escuchar la respiración de su compañera le parecía totalmente escalofriante. A medida que sorteaban obstáculos, 23 iluminaba zonas que le recordaba vagamente a las instalaciones de Génesis, solo que estaban en un estado tan arcaico y decadente que no hacía más que ponerle los pelos de punta.

19 alertó a su compañera con un toque en el hombro. Rápidamente 23 se giró con su linterna para ver lo que estaba apuntando 19 con la suya. Eran los restos de un traje de otrora algún miembro de los Guardianes. Estaba completamente desgarrado, polvoriento y olvidado en el tiempo. Un escalofrío recorrió por las venas de ambas. Se miraron y entendieron lo que esto suponía. Lo que habían encontrado eran los restos de otro aspirante, que antaño había corrido la mala suerte de caer en esta trampa mortal. No había rastro de la identificación de la víctima. Lo único que podían suponer, debido a las condiciones de los restos, es que había sucedido hacía mucho tiempo.

Ambas contuvieron un grito de horror cuando de pronto, escucharon unos pasos muy cerca de ellas. Rápidamente, apuntaron en todas las direcciones para no descubrir nada para sus sorpresas. Sin embargo, no cabía duda. Aquellos ruidos eran muy cercanos. No perdieron más el tiempo y decidieron movilizarse en pos de encontrar el maldito trofeo de una vez por todas y salir de ahí lo más rápido posible. Pero se descuidaron.

19 había cometido una imprudencia. Pisó sin querer los restos de un contenedor de basura metálico, y el ruido reverberó por todo el complejo con un eco que era sumamente aterrador. Los pasos se acercaron, frenéticos, hacia ellas, y cuando 23 apuntó hacia los lados, pudo ver cómo tres infectados corrían con zancadas hacia el origen del ruido, lo que obligó a ambas muchachas a desenvainar sus armas y prepararse para lo que podría ser sus finales.

23 recordó en un instante súbito cómo 19 en su día le propinó una fuerte paliza en uno de sus programas de entrenamiento. Recordó la agilidad con la que se movía y la determinación tan férrea que siempre había tenido y que a ella le faltaba cuando dudaba sobre sí misma. Las dos estaban en un ring de pelea y tenían que luchar hasta que una de ellas no pudiera más. Desde luego, 23 se cuestionó el por qué tenía que golpear a su compañera, y eso hizo que vacilara y su contrincante se anticipara. Pero esta vez no podía ser así. Se colocaron espalda con espalda y se movieron con extrema agilidad, degollando y apuñalando a los infectados sin dudar ni un solo instante. Esta vez no podían hacerlo. No podían dudar de ello. Sus vidas pendían de esta audacia, y por primera vez, 23 sintió esa adrenalina sulfurante que quemaba sus venas.

Cuando acabaron con sus vidas, corrieron rápidamente por el complejo y sortearon algunas columnas derruidas que estaban en el suelo. Ya no había vuelta a atrás.

-¡Tenemos que encontrar ese maldito trofeo 19!-Exclamó 23 mientras corría apuntando en todas las direcciones.

19 solo podía asentir. Por primera vez ella era la que estaba conmocionada. Nunca antes había sentido una situación de estrés tan asfixiante y por momentos la adrenalina en ella estaba dejando paso al miedo. Avanzaron rápidamente, casi al mismo compás, doblando esquinas y viendo como otros infectados empezaban a surgir de entre las sombras y seguir sus pasos, en una carrera contra sus propias posibilidades. Tampoco les quedaba mucho tiempo. El agotamiento estaba empezando a nublar sus vistas y a recular en sus decisiones.

Pero allí estaba el trofeo. En el cadáver de un aspirante. La imagen esquelética de aquella desdichada sosteniendo el trofeo era sumamente aterradora, y en un momento dudaron si profanar los restos para reclamar lo que venían a buscar.  Pero 19 se adelantó, inspirada por el miedo, y recogió el trofeo. 23 tampoco tardó en reaccionar, arrancando uno de los costillares de aquella desafortunada y arrojándolo al suelo un poco más cerca de los infectados para que el ruido del impacto los pudiera distraer. Y en efecto, como moscas a la mierda, los infectados fueron atraídos hacia aquellos sonidos. 23 sabía que esto no duraría mucho tiempo, y agarró la mano de 19 mientras agazapadas se escurrían entre aquellas monstruosas amalgamas sedientas de sangre para escapar. Y para cuando estuvieron más lejos de aquella bandada de infectados, apretaron a correr.

Y esta vez fue 23 quien tropezó contra una columna, y al caer no pudo evitar que su cuchillo cayera al suelo y golpeara con fuerza, creando un sonido lo bastante alto como para alertar la presencia de otros infectados que estaban cerca del lugar.  19 fue rápida y le ayudó a levantarse, y fue 19 quien le cogió de la mano y superó sus temores para ayudar a su compañera en apuros. 23 sintió por un momento como el calor de la mano de 19 le devolvía el pulso a la normalidad, y ambas, nuevamente apretaron a correr. Doblaron las esquinas, sortearon los obstáculos, y degollaron a un infectado que bloqueaba la salida. Dominadas por la adrenalina, bloquearon las puertas una vez salieron.

Respiraron frenéticamente y 19 dejó caer el trofeo al suelo. Sonrieron sudorosas y se miraron una vez estaban más recompuestas.

-Lo hemos conseguido, 19.- dijo 23, sonriendo y analizando cómo había superado sus propias inquietudes.

-No está nada mal, 23. Lo hemos hecho genial.-afirmó 19, y por primera vez sintió que podía volver a confiar en 23.

Ambas lo sintieron en sus miradas en aquel momento. Que juntas habían sobrevivido, y que estaban preparadas para todo lo que la superficie podía aguardarles. La imagen de Alpha-00 apareció de repente en la pantalla para felicitar a las nuevas exploradoras.

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