XIII

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Beta-02 y Beta-28 cruzaron un terreno fangoso, siguiendo las rutas del vehículo motorizado que hacía pocos días habían rastreado. Siguieron el norte en todo momento, sintiendo la ominosa sensación del vacío y del gélido soplo de la soledad en sus pechos. El viejo mundo era demasiado grande para dos errantes, y esa sensación compromía sus mentes en una inquietud más que justificada. Sobretodo porque aquella noche acamparon sobre unas antiguas ruinas de un pueblo. Estaba completamente arrasado por los desastres provocados en un pasado bélico y catastrófico. Sin embargo, pudieron entrar en una casa carcomida por el olvido y la ausencia perpetua de sus antiguos moradores. Era muy pequeña, y su interior había pasado factura. No obstante, encontraron refugio seguro para acampar.

-Mañana seguiremos los rastros del mismo vehículo. Tenemos que dar con el paradero de ellas.-dijo 02, encendiéndose un cigarrillo de virutas de hongos resecados.
Fumar le ayudaba a calmar sus nervios, era una de sus vías de escape de sus constantes ataques de estrés postraumático.

-¿Aún cree que siguen con vida?
02 aguardó unos instantes para exhalar una colmada calada de su cigarrillo. Pensó en lo peor por un instante, pero los recuerdos de sus antiguos camaradas fallecidos le impedían dar un paso atrás.

-La fe es una gran aliada personal, y cuando te falla la lógica, solo te queda la fe. Y a veces, es nuestra mayor esperanza.- dijo finalmente, mirando a un punto fijo de la habitación, con una mirada inexpresiva, aguardando unos pocos instantes a volver a dar una calada a su cigarrillo.

28 pensó en que tal vez su viejo amigo y mentor tal vez estuviera equivocado, pero lo cierto es que nunca se equivocaba. 02 siempre había sido creyente de todas las posibilidades más allá de la fría lógica, y eso había hecho desafiar muchas veces su propio juicio. Sin embargo, toda aquella situación le parecía extremadamente surrealista.

Evocó un retazo de su niñez, cuando era el beta más débil del programa ORIGEN. 02 se acercó a un depresivo 28 y le dijo las mismas palabras que había dicho aquella noche mientras se fumaba su cigarrillo. Pasó unas horas explicando a 28 como él también había sido el más débil de su generación, la generación Z.  Le explicó que las palabras de su antiguo mentor le habían abierto la mente para volver a intentarlo una vez más. Para mejorar y cada día ser un poco mejor. 28 se había sentido empoderado por primera vez, y agradecido con su mentor, le había jurado secretamente camaradería eterna. Aquella camaradería era tan leal que, hasta aquel día en el que estaban, había incluso logrado desafiar las órdenes de Alpha-00. No le importaba la reeducación, solo su amigo y mentor. Y eso era lo que motivaba a 28 a seguir buscando en el viejo mundo a sus antiguas compañeras. Pero aquella noche empezó a dudar un poco de la ciega fe de la que tanto se sentía orgulloso de portentar 02.

Alpha-00 había logrado un plan macabro. Había comprado de las manufacturas de los Artesanos un brebaje venenoso un tanto particular. El líquido de la no vida, como solían llamar, era un líquido incoloro que con una sola gota podía bastar para provocar la hinchazón del cuello, que se ponía como una pelota, hasta el punto de la asfixia. Tenía en mente matar al consejo y hacerse con el control total de Génesis, imponiendo un régimen totalitario donde solo ella dictaminara todas las órdenes. Ella siempre había tramado una especie de "ascenso" de poder, como ella solía llamarlo. Nunca le había gustado ser una más, y estaba cegada con la ideología del proyecto Génesis. Preparó una reunión con el consejo.
Aquel día Beta-00 de los Artesanos, Alpha-00 de los Proveedores, Alpha-00 de los Tech y Alpha-00 de los Guardianes se reunieron en una cena. La ardid de 00 fue envenenar fríamente el plato de sus invitados. Y cuando la velada parecía una tranquila e incluso divertida ocasión para charlar acerca de política interna, de pronto se volvió una grotesca manifestación del horror en su estado más puro. Las gargantas de sus anfitriones se tornaron de un color rojo carmesí y comenzaron a inflarse como un balón de baloncesto. Intentaron gritar, pero eso solo consiguió que acortaran segundos de vida, pues el aire que gastaban en vano, poco a poco se desvanecía de sus pulmones. Hasta que ya nada había. Y fue así como sus cadáveres fueron el testimonio de la ambición de Alpha-00.

Reunió una nueva norma y firmó con las huellas de los fallecidos miembros del consejo. Recogía que la nueva forma de gobierno recaía en la autoridad suprema del Alpha-00 de la casta de los Guardianes. Manipuló los medios de comunicación, haciendo creer que fue el sector de los Proveedores el culpable de los asesinatos de los demás líderes de casta, así que en los sucesivos días empezaría el verdadero reinado del terror de la nueva dictadora de Génesis.

Susan y Alex partieron hacia el norte.  Tenían víveres para unos pocos días, unas linternas y sus cuchillos de combate. Ya habían sido entrenadas para ello. Tenían que llegar a unas antiguas ruinas y saquear cuantas baterías fuesen necesarias. La idea de volver a sus ocupaciones llenaban mucho sus mentes y las mantenía útiles ante un mundo tan cruel. Mientras atravesaban obstáculos naturales y escalaban paredes un tanto escarpadas, ambas expusieron sus impresiones de Babel. Les parecía una ciudad mucho más segura, y sus nuevas vidas realmente les parecía que fueran equello, vidas. Porque nunca antes habían vivido. Nunca tuvieron elección, y ahora es cuando habían elegido el peligro para sentirse más vivas.

Por el camino, se habían encontrado con el cadáver a medio descomponer de un chico de pocos años. En sus pertenencias, había un documento identificativo. Se llamaba Fred y era ciudadano de Babel. Las chicas sintieron una sensación de alerta y repulsión por partes iguales. El hecho de que su carne hubiera sido parcialmente devorada hizo que inconscientemente desenfundaran sus cuchillos. Pero ya era tarde. Estaban rodeadas de lo desconocido. Y los ruidos fueron el testimonio de que aquello andaba cerca. Aquello que, desde luego, habían acabado con la vida de Fred.

Juntaron espalda con espalda. Miraban hacia todos los lados. Aguardaron silencio.  Y de repente uno, dos, tres...hasta nueve canes de aspecto decrépito, de una corpulencia inusual, habían emergido de entre las sombras. Sus fauces estaban formadas por una hilera de más de mil navajas afiladas y parecían huecos sus gruñidos. Empezaron a rodear a las chicas, y las chicas aguardaron el primer asalto. Estaban totalmente aterrorizadas, y desconocían la naturaleza de aquellas criaturas de pesadilla que se estaban enfrentando.

Uno de ellos dio un paso en falso y se abalanzó contra Alex, quien esquivó con elegancia al tiempo en el que hundía su cuchillo en el cuello de la bestia, abatiéndola. Pero ese acto de audacia bastó para desencadenar el ataque de la jauría de los monstruosos canes. Susan arrojó su cuchillo contra otro de ellos, acertandole en un ojo y agarró la mano de Alex en un instinto súbito, quienes comenzaron a correr.

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