«Para afrontar su fobia social, Tanner lleva a cabo por pedido de su terapeuta el manifestar todo lo que piensa a través de anotaciones en donde expresa cada una de las cosas que invaden su mente a diario.
Por circunstancias de la vida conoce a Hol...
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Narra Sigurd:
Una alerta surgió a mediados de la mañana cuando apenas me encontraba incorporándome a la sede. Eivor vino corriendo hacia mí solicitando que acudiese al código junto a Silver, Dereck y él quienes ya estaban cambiados. Al parecer se trataba del incendio en una localidad de difícil acceso y para el colmo, muy cercana a ella habían cabañas, por lo que el asunto podía escalar a uno crítico si no se trataba pronto. Por supuesto que no me negué y me alisté lo más veloz posible, subiendo a bordo del vehículo el cual se puso en marcha a la brevedad.
Me preguntaba si de camino podría encontrarme con esa mirada verdosa que tan encantado me tenía últimamente, aunque la respuesta a ello vino más pronto de lo que hubiese imaginado y para mi mala suerte, Kai no estaba allí ocupando el lugar de esa banca en la plaza.
Apagar el incendio fue bastante más rápido de lo que tenía estimado, tardamos aproximadamente una hora y positivamente no se propagó tan rápido como pensábamos que lo haría.
—Buen trabajo y muchísimas gracias por venir tan rápido, no sé qué hubiese hecho si esto seguía creciendo.— Acomodando un poco su abrigo, la mujer presentable nos dedicó una sonrisa. —Mi marido está trabajando y no quería molestarle, pero cuando noté una irregularidad en el gas de la estufa y las chispas que saltaron supe que debía llamarles porque algo no estaba bien.— Su rostro presentaba un poco de cansancio, seguramente se acababa de levantar hace poco pese a su vestimenta.
—No hay de qué, aquí ya le dejé apuntado el número de un gasista para que se encargue de las reparaciones y tengo entendido que el seguro de la casa se lo debería cubrir todo el tema del asunto monetario.— Dereck le extendió un papel, el cual la morena tomó entre asentimientos.
—Bien, uhm... debo ir al consultorio de mi marido a llevarle su desayuno antes de partir a mi reunión, así que yo...
—Antes de eso, ¿podría molestarla un momento más para solicitar sus datos otra vez? Es que necesito corroborar que estos documentos estén en órden.— El alto alzó el juego de hojas, interrumpiéndola.
—Ah, está bien. Pueden pasar, ¿quieren algo para beber? Pueden sentarse aquí en el sofá.— Indicó amable.
Tanto Dereck como yo pasamos al interior, tomando asiento en el cómodo mueble de tapicería delicada y morada.
—¿Su nombre es Soledad Sánchez Águila y el propietario de la vivienda es su esposo Miguel Águila?.— Inició mi compañero.
«—Holly, tienes que decirme dónde está. Necesito aclarar las cosas con él, entiendo que esté enojado porque no comprende mi postura y la de Águila, pero hablando por mí, todo lo que hice lo hice pensando siempre en su bien y necesito que lo sepa[...]». Como flashes, aquella parte de una conversación pasada regresó a mí. Las posibilidades estaban divididas a la mitad, pero no perdía nada intentándolo.
