Narra Kai:
—Siempre que llegas es lo mismo, se acabó. Te prohíbo que te juntes con los bomberos de acá a un tiempo.— Michael parecía severo, alistándose para ir a trabajar luego de servir mi desayuno.
—N-No fue por los b-bomberos, Michael... Y no puedes decidir po-por mí.
—Me estás tartamudeando, ¿no te oyes?*. Lo siento Kai, pero ya he tomado esa decisión. No quiero tener que llevarte a la comisaría conmigo para que no desobedezcas.— Con la mochila en su espalda, éste tomó su juego de llaves, volviendo a mirarme. —Luego de ir con Águila, te voy a buscar al consultorio, ¿Lo entendiste?.
—Vale...
Como en los viejos tiempos, ugh...
Con un pequeño nudo en la garganta, me dispuse a tomar una tostada con mermelada de durazno, dando un pequeño mordisco.
Mi hermano se acercó en mi dirección, dejando un casto beso en cada una de mis mejillas sonriéndome un poco.
—Te quiero mucho, nos vemos en un rato.— Se despidió, acariciando mis cabellos desordenados.
—Yo tam-también te quiero mucho... Nos vemos, Mike.— Tomando la iniciativa, lo abracé cortamente siendo correspondido por sus fornidos y cálidos brazos.
—Adiós.— Cortando el contacto, éste tomó su botella y tras revisar bien su contenido como últimamente hacía, salió por la puerta.
Mientras comía a solas y en silencio, repetí algunas escenas de ayer en mi cabeza. Desde que tomé la iniciativa de integrarme por cuenta propia al grupo de Holly, las cosas comenzaron a chocar bastante en mi salud.
A veces llegaba tan agotado a casa, que solo me tiraba a dormir en lugar de almorzar con Michael. Aunque al levantarme, comenzaban las náuseas al pensar en qué podría haber hecho mejor y en llegar a la conclusión de que las personas secretamente me odiaban o les daba lástima y por eso estaban tratándome bien.
Y cuando pensé en Thor ayer siendo tan amable, creo que mi pecho no lo resistió. La tristeza fue tan profunda que escaló mucho más de lo pensado, fue un código rojo auténtico; tuve un ataque de pánico.
No pude identificar el factor principal que pudo haberlo desencadenado, solo sabía que de un momento a otro, me sentía genuinamente a punto de morir.
Michael no me pudo consolar, nada pudo hacerlo. Ni los hielos fríos derretidos en mi mano, ni el morder un limón cortado, ni el intentar respirar con regularidad pensando en algo diferente. Esos pensamientos persistentes me torturaron muchísimo, y el último mensaje de anoche por parte de Sigurd acompañado por un corazón fueron la gota que rebalsó el vaso.
Según el testimonio de mi hermano cuando me levanté, hiperventilé y lloré hasta perder el conocimiento y él se encargó de mí toda la noche. Otra vez lo hice, otra vez comenzaba a sentirme como una molestia.
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𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕 ; 𝐾𝐴𝐼𝐺𝑈𝑅𝐷
Fanfic«Para afrontar su fobia social, Tanner lleva a cabo por pedido de su terapeuta el manifestar todo lo que piensa a través de anotaciones en donde expresa cada una de las cosas que invaden su mente a diario. Por circunstancias de la vida conoce a Hol...