CAPÍTULO 4: ME ENAMORO DE LAS FOTOGRAFÍAS DE UNA EXTRAÑA*

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A las nueve de la mañana un coche ya me esperaba en la puerta. Era el momento de marcharse, de dejar atrás todo aquello que conocía y comenzar mi propia vida independiente.

¿Asustada? Ya lo creo.

Mire detenidamente aquello que me rodeaba. Sería la última vez que dormiría en esa cama, la última vez que vería las estrellas desde el ático y la última vez que sería la hija artificial de los Meyer. Me encontraba completamente sumida en mis pensamientos cuando desde abajo se oyó la voz de la señora Meyer llamándome, era hora de irse.

Bajé apresurada las escaleras. Mi equipaje resulto ser para mi sorpresa bastante pesado, así que me tome mi tiempo para bajar las escaleras. Junto a la puerta principal de la casa se encontraban los Meyer firmando alguna clase de documentos situados junto a una humana de unos treinta años. Ella llevaba su cabello castaño recogido y lucía una blusa a juego con una estrecha falda negra.

De una forma muy poco disimulada, aquella mujer les entrego a los Meyer un sobre con mucho dinero. En ocasiones se me olvidaba que en el mundo en el que vivía solo era una mercancía, y que durante todo ese tiempo a los señores Meyer les habían estado pagando por educarme.

Así funcionaban las cosas por entonces.

La señorita se giró y me dirigió una sonrisa amable.

-Ahí estás, Maya ¿no?

-En realidad es Kaya.

Los señores Meyer ya se habían desconectado de la conversación y se habían retirado ya a donde quiera que se fuesen.

-Bien, Kaya. ¿Tienes todas tus pertenencias listas? -dijo mirando hacia mi maleta de color morado y la mochila que llevaba.

-Eso creo.

A la única persona que quería ver en aquel momento era a Emily pero ella seguiría en su habitación durmiendo. Era pronto y no quería despertarla.

Entonces la señorita me indico que debíamos marcharnos. Cogí la maleta y me dirigí hacia la puerta, pero antes respire hondo y cerré los ojos.

Olía a lavanda, como de costumbre.

Acto seguido cerré la puerta y me subí al coche. Era un coche negro y elegante casi tanto como el coche rojo del señor Meyer que nunca me había dejado tocar. La señorita se sentó delante junto al chofer, un verde; y yo me senté detrás.

-Me llamo Cassandra y a partir de ahora seré una de tus profesoras.

Me apoyé en la ventana del coche y observé la casa en la que vivía. Al fijarme detenidamente me di cuenta de que desde la ventana superior derecha Emily se estaba despidiendo y desde la ventana del coche le devolví el saludo.

A pesar de todo lo ocurrido allí estábamos, a punto de comenzar una nueva vida cada una, ahora ella tendría una vida más feliz sin Drake. Y por ello, no pude evitar sonreír mientras el coche se alejaba por la carretera.

Cassandra seguía hablando pero en aquel momento me era difícil concentrarme en lo que decía.
-¡Kaya! ¿Me estas escuchando? -se dirigió hacia el chofer- Hay que ver como son estos morados de hoy en día, parece como si estuviese en otro planeta.

El chofer asintió.

-Perdona, no estaba escuchando. Es solo que...

-¿Estas preocupada? Espero que no sea por las historias que se rumorean sobre Underwoods.

Y entonces comenzó a hablar sobre cosas como que Underwoods era más bien como una comunidad de personas especiales que necesitaban que estuviesen más atendidos que los demás porque necesitaban más dedicación y cariño.

ArtificialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora