CAPÍTULO 15: LAS DESPEDIDAS SIEMPRE SON AMARGAS*

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Fueron pasando lentamente los días de la semana y el internado se fue vaciando poco a poco. El lunes se marcharon los artificiales provenientes de familias ricas, y tuve que despedirme de Rodrick y de Salem.

Digamos que Rodrick y yo no habíamos sido los mejores amigos durante mi estancia el internado, pero ambos sabíamos que se lo llevaban para que luchase como soldado en la guerra; cosa que a él no parecía importarle en absoluto.

Debido a su naturaleza violenta y agresiva casi se podría decir que estaba contento con la situación ya que por fin podría liberarse de las restricciones del campamento y, todavía mejor, de toda aquella gente que no le caía demasiado bien. Y siendo realistas, yo me incluía dentro de aquel grupo. Me despedí de él rápidamente, junto con el resto de artificiales en la entrada del internado, mientras el elegante chofer le hacía señas para que se diese prisa.

Y arrastrando su desgastada maleta azul marino, cruzó para siempre las puertas de Underwoods.

Con Salem la despedida fue diferente, mucho más emocional.

-Espero que todo te vaya bien a partir de ahora –le dije al oído, susurrándolo casi para evitar, que de nuevo, comenzase a llorar desconsoladamente.

Pero de nada sirvió.

-Lo mismo te digo Kaya, cuídate mucho, ¿vale? –dijo medio sollozando y sonriendo.

Le devolví la sonrisa inmediatamente y nos abrazamos. Parecía mentira que aquella chica azul y yo nos hubiéramos hecho tan amigas en aquellos últimos días, a pesar de que no tuviéramos casi nada en común.

Otro que parecía bastante afectado por su marcha era Nu, quién cada vez que lo veía, parecía estar agarrado a Salem.

Lilly, por el contrario, decidió no despedirse de nadie, puesto que las despedidas le parecían demasiado difíciles de afrontar. Ella se pasó los días mirando por la ventana, viendo llegar los lujosos coches de las familias de los artificiales adinerados. Pero sabiendo, al mismo tiempo, que nadie vendría a buscarla.

Sobre el miércoles seguían llegando las familias y choferes a recogerlos. La sensación de vacío que se sentía en el comedor era indescriptible. El fin de una época y el comienzo de una nueva mucho más incierta. Además, los profesores tampoco volvieron, lo que nos hizo tener el día entero para nosotros.

A decir verdad sí que hubo un profesor que regresó al internado, el señor Bryson quién, según las leyes de Aldabia, adoptó a Elena para poder llevársela. Los padres biológicos de esta se desentendieron completamente y, finalmente, le dieron la custodia completa al señor Bryson.

Ese fue uno de los pocos buenos momentos que tuvo esa semana, y no me extrañaba que el señor Bryson la hubiera querido adoptar. Elena era muy fuerte, valiente e, incluso, muy inteligente para ser una verde; y entre ellos siempre había habido una especie de conexión especial.

Para cuando llegó el jueves, el silencio se hizo con internado, ya que todos los que quedábamos allí parecíamos haber aceptado nuestro destino. Y es que ese día ya habíamos perdido todas las esperanzas hasta que un viejo coche aparcó en la entrada.

¿Quién sería? Ya se habían marchado todos aquellos con familia que quisieranrecogerlos. Desempañé la humedad de la ventana con la manga para ver con mayor claridad la escena desde la habitación. Lo que vi a continuación me dejo de piedra.

El chofer se bajó del coche el primero, abriendo la puerta a un señor mayor. Al reincorporarse observé que tenía el lado izquierdo de su perfil completamente desfigurado. Ambos se acercaron lentamente hacia la entrada del internado.

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2017 ⏰

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