Capítulo cuatro

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«𝙰 𝚜𝚞𝚜 𝚘́𝚛𝚍𝚎𝚗𝚎𝚜 𝚙𝚊𝚝𝚛𝚘́𝚗»

•—Capítulo cuatro/[04]🌺

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—¿Hijo de...Satanás?—Alzó la ceja Pip, ya reaccionando con ese sobrenombre, rápidamente se alejó del chico híbrido humano.—Y-yo ¡lo lamento mucho!de verdad no era mi intenci-...—Lo interrumpió Damien hablando nuevamente.

A lo que Estella se apresuró a tomar a su amigo del brazo y ponerlo tras ella como manera de protección, suspiró.

—Satanás, mi padre, los espera en la mansión.—Miró a Gregory y a Christophe disimuladamente.—Ya deberían saber donde queda, la cadena los guiará.

—Vamos.—Gregory se puso un poco serio al ver que ambos rubios hablaban en serio, a lo que su amigo lo siguió en silencio por haber empujado a Pip hacía Damien.

Ya en marcha, se había vuelto de madrugada, muy de madrugada, lo único que deslumbraba en el cielo eran las estrellas, no había tantas, claro, pero si las suficientes como para admirarlas detenidamente; Pip se había quitado el agarre de Estella, y esta vez con ganas, algo lo impulsó a intentar tomarla de la mano, tomó una, pero esta pertenecía a Damien.

Ninguno de los dos se dio cuenta, solo observaban las estrellas luminosas.

Pip observaba las del cielo, y Damien las estrellas del infierno.

[. . .]

—Mucho gusto, Satanás.—Sonrió el rubio al demonio mayor.—Será un gusto para mi atenderle en su reconstrucción .—Guiñó el ojo, y él reaccionó sin interés.—Prometo que le encantará, señor.

Gregory intentaba ser amable con Satanás, pues por lo que acababa de escuchar de parte de sus dos amigos, él casi asesina a la chica rubia, Estella.

"De ser así-" pensó.

—Y yo soy Christophe, señor.—Saludó con la misma amabilidad con la que Gregory lo había hecho, técnicamente le estaba copiando, y Gregory reaccionó disgustado con una mueca de burla. —Él es mi amigo, Gregory.—Se relamió los labios.—Ya debe saberlo.—También guiñó.

Gregory estaba estupefacto.

—¡Ey, imbécil! ¿por qué copias mi presentación?—Mostró colmillos a Christophe y este lo imitó.—Ahh ¿te pones rudo, eh?

—¿Y qué harás, eh?—Copió nuevamente, esta vez su acento.

—Besarte, lindura.

Satanás dio un suspiro exhausto al ver a un par de imbéciles pelear; Damien se cubrió el rostro con vergüenza y se marchó un poco, Estella quería matar a los cuatro.

Y Pip, ni hablar, él estaba muy astral contando las estrellas en un techo.

—Está bien cállense, trabajarán para mi.—Satanás perdió un poco la paciencia y decidió hablar antes de que empeorará jotamente la situación.—Bajo una condición.

Gregory lo miró fijamente.

𝙰 𝚜𝚞𝚜 𝚘́𝚛𝚍𝚎𝚗𝚎𝚜 𝚙𝚊𝚝𝚛𝚘́𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora